18.1.13

La fascinación de "El guardián invisible"

Redondo ha elegido ingredientes perfectos y algunos de ellos originales y sorprendentes. El asesinato ritual de unas adolescentes, la inspectora foral Amaia Salazar y su extraordinaria familia, la mitología, las leyendas y tradiciones de Euskal Herria y un paisaje que hechiza, Elizondo y el Valle de Baztán, en la zona vascófona de Navarra

Dolores Redondo, autora de El guardían invisible./elpaís.com

¡Vaya novela! El guardián invisible, con la que Dolores Redondo debuta en el género negro, es estupenda. Te atrapa desde la primera página, no puedes dejar de leer y cuando llegas al final te gustaría que continuase. Redondo ha elegido ingredientes perfectos y algunos de ellos originales y sorprendentes. El asesinato ritual de unas adolescentes, la inspectora foral Amaia Salazar y su extraordinaria familia, la mitología, las leyendas y tradiciones de Euskal Herria y un paisaje que hechiza, Elizondo y el Valle de Baztán, en la zona vascófona de Navarra.
Llovía a mares, en Elizondo, sin parar, día y noche, mucho frío, cuando Dolores Redondo presentó la novela. La mayor preocupación de los lizondarras era la crecida del río Baztán. Hace unos años se desbordó y pasó por encima del puente. Un ambiente mágico nos sumergió en esta historia mágica.
“Quería escribir sobre el matriarcado típico de estas tierras. Son las mujeres quienes tienen más peso, son ellas quienes toman las decisiones. Los crímenes son algo secundario en mi novela, lo importante es la familia. Quería huir del típico policía alcoholizado y solitario que investiga crímenes atroces y quería ambientar la novela en algún lugar del País Vasco o de Navarra".
"Llegué a Elizondo por casualidad y al minuto me di cuenta de que era lo que buscaba, el bosque inmenso y misterioso, el Baztán, la arquitectura del valle, sus palacios, muchos de ellos construidos por los que emigraron, los del Maitetxu mía, como Braulio Iriarte, que en México creó el imperio de la cerveza Coronita y luego regreso a Elizondo e invirtió mucho dinero. Empecé a documentarme. Leí, leí, leí, tomé notas en papelitos y luego los tiré. Dejé que todo ello fuera madurando en mi imaginación y entonces ya pude escribir”, explica Dolores Redondo.
La familia. Amaia Salazar, la inspectora  foral, que ha estudiado en Quantico (Virginia) con el FBI, que tiene una sensibilidad especial percibir el mal, casada con un escultor norteamericano que la adora. Nacida en Elizondo, vive y trabaja en Pamplona. Está desesperada por tener un hijo. Es católica. “¡Cómo no va a ser católica! Elizondo significa junto a la iglesia, porque junto a ella creció el pueblo”. Tía Engrasi, que la cuidó de niña, una anciana encantadora, que echa las cartas, juega al póquer y cuenta historias maravillosas. Rosario, la madre, una mujer desequilibrada y violenta por la que la inspectora siente terror. Flora y Ros, las hermanas de Amaia, sus maridos…  Todos ellos con notables biografías, como todos los personajes de esta novela. “Flora y Ros están inspiradas en mujeres que conozco. Tía Engrasi se inspira en Maritxu Guller, una vidente y echadora de cartas de tarot muy popular en San Sebastián”.
Lo jefes de Amaia Salazar la envían a Elizondo como responsable del equipo de investigación. En este regreso a su tierra natal se le despiertan todos los miedos de su infancia,  tiene pesadillas horrorosas y llega a perder el control, aunque ni por un momento abandona el acaso. “He pasado años intentando esconderme en Pamplona (…) y he evitado venir al valle del Baztán durante mucho tiempo porque sabía que si volvía me encontrarían (…) El mal me ha obligado a volver, los fantasmas han salido de sus tumbas alentados por mi presencia, y ahora me han encontrado”, dice Amaia en la novela. “Tienes un arraigo muy fuerte con tu tierra, la ames o no, suele ser una relación de amor-odio que va mucho más allá de lo que puedes recordar”.
Escenario
Los cadáveres mutilados de las niñas muertas aparecen en ese bosque al que Amaia se siente tan vinculada. “El bosque siempre le producía un secreto orgullo de pertenencia, aunque su grandiosidad también le provocaba temor y vértigo”, se dice en la novela. Allí habita el basajaun, un homínido que mide dos metros y medio, de larga melena, anchas espaldas y cubierto de pelo. “Es el señor del bosque, significa el equilibrio entre la vida y la muerte, ayuda a los humanos ante el lobo y otros animales, da grandes silbidos. No lo encontramos porque no queremos verle, porque nos da miedo, pero es bueno”. Amaia sí lo encuentra, como ve también a la diosa Mari, que cuida de las cosechas y de la fertilidad. Por las páginas de El guardián invisible desfilan sorgiñas (brujas) belagiles (mujer oscura y poderosa), entre otros seres. En este aspecto, la novela recuerda un poco a las fantásticas historias de la francesa Fred Vargas. “Hasta hace 100 años la gente creía más en estos seres que en la Santísima Trinidad”.
En el libro aparecen muchas palabras en euskera, hasta el punto, que la autora ha incluido al final un glosario. “No hablo euskera porque pertenezco a una generación que no lo aprendió. Elegí a una inspectora foral como protagonista, porque me gustan más las policías autonómicas que las otras. Recuerdo cuando llegó a Euskadi la Ertzaintza, fue estupendo, es más cercana y abierta”.
Dolores Redondo nació en San Sebastián (1969). Estudió Derecho y Restauración Gastronómica, incluso tuvo un restaurante. “Lo dejé porque era incompatible con la vida familiar”. Está casada y tiene dos hijos. Vive en Cintruénigo, en la Ribera navarra.
Hay un momento en El guardián invisible en que parece que algunos de los familiares de Amaia Salazar están implicados en los asesinatos y el lector sufre con la inspectora, teme que sea demasiado para ella, que la aparten del caso. “Al final todos están implicados de una manera u otra, cuanto más unida está una familia más implicación hay”.
Leeremos más sobre la familia Salazar. El guardián invisible es la primera novela de la Trilogía de Baztán. La segunda, Legado en los huesos, ya está escrita y aparecerá a finales de año y de la tercera, Ofrenda a la tormenta, ya tiene el croquis. El guardián invisible ha aparecido simultáneamente en castellano (Destino), catalán (Columna), euskera (Erein) y gallego (Xerais). Algo que no ocurre todos los días, como tampoco ocurre que editores de 13 países hayan comprado sus derechos o que los productores de Millenium, de Stieg Larsson hayan adquirido la trilogía para llevarla al cine.
No es la primera novela que publica Redondo, antes sacó, Los privilegios del ángel, pero El guardián invisible va a ser uno de los libros del año. Es una novela transversal que gustará tanto a los adictos al género negro como a todo tipo de lectores. Es una novela muy potente.
Dolores Redondo y su novela tienen una bonita historia. Cuando la tuvo acabada envió correos electrónicos a diversos agentes literarios. Solo decía: “Busco agente literario” y adjuntaba el primer capítulo. Anna Soler Pont, de la agencia Pont, tiró el correo. Le llegan tantos al día. Pero Ricard Domingo, de la agencia, sí leyó ese capítulo. “Esto es buenísimo”, dijo a Anna. A punto estuvo de haber una subasta. Varias editoriales la querían, pero Redondo decidió: “Quiero Destino porque ha publicado a Stieg Larsson”.“No puedo explicar la felicidad que siento”, dijo Dolores Redondo, en la presentación en Elizondo. “Llevo un año conteniéndome, como el río Baztán y ahora, como el río, yo también estoy a punto de desbordarme”. 

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