El presidente islandés, Olafur Ragnar Grimsson (d) y el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle (i), observan una instalación audiovisual en el pabellón de Islandia, durante la inauguración de la Feria del Libro de Fráncfort. foto:Arne Dederet. fuente:elpais.comEl país nórdico es el invitado en la 63º edición de la feria. Unos 39 autores islandeses estarán hasta el domingo explicando la riqueza y sensibilidad de su longeva tradición literaria
Exactamente 39 de esos autores islandeses estarán hasta el domingo explicando la riqueza y sensibilidad de su longeva tradición literaria, que en el siglo XIII recopiló buena parte de la tradición narrativa oral nórdica y cuyas sagas inspiraron desde a Tolkien hasta a Borges. Una buena muestra ya la proporcionó ayer Arnaldur Indridason, padre desde 1997 de la novela negra islandesa con títulos tan emblemáticos como La mujer de verde y El hombre del lago, el autor que más vende dentro y fuera del país y que ha sido el encargado de inaugurar oficialmente la feria con su discurso.
Ante un selecto auditorio a rebosar, sus palabras fueron dulcemente contundentes, de plena reivindicación de lo pequeño y lo minoritario. De entrada, recordó a sus ancestros literarios, los de "un pueblo de recién llegados a un lugar donde nada tenía nombre". Quizá esto les llevó, "por miedo a olvidar" a la "constante urgencia de hacer la crónica de nuestra historia", evocando así las famosísimas sagas de sus latitudes.
Fundamentado lo estético, Indridason sacó a relucir la razón de fondo, como hace siempre con los motivos de sus criminales. "Todos los países, grandes o pequeños, tienen algo único que ofrecer a la aldea global y en nuestro caso es nuestra lengua y nuestra literatura, que nos sigue formando como pueblo; aún hoy lidiamos nuestros problemas contemporáneos a través de nuevos libros". Y aún es más importante en los tiempos que corren, esos en los que "el mundo se sigue encogiendo y las características que nos diferencian tienden a desaparecer con cada nuevo Facebook. Nuestra literatura testifica la importancia de lo pequeño. Y eso no es poco en tiempos de grandes papeles sin valor", citó jugando con la grave crisis económica que sufre su país desde 2008. Entre el discurso y el ambiente del pabellón islandés, una invitación única a la lectura.
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