Un clásico, diría un muchacho de hoy, es un partido entre Real Madrid y Barcelona, o entre Santa Fe y Millonarios, por ejemplo
Portada ¿Qué
es un clásico? de Gonzalo Cataño./escribircomounloco.blogspot.com |
Eso
significa que dos equipos de tradición y poder, se juegan la vida en un estadio
de fútbol ante la vista de millones de espectadores. Pero detrás de esas
suposiciones –tradición y poder-, la palabra “clásico” arrastra toda una
historia de siglos, con verdades y eufemismos. Por eso, jamás ha existido
unanimidad frente a su significado esencial. Y, por supuesto, ya no estoy
hablando de fútbol, sino de lo artístico y literario, que fue donde primero se
habló de los clásicos.
“La idea de clásico alude a algo que tiene continuidad y
consistencia, que genera unidad y tradición, que se forma, se transmite y
perdura”, dijo Ch. A. Sainte-Beuve, el 21 de octubre de 1850. También dijo: “Un
clásico (…) es un autor antiguo, consagrado por la admiración, y una autoridad
en su género”. Sin embargo, la continuidad y consistencia, la unidad y
tradición, la perdurabilidad de la obra clásica, no son cualidades recetables. El
poeta Alexander Pope fue un clásico, mientras todos dudaban de Shakespeare, y
creo que hoy el clásico es el dramaturgo de Avon, quien ha logrado –hasta el
momento- traspasar las barreras del tiempo. Por eso, el mismo Sainte-Beuve
propuso que el clásico es “un autor que ha enriquecido el espíritu humano, que
realmente ha aumentado su tesoro, que ha descubierto una verdad moral
inequívoca o revelado alguna pasión eterna en ese corazón donde todo parecía
conocido y explorado”. Y, sobre todo, que haya hablado en un lenguaje “nuevo y
antiguo”. El clásico, por tanto, debe hablar con la ubicuidad de los tiempos
presentes, futuros y pasados. Quizás, por eso mismo, no se pueda recetar. Al
final, dice Sainte-Beuve, lo mejor es que cada quien escriba como mejor pueda:
“Nosotros, que llegamos tan tarde, esforcémonos al menos por ser nosotros
mismos”.
Goethe había dicho: “Las obras antiguas no son clásicas
porque sean viejas, sino porque son enérgicas, frescas y ágiles”. Italo Calvino
dijo: “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que
decir”. Y el aguafiestas de Jorge Luis Borges, con toda razón, dijo: “Clásico
no es un libro que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que
las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo
fervor y con una misteriosa lealtad”.
(A propósito de ¿Qué
es un clásico?, cuaderno de 60 páginas, publicado por la Decanatura
Cultural de la U. Externado de Colombia, que dirige el poeta Miguel Méndez
Camacho, y preparado por el sociólogo Gonzalo Cataño).
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