21.1.13

Grossman: "La literatura señala un camino"

David Grossman, uno de los escritores más respetados de Israel, será protagonista del Hay Festival. Habló sobre su obra, su activismo político, el conflicto entre Israel y los palestinos, los procesos de paz y la muerte de su hijo

David Grossman, escritor israelí, antiguerrerista o pacifista./Daniel Mordzinski.
Portadas de tres de sus obras./semana.com

David Grossman es tal vez el escritor israelí más relevante hoy en día. Además de sus novelas, traducidas y editadas alrededor del mundo, ha escrito ensayos, poesía, guiones y artículos de prensa. Entre sus novelas más conocidas se encuentran La sonrisa del cordero, La vida eterna, Tú serás mi cuchillo y Delirio. Durante más de 25 años trabajó en una de las principales estaciones de radio de su ciudad como comentarista político. Renunció cuando sus jefes le pidieron que llamara “disturbios” al conflicto y “asentamientos” a los territorios ocupados.

Desde entonces se convirtió en un reconocido activista y pacifista. En 2006, su hijo Uri murió mientras prestaba el servicio militar en un enfrentamiento en Líbano, durante la guerra entre Israel y Hezbolá. Grossman, que ha criticado duramente las posturas guerreristas del gobierno de su país frente al conflicto con los palestinos, será uno de los invitados principales al próximo Hay Festival en Cartagena. El sábado 26 conversará en el Teatro Adolfo Mejía con Peter Florence, director del festival, en un evento patrocinado por la revista Arcadia. Desde su casa en Jerusalén, habló con SEMANA.

En este momento se lleva a cabo un proceso de paz en Colombia y hay una discusión sobre el papel de los intelectuales. ¿Cuál cree usted que debe ser su rol en este tipo de situaciones? 

DAVID GROSSMAN: No conozco los detalles del proceso de paz en Colombia. Pienso informarme bien antes de viajar a Cartagena. Sin embargo, creo que el papel de cualquier intelectual en medio de una crisis es tratar de hacer avanzar a la sociedad paralizada por el miedo. Durante los conflictos, en especial los muy largos, la gente empieza a creer que no hay otro camino, que están condenados a vivir en medio de la tragedia por toda la eternidad. El escritor debe mostrar otras opciones: recordarle a los demás que, una vez se liberen del régimen del poder, del miedo y del odio, hay otra manera de vivir. Los intelectuales tienen que ayudar a cambiar el lenguaje de la guerra. Las partes interesadas en los conflictos establecen un lenguaje violento, que es una cárcel y que no permite que se resuelvan las diferencias. Los escritores debemos romper esa sensación de claustrofobia y liberar a la gente con la posibilidad de nombrar las cosas, su vida, de una manera más libre.

¿Es la literatura lo suficientemente fuerte para detener la guerra? 

D.G.: La literatura no puede cambiar las cosas, solo puede señalar otro camino, no sé si sea el correcto, pero al menos diferente. Desafortunadamente las balas y las bombas son más efectivas en la mayoría de los casos. Insisto en que quienes escribimos tenemos que recordarle a la sociedad que se puede coexistir sin matarse. Si no entendemos que existe esta alternativa, entonces todos nos convertimos en víctimas de una guerra sin fin. Siempre habrá diferencias entre los bandos, pero se puede encontrar un camino hacia la reconciliación.  

La muerte de su hijo fue, obviamente, un evento traumático. ¿Cómo encontró fuerzas para escribir al respecto en su más reciente libro ‘Más allá del tiempo’?

D.G.: Cuando me enteré de la muerte de mi hijo, el primer sentimiento que tuve fue el del exilio: que me habían alejado de todo lo que conocía antes. Pero, por instinto, regresé a la escritura casi de inmediato. En mi situación de exiliado, la escritura me permitía volver a las cosas más cercanas y queridas, a las imágenes de un pasado mejor. Era un acto liberador que me permitía entender a un mundo que ya no tenía sentido para mí. Gradualmente descubrí que podía volver a disfrutar mi vida, a reír, a caminar. 

Jerusalén siempre está presente en sus relatos. ¿Qué significa esa ciudad para usted?

D.G.: Es una de las ciudades más antiguas y el lugar donde nacieron tantas culturas diferentes. Por eso es tan triste ver que a pesar de ese peso histórico es una ciudad tan fanática, violenta y superficial. Toda la sabiduría acumulada no ha servido para que sea un lugar mejor. Hay días en que amo a Jerusalén y otros en los que la odio: es una ciudad de extremos, el corazón de un conflicto salvaje. Y, sin embargo, no me puedo imaginar viviendo en otra parte. Porque también es mágica: uno puede salir de su casa e ir a visitar los lugares donde ocurrieron eventos que definieron la historia de la humanidad. 

El sentido de pertenencia es muy fuerte entre los judíos, pero usted ha dicho que es un pueblo que no encuentra su lugar en el mundo, ¿cuál cree que es la razón de esa naturaleza errante?

D.G.: Durante muchos años el pueblo judío no tuvo un lugar propio. Por fin encontramos un espacio, pero no lo podemos llamar un hogar mientras el conflicto con los palestinos continúe. A pesar de todo y de tantas dificultades hemos logrado crear una cultura, una industria y una democracia muy sólidas. Hay muchos prejuicios contra nuestro pueblo, porque se han cometido muchos errores, sobre todo la crueldad contra los palestinos, pero hemos logrado construir a partir de la nada. Es una de las grandes historias de la humanidad.

Usted es bastante crítico con las posturas guerreristas del gobierno de Israel. ¿Cuál cree que debe ser la actitud correcta en el conflicto con Palestina?

D.G.: Creo que se debe iniciar una conversación de inmediato, sin ninguna condición previa, con los palestinos. Esa debe ser nuestra actitud. Del otro lado creo que Mahmoud Abbas está cometiendo un gran error en no aceptar una negociación con el gobierno israelí. Se deben detener las acciones violentas de inmediato y llegar a un acuerdo. No estoy hablando de la paz eterna, eso sería ingenuo. Si no se acaba este baño de sangre cuanto antes, estaremos condenados para siempre.

Pero lo más difícil viene después de una negociación, cuando llega el momento de reconciliarse después de tantos años de guerra…

D.G.: Estoy de acuerdo. Creo que los dos bandos deben pedir perdón por las atrocidades y asumir la responsabilidad por sus crímenes. 

Usted escribe novelas, cuentos, ensayos, artículos de prensa, poesía y hasta guiones. ¿Cómo es su proceso en cada caso?      

D.G.: Realmente disfruto escribir. Es un placer —casi infantil— que se convirtió en mi profesión. Cada libro es diferente: todo empieza con una palabra, un personaje o una situación. No lo sé, es muy intuitivo. Solo dejo que la historia me lleve hacia donde quiere ir. A los escritores nos gusta pensar que controlamos nuestras historias, pero son ellas las que deciden su destino. Estas historias, claro, se demoran en encontrar su forma final: puedo pasar años enteros reescribiendo y levantado capas. No es un trabajo agotador, es, al contrario, un placer para mí dejarme llevar de esta manera. El libro va adquiriendo su personalidad y va cambiando con el tiempo. También me cambia a mí, desde luego. Si los libros no me cambiaran no tendría ningún sentido escribirlos. 
Usted camina mucho mientras trabaja, ¿es esa una manera de encontrar el ritmo de su escritura? 

D.G.: Así es, camino mucho en mi oficina. No me puedo quedar quieto. Doy vueltas alrededor de la habitación, como si fuera un prisionero. Puedo caminar varios kilómetros en ese espacio y mi esposa dice que dejo marcas en la alfombra. Tal vez usted tiene razón y es una manera de encontrar el ritmo. Pero el placer de caminar es muy similar al de escribir y la actividad física, sin duda, es muy buena para la creación. En todo caso, cuando empiezo a escribir algo nunca sé cuál va a ser el final: simplemente dejo que la historia me sorprenda o incluso me traicione. Tampoco pienso mucho en qué van a opinar mis amigos, mi editor o mi familia cuando la lean: la única lealtad real que tienen un escritor es con sus palabras. 

¿En qué género se siente más cómodo, en la poesía o la prosa?

D.G.: Adoro la poesía y la leo todo el tiempo. La poesía requiere un refinamiento y una condensación del lenguaje muy difícil de lograr. A veces necesito una trama, un lugar, unos personajes para poder escribir. Más allá del tiempo, por ejemplo, está escrita en gran parte en prosa poética. Fue así como salió y yo fui muy obediente. Le obedezco a lo que me dictan las palabras, porque creo que los libros son más inteligentes que sus autores. Y más valientes y sensatos: por eso me gusta escucharlos.

Los imperdibles del Hay Festival

Jueves 24, 12:30 - 13:30, Teatro Adolfo Mejía
Alex de la Iglesia, el afamado director de cine español, en conversación con Roberto Pombo, director del diario El Tiempo.

Jueves 24, 19:30 - 20:30, Unibac (Bellas Artes)
Arturo Fontaine, best seller chileno, hablará con el novelista colombiano Juan Gabriel Vásquez.       

Jueves 24, 21:00 - 00:00, Plaza de la Aduana
Concierto de Susana Baca, cantante y compositora peruana, es una de las más importantes figuras de la música peruana. Ganadora de dos Grammy Latinos, también se desempeñó como ministra de Cultura de su país.  

Viernes 25, 12:30 - 13:30, Teatro Adolfo Mejía 
Javier Cercas, el autor de Soldados de Salamina, hablará con Juan Gabriel Vásquez.        

Viernes 25, 15:30 - 16:30, Centro de Convenciones Julio César Turbay Ayala
El premio nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa hablará con Carlos Granés, ensayista colombiano radicado en España. 

Viernes 25,  17:30 - 18:30, CFCE (patio) 
Uno de los más reconocidos escritores cubanos, Leonardo Padura, charlará con Rodrigo Pardo, director de RCN.       

Viernes 25, 17:30 - 18:30, Teatro Adolfo Mejía
Herta Müller, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2009, hablará con el traductor de su obra al inglés, Philip Boehm.  

Viernes 25, 17:30 - 18:30, UNIBAC
Philipp Blom, autor alemán, conversará con Marianne Ponsford, directora de Arcadia.      

Sábado 26, 10:30 - 11:30, Salón Santa Clara (Hotel Sofitel)
Peter Kuper, reconocido ilustrador hablará sobre cómic y novela gráfica.

Sábado 26, 12:30 - 13:30, Teatro Adolfo Mejía
Qué es la felicidad. Paul Dolan, profesor de Ciencias del Comportamiento en el Departamento de Política Social en la London School of Economics hablará sobre su libro Una mente para la felicidad. 

Sábado 26, 17:30 - 18:30 CFCE (Patio)
Jon Lee Anderson (Estados Unidos), Ricardo Ávila (Colombia), Gioconda Belli (Nicaragua), Elsa Osorio (Argentina) y Fernando Savater (España) serán entrevistados por Alejandro Santos, director de SEMANA .      

Sábado 26, 17:30 - 18:30, Unibac 
Los novelistas Roberto Ampuero y Leonardo Padura hablarán de literatura policíaca con el editor Camilo Jiménez.

Sábado 26,  19:30 - 20:30, Teatro Adolfo Mejía
Julian Barnes, autor británico, y Mario Vargas Llosa conversarán con Marianne Ponsford sobre la obra de Flaubert. 

Domingo 27, 12:30 - 13:30, Teatro Adolfo Mejía 
Julián Barnes en conversación con Peter Florence, director del festival.       

Domingo 27, 9:30 - 20:30, Teatro Adolfo Mejía
El director de la revista El Malpensante, Mario Jursich, y el columnista Daniel Samper Pizano tendrán una charla sobre salsa.

Todos los días se llevará a cabo el Hay Joven Cartagena, en el que los invitados hablarán con estudiantes universitarios. 

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