27.10.11

Habemus poeta

De Cabral de Melo Neto a Nanni Moretti. Entre quien huye de ser Papa y quien huye de transformarse en un vate, se sitúa para la poesía ese lugar que el poeta brasileño se animó a anticipar sobre un escenario, prenunciando el fin de un siglo y también el fin de un modo de hacer literatura
Cabral de Melo. Autor de piezas opacas y perfectas para extirparse el virus de la grandilocuencia. foto.fuente:Revista Ñ

Sentada en las gradas de un anfiteatro mexicano que da al Volcán Popocatepetl, escuché en vivo al dream team de poetas conformado por Octavio Paz, Jorge Luis Borges, Allen Ginsberg y Joao Cabral de Melo Neto. (Googleando ese memorable festival de dos días que tuvo lugar en el DF en 1981, me encuentro con una sola mención subida hace una semana: Tomas Tranströmer, el reciente Nobel de Literatura, participó durante el segundo día.)

Como buen cacique local, Octavio Paz leyó poemas inéditos de Arbol adentro, un libro más bien silencioso, impostándoles ese tono épico altisonante que lo había catapultado a la fama con Piedra de Sol. Borges, en el rol del escritor ciego y memorioso que ya era su marca registrada, emocionó a la hinchada argentina, por esos años en México nada escasa, recitando sus célebres milongas. Allen Ginsberg por su parte, en una etapa post beatnik –afeitado, pelo corto, saco y corbata– había agregado a su show un pequeño acordeón para acompañarse en esa nueva onda hinduista que hizo bostezar a los que esperábamos una cuota de adrenalina del poeta de Aullido.

Sobre el final entró un señor bajito, vistiendo traje gris de oficinista, y se paró incómodo delante del micrófono. Sacó un rollo de papel del bolsillo y empezó a leer casi para sus adentros. Los poemas no brillaban y él tampoco. Eran piezas opacas y perfectas de una ingeniería que para mí, una joven que estaba buscando nuevos gurúes literarios, fue la revelación de lo que había que hacer para extirparse el virus de la grandilocuencia. Cabral de Melo era lo más parecido al oscuro escribiente Bartleby imaginado por Herman Melville, ése que insiste con el inefable "preferiría no hacerlo". Hoy el director Nanni Moretti llamó Melville al personaje de su película Habemus Papam, haciéndole encarnar ese mismo deseo de no ser poderoso. Entre quien huye de ser Papa y quien huye de transformarse en un vate, se sitúa para la poesía ese lugar que el poeta brasileño se animó a anticipar sobre un escenario, prenunciando el fin de un siglo y también el fin de un modo de hacer literatura.

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