Expertos analizan las causas y dan consejos para enamorarlos de los libros
Niños comprenden mejor escritos literarios que informativos, según estudios./eltiempo.com |
Los resultados del último Estudio
Internacional de Competencia Lectora (Pirls, por su sigla en inglés),
publicados esta semana, volvieron a arrojar un dato desalentador: 6 de
cada 10 alumnos de primaria en Colombia tienen problemas para entender
textos complejos; por esa razón, comprenden mejor escritos literarios
que informativos y sus niveles de asimilación siguen siendo bajos.
Según los expertos, hay razones para preocuparse por esta persistente
debilidad, toda vez que esta competencia es definitiva en su desempeño
escolar y desarrollo personal. Ante semejante panorama vuelve a surgir
la inquietud en torno a la forma como los niños entran hoy en contacto
con la lectura.
Para empezar, cabe decir que ellos son lectores por naturaleza; por
eso, es importante dejarlos jugar con las palabras. Cuando su
creatividad fluye en una narración oral y luego se les permite plasmarla
en el papel, aprenden que leer y escribir son actividades útiles y
agradables.
Este paso, esencial en el proceso de aprendizaje, muchas veces se
omite. A los pequeños se les escucha poco y rara vez tienen con quién
compartir la representación que tienen sobre el mundo, lo cual es un
problema, pues la oralidad y la lectura en voz alta hacen que el cerebro
se acomode a la complejidad de un discurso.
Y es que, con cierta frecuencia, el concepto de lectura ha quedado
relegado al reconocimiento de las letras del alfabeto. Para Neyith
Ospina, directora de la licenciatura en Pedagogía Infantil de la
Universidad Javeriana, “en ese afán de que los niños aprendan a leer y a
escribir antes de los 6 años los docentes no se preocupan por la
comprensión de lectura sino por la decodificación”.
A eso hay que sumar la entrada infeliz que muchos niños tienen en la
lectura y la escritura, algo en lo que pecan padres y docentes. Fabio
Jurado, coordinador de la línea de investigación en lenguajes y
literaturas de la Maestría en Educación de la Universidad Nacional,
señala que uno de los errores más frecuentes es la “inoficiosa”
insistencia en enseñarles las partes de la oración sin contexto, muchas
veces distanciadas del lenguaje que se usa en la casa, en la calle o en
el colegio. Y lanza una sugerencia: “¿Qué tal si se les pide grabar la
conversación entre un comprador y un vendedor en la plaza de mercado y
luego analizar la gramática de ese lenguaje?”.
A juicio de Rosa Julia Guzmán, directora de la maestría en Pedagogía
de la U. de la Sabana, también son errores el ejercicio repetitivo de
las planas (que algunos papás usan como castigo) y confundir la
comprensión de lectura con la memoria. “No podemos seguir trabajando la
lectura para aprobar grados, sino para afrontar la vida y descubrir lo
que somos”, agrega Jurado.
Crear el hábito
El lector se construye en un horizonte, en una perspectiva; no se
puede leer por deber ni por obligación. Hay que leerles a los niños en
voz alta, comentar la lectura y hacerles preguntas sobre ella. Este
ejercicio de discusión afianza la comprensión. Puede ser un cuento, una
fábula, una historia de ficción o un poema.
Eduardo Escallón, director del Centro de Español de la Universidad de
los Andes, advierte que en este ejercicio de lectura acompañada los
adultos deben llevar al niño a tomar conciencia de todos los elementos
explícitos e implícitos que le dan sentido al texto: leer implica saber
de qué habla el texto, confrontar lo que dice con conocimientos previos
en el niño y contrastar esa información con otros textos.
Así las cosas, desarrollar la capacidad de análisis, reflexión y
argumentación de los niños no es un problema que atañe solo a los
docentes del área de lenguaje. Les compete a los padres de familia y a
los maestros de las diferentes áreas del conocimiento; entender cada
disciplina del saber implica entender los textos de esta disciplina. “La
comprensión de lectura nos concierne a todos”, puntualiza Escallón.
El hábito empieza a cultivarse en casa
Permítales el contacto con los libros desde los primeros años. Léales en casa, en voz alta.
Llévelos a bibliotecas y déjelos elegir textos de su agrado.
Al leer, ayúdelos a identificar el
planteamiento del autor, los argumentos que usa y las ideas principales.
También, a jerarquizar, a organizar la información y a relacionar un
párrafo con otro.
Cuando trabaje en comprensión de lectura, invítelo a
que critique, proponga, opine y defienda sus ideas sobre lo que lee.
Que llegue al texto con preguntas para así discutir el escrito con él.
Permítales relacionar el contenido del texto con lo que les pasa en la vida cotidiana.
El papel de los profesores
Los profesores también tienen una gran responsabilidad en el tema.
“Es necesario que el Gobierno vincule los resultados de estas pruebas
con la formación de los docentes”, sugiere Fabio Jurado, director de la
maestría en Educación, de la Universidad Nacional.
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