El escritor John Banville, alias Benjamin Black, durante la presentación de su última novela. Efe.fuente:elmundo.esGetafe Negro organizó el debate "¿Para qué sirve la policía? Un debate entre la libertad y la seguridad"
En el Centro Municipal de Cultura, el Festival de novela poliaca Getafe Negro organizó ayer el debate '¿Para qué sirve la policía? Un debate entre la libertad y la seguridad'. Montero Glez cuestionó de raíz el papel de la policía en las manifestaciones del 15-M, en Madrid y en Barcelona. "¡A no ser que estén con el Pueblo, no sé qué pintan ahí! Llega a haber estado en el poder el PP en vez del PSOE y ya no sé qué hubiera pasado".
También dijo: "¡Yo soy un hombre de caos! En un Estado ideal no tendría por qué haber policía, que está para defender al poderoso. Botín y la gente como Botín son gente de orden, y la gente como yo no les beneficia a ellos". Lorenzo Silva, contendiente moderado en la discusión, lo llevaba más preparado. Citó a Hayek, se refirió a la Historia de la policía española, y estableció unas gradaciones de violencia (¡faltó otra cita a Max Weber!) y defendió la actuación, en general, en las recientes manifestaciones: "Prefiero que la violencia esté monopolizada por algo que tiene reglas, a lo que podemos pedir cuentas después".
Después de los dos escritores españoles, apareció en salón de actos el célebre novelista irlandés John Banville, con su aire entre Juan José Millás y el actor compatriota suyo Barry Fitzgerald. Si en el anterior acto del festival madrileño había dos voces opuestas, aquí había una sola voz (la de Mr. Banville) que asumía sin problema (y en tercera persona) sus dos diferentes personalidades. Por un lado, la obra de alta literatura de Banville (publicada en Anagrama, como 'El mar'); por otro, la obra policiaca de Benjamin Black (publicada en Alfaguara, como 'En busca de April').
Está ya acostumbrado: "Banville quiere escribir en prosa en un registro poético. Black y su saga de Quirke apareció para escribir lo que el otro no podía. Las obras de Banville están más bien guiadas por nada en particular… por sueños, por reflexiones. Black se guía más por el argumento".
Como una sesión de hipnosis en un caso de desdoblamiento de personalidad, o de espiritismo o posesión. Un poco tenebroso, ¿no? "Banville no sufre como escritor, pero sabe lo difícil que es escribir, lo difícil que es atrapar las palabras. Sabe que incluso el lenguaje es capaz de tomar las riendas y hablar por nosotros. Banville es muy consciente de la fluidez de las palabras. A veces tres frases le cuestan un día de trabajo. Black sólo quiere usar las palabras para describir cosas o acciones".
Quirke, vuelta a la infancia
Pero también habló en primera persona. Con dudas, eso sí. Se le preguntó por su detective Quirke, del Dublín años 50 que retrata en su saga negra: "Es un enigma para mí. Escribo sobre él para saber qué parte de mí tiene". Banville está muy repartido por dentro. También comentó sobre su héroe borrachín forense: "Se puede decir que es inocente, romántico y desengañado". Habló sobre los años de ambientación del mundo de 'El otro nombre de Laura': "Yo creo, como Baudelaire, que todo arte tiene su origen en la infancia. Más allá de los 15 años todo es fantasía".
Comentó al público de Getafe el salto que había dado la sociedad irlandesa desde aquellos tiempos, cuando el poder, según él, estaba ostentado opresivamente por la Iglesia católica, hasta mediados de los 90. Finalmente, integró a Benjamin Black y a John Banville en su primera persona del singular: "La trama no me importa. La vida no es la trama, son los gestos, las situaciones, las palabras los que nos dicen cómo actúa la gente. En mi obra intento describir cómo es estar vivo", si bien concluye en un nuevo desdoblamiento: "Black y Banville tienen el mismo objetivo, pero con diferentes métodos". Banville es dos (o tres, o cuatro) personas incluyendo personajes, estilos y pseudónimos, pero es muy sobrio. No habla a la ligera de "el Pueblo" o de "Revolución". No es un "hombre de caos", como Montero Glez.
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