Redondo ha elegido ingredientes perfectos y algunos de ellos originales y sorprendentes. El asesinato ritual de unas adolescentes, la inspectora foral Amaia Salazar y su extraordinaria familia, la mitología, las leyendas y tradiciones de Euskal Herria y un paisaje que hechiza, Elizondo y el Valle de Baztán, en la zona vascófona de Navarra
Dolores Redondo, autora de El guardían invisible./elpaís.com |
¡Vaya novela! El guardián invisible, con la que Dolores Redondo
debuta en el género negro, es estupenda. Te atrapa desde la primera
página, no puedes dejar de leer y cuando llegas al final te gustaría que
continuase. Redondo ha elegido ingredientes perfectos y algunos de
ellos originales y sorprendentes. El asesinato ritual de unas
adolescentes, la inspectora foral Amaia Salazar y su extraordinaria
familia, la mitología, las leyendas y tradiciones de Euskal Herria y un
paisaje que hechiza, Elizondo y el Valle de Baztán, en la zona vascófona
de Navarra.
Llovía a mares, en Elizondo, sin parar, día y noche, mucho frío,
cuando Dolores Redondo presentó la novela. La mayor preocupación de los
lizondarras era la crecida del río Baztán. Hace unos años se desbordó y
pasó por encima del puente. Un ambiente mágico nos sumergió en esta
historia mágica.
“Quería escribir sobre el matriarcado típico de estas tierras. Son las mujeres quienes tienen más peso, son ellas quienes toman las decisiones. Los crímenes son algo secundario en mi novela, lo importante es la familia. Quería huir del típico policía alcoholizado y solitario que investiga crímenes atroces y quería ambientar la novela en algún lugar del País Vasco o de Navarra".
"Llegué a Elizondo por casualidad y al minuto me di cuenta de que era
lo que buscaba, el bosque inmenso y misterioso, el Baztán, la
arquitectura del valle, sus palacios, muchos de ellos construidos por
los que emigraron, los del Maitetxu mía, como Braulio Iriarte, que en
México creó el imperio de la cerveza Coronita y luego regreso a Elizondo
e invirtió mucho dinero. Empecé a documentarme. Leí, leí, leí, tomé
notas en papelitos y luego los tiré. Dejé que todo ello fuera madurando
en mi imaginación y entonces ya pude escribir”, explica Dolores Redondo.
La familia. Amaia Salazar, la inspectora foral, que ha estudiado en
Quantico (Virginia) con el FBI, que tiene una sensibilidad especial
percibir el mal, casada con un escultor norteamericano que la adora.
Nacida en Elizondo, vive y trabaja en Pamplona. Está desesperada por
tener un hijo. Es católica. “¡Cómo no va a ser católica! Elizondo
significa junto a la iglesia, porque junto a ella creció el pueblo”. Tía
Engrasi, que la cuidó de niña, una anciana encantadora, que echa las
cartas, juega al póquer y cuenta historias maravillosas. Rosario, la
madre, una mujer desequilibrada y violenta por la que la inspectora
siente terror. Flora y Ros, las hermanas de Amaia, sus maridos… Todos
ellos con notables biografías, como todos los personajes de esta novela.
“Flora y Ros están inspiradas en mujeres que conozco. Tía Engrasi se
inspira en Maritxu Guller, una vidente y echadora de cartas de tarot muy
popular en San Sebastián”.
Lo jefes de Amaia Salazar la envían a Elizondo como responsable del
equipo de investigación. En este regreso a su tierra natal se le
despiertan todos los miedos de su infancia, tiene pesadillas horrorosas
y llega a perder el control, aunque ni por un momento abandona el
acaso. “He pasado años intentando esconderme en Pamplona (…) y he
evitado venir al valle del Baztán durante mucho tiempo porque sabía que
si volvía me encontrarían (…) El mal me ha obligado a volver, los
fantasmas han salido de sus tumbas alentados por mi presencia, y ahora
me han encontrado”, dice Amaia en la novela. “Tienes un arraigo muy
fuerte con tu tierra, la ames o no, suele ser una relación de amor-odio
que va mucho más allá de lo que puedes recordar”.
Los cadáveres mutilados de las niñas muertas aparecen en ese bosque al que Amaia se siente tan vinculada. “El bosque siempre le producía un secreto orgullo de pertenencia, aunque su grandiosidad también le provocaba temor y vértigo”, se dice en la novela. Allí habita el basajaun, un homínido que mide dos metros y medio, de larga melena, anchas espaldas y cubierto de pelo. “Es el señor del bosque, significa el equilibrio entre la vida y la muerte, ayuda a los humanos ante el lobo y otros animales, da grandes silbidos. No lo encontramos porque no queremos verle, porque nos da miedo, pero es bueno”. Amaia sí lo encuentra, como ve también a la diosa Mari, que cuida de las cosechas y de la fertilidad. Por las páginas de El guardián invisible desfilan sorgiñas (brujas) belagiles (mujer oscura y poderosa), entre otros seres. En este aspecto, la novela recuerda un poco a las fantásticas historias de la francesa Fred Vargas. “Hasta hace 100 años la gente creía más en estos seres que en la Santísima Trinidad”.
En el libro aparecen muchas palabras en euskera, hasta el punto, que
la autora ha incluido al final un glosario. “No hablo euskera porque
pertenezco a una generación que no lo aprendió. Elegí a una inspectora
foral como protagonista, porque me gustan más las policías autonómicas
que las otras. Recuerdo cuando llegó a Euskadi la Ertzaintza, fue
estupendo, es más cercana y abierta”.
Dolores Redondo nació en San Sebastián (1969). Estudió Derecho y Restauración Gastronómica, incluso tuvo un restaurante. “Lo dejé porque era incompatible con la vida familiar”. Está casada y tiene dos hijos. Vive en Cintruénigo, en la Ribera navarra.
Dolores Redondo nació en San Sebastián (1969). Estudió Derecho y Restauración Gastronómica, incluso tuvo un restaurante. “Lo dejé porque era incompatible con la vida familiar”. Está casada y tiene dos hijos. Vive en Cintruénigo, en la Ribera navarra.
Hay un momento en El guardián invisible en que parece que
algunos de los familiares de Amaia Salazar están implicados en los
asesinatos y el lector sufre con la inspectora, teme que sea demasiado
para ella, que la aparten del caso. “Al final todos están implicados de
una manera u otra, cuanto más unida está una familia más implicación
hay”.
Leeremos más sobre la familia Salazar. El guardián invisible
es la primera novela de la Trilogía de Baztán. La segunda, Legado en
los huesos, ya está escrita y aparecerá a finales de año y de la
tercera, Ofrenda a la tormenta, ya tiene el croquis. El guardián invisible
ha aparecido simultáneamente en castellano (Destino), catalán
(Columna), euskera (Erein) y gallego (Xerais). Algo que no ocurre todos
los días, como tampoco ocurre que editores de 13 países hayan comprado
sus derechos o que los productores de Millenium, de Stieg Larsson hayan
adquirido la trilogía para llevarla al cine.
No es la primera novela que publica Redondo, antes sacó, Los privilegios del ángel, pero El guardián invisible
va a ser uno de los libros del año. Es una novela transversal que
gustará tanto a los adictos al género negro como a todo tipo de
lectores. Es una novela muy potente.
Dolores Redondo y su novela tienen una bonita historia. Cuando la
tuvo acabada envió correos electrónicos a diversos agentes literarios.
Solo decía: “Busco agente literario” y adjuntaba el primer capítulo.
Anna Soler Pont, de la agencia Pont, tiró el correo. Le llegan tantos al
día. Pero Ricard Domingo, de la agencia, sí leyó ese capítulo. “Esto es
buenísimo”, dijo a Anna. A punto estuvo de haber una subasta. Varias
editoriales la querían, pero Redondo decidió: “Quiero Destino porque ha
publicado a Stieg Larsson”.“No puedo explicar la felicidad que siento”,
dijo Dolores Redondo, en la presentación en Elizondo. “Llevo un año
conteniéndome, como el río Baztán y ahora, como el río, yo también estoy
a punto de desbordarme”.
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