Todo aquello que quisiera ser considerado moderno debe ser, necesariamente, inteligente". H. M. Ensensberger
foto:archivo.fuente:laopinion.es
No es escritor todo el que maneja un bolígrafo, una pluma o el teclado de un ordenador para juntar palabras y frases. No es escritor todo el que dice que lo es. Se requiere un bagaje gramatical que permita construir textos creativos, originales, literarios y correctos. El rigor no es rival de la creación literaria ni de la creatividad, al contrario, se constituye como esencial y como referente de credibilidad.
Pero en la actualidad, en nuestra cercana realidad en relación con la literatura "canaria", existen fraudes y engaños en este sentido: uno piensa que debería ser prohibida (¡y multada!) la publicación de libros de literatura con errores de gramática, de coherencia, de cohesión, de ortografía de la palabra y de ortografía de la frase… Pero se editan, se promocionan, se venden y se recomiendan a los lectores y a los centros de enseñanza. ¡Y hasta se ofrecen como complemento para la educación literaria y de la animación a la lectura! Y a casi nadie parece importarle y decir nada al respecto.
Los despistes y errores aislados ortotipográficos en la edición de libros impresos son disculpables y comprensibles. Aun cuando la revisión sea todo lo atenta y profesional que se requiere. Pero no se trata de detalles sino de humildad e inteligencia. En la publicación de obras literarias, de manera especial, se requiere contar con el conocimiento necesario y con el respeto por la corrección idiomática más elemental a la lengua común y a la creación. Si la intención es educar la sensibilidad, y promover el buen gusto, y alentar el placer de leer y escribir... se exige ante todo el rigor que precisan el texto escrito y la comunicación. Si no se hace así, y si se admite así, es una escritura que se convierte en engaño y mentira. Es una literatura vergonzosa y falseada, pues presenta carencias gramaticales inadmisibles.
Es un fraude de amistad cómplice de los halagadores que no se atreven a denunciar las deficiencias reconocibles en algunas obras y venderlas en centros de enseñanza primaria y secundaria sin una revisión crítica ajena, profesional y coherente. La humildad requiere revisiones ajenas de los escritos, más en el caso de que se no se dominen la gramática y la ortografía más elementales (¡aunque deberían dominarse según a qué niveles!).
Es un fraude que nadie conocedor de estos hechos se atreva a denunciar en público, a rechazar las deficiencias y que se permita la ignorancia atrevida. Existen personas (personajes) como los que vengo nombrando: editores, escribidores, presentadores, recomendadores, contadores... que mantienen un silencio cómplice. O, lo que es aún peor, un silencio ignorante. Y es que la "fama" con pies de barro se tolera, se alaba, se mantiene y se permite. Se extiende la "avitaminosis intelectual". Se compra y se vende la mediocridad ¡Y es una "cultura intelectual literaria" que pretende y dice ser creativa! Lamentable.
Pero en la actualidad, en nuestra cercana realidad en relación con la literatura "canaria", existen fraudes y engaños en este sentido: uno piensa que debería ser prohibida (¡y multada!) la publicación de libros de literatura con errores de gramática, de coherencia, de cohesión, de ortografía de la palabra y de ortografía de la frase… Pero se editan, se promocionan, se venden y se recomiendan a los lectores y a los centros de enseñanza. ¡Y hasta se ofrecen como complemento para la educación literaria y de la animación a la lectura! Y a casi nadie parece importarle y decir nada al respecto.
Los despistes y errores aislados ortotipográficos en la edición de libros impresos son disculpables y comprensibles. Aun cuando la revisión sea todo lo atenta y profesional que se requiere. Pero no se trata de detalles sino de humildad e inteligencia. En la publicación de obras literarias, de manera especial, se requiere contar con el conocimiento necesario y con el respeto por la corrección idiomática más elemental a la lengua común y a la creación. Si la intención es educar la sensibilidad, y promover el buen gusto, y alentar el placer de leer y escribir... se exige ante todo el rigor que precisan el texto escrito y la comunicación. Si no se hace así, y si se admite así, es una escritura que se convierte en engaño y mentira. Es una literatura vergonzosa y falseada, pues presenta carencias gramaticales inadmisibles.
Es un fraude de amistad cómplice de los halagadores que no se atreven a denunciar las deficiencias reconocibles en algunas obras y venderlas en centros de enseñanza primaria y secundaria sin una revisión crítica ajena, profesional y coherente. La humildad requiere revisiones ajenas de los escritos, más en el caso de que se no se dominen la gramática y la ortografía más elementales (¡aunque deberían dominarse según a qué niveles!).
Es un fraude que nadie conocedor de estos hechos se atreva a denunciar en público, a rechazar las deficiencias y que se permita la ignorancia atrevida. Existen personas (personajes) como los que vengo nombrando: editores, escribidores, presentadores, recomendadores, contadores... que mantienen un silencio cómplice. O, lo que es aún peor, un silencio ignorante. Y es que la "fama" con pies de barro se tolera, se alaba, se mantiene y se permite. Se extiende la "avitaminosis intelectual". Se compra y se vende la mediocridad ¡Y es una "cultura intelectual literaria" que pretende y dice ser creativa! Lamentable.
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