El colombiano Eduardo Otálora publica Madolia, su primera novela, ganadora del Premio Juan March Cencillo
El escritor Eduardo Otálora Marulanda./elpais.com |
Desde la séptima planta de un apartamento en el centro de Bogotá, el
escritor Eduardo Otálora Marulanda se impuso un desafío creativo. Él,
que nunca ha entrado en un prostíbulo y tiene alergia al ambiente
marítimo, empezó a escribir una historia ambientada justamente en estos
escenarios, en un tiempo que no conoció. El resultado acaba de ser
publicado en España: Madolia (Pre-Textos, 136 páginas), vencedor del Premio Juan March Cencillo de novela breve 2012, y saldrá en Colombia en septiembre.
Otálora (Bogotá, 1981) sabe que la falta de experiencia vital puede
jugar en contra de un joven escritor, pero se arriesga: “Me alimento de
lo que puedo imaginar. No necesito vivirlo”. En Madolia cuenta
la historia fantástica de una prostituta anciana de cuyos senos la leche
vuelve a brotar para amamantar a una niña de ojos blancos que se queda
huérfana al nacer. Una narrativa surrealista con visible influencia de
su paisano Gabriel García Márquez. “Quería responder a la pregunta de
cómo hacía él para narrar”, comenta. “Uno se forma como escritor a
partir de lo que otros escribieron”. Así que empezó a jugar a imitar a
Gabo, descifrar su forma de construir oraciones. “Mientras hacía estos
ejercicios aparecía en mis pensamientos el personaje (Madolia) y
empezaron a cruzarse dos fenómenos: el gusto por el lenguaje y el
personaje extraño que se me había ocurrido”, recuerda. A su protagonista
la llama extraña porque era alguien que le llevó a una aventura a los
límites de la imaginación, a la creación de lo absurdo.
Otálora, graduado en Filosofía y con una maestría en Escritura
Creativa, fue profesor de desarrollo sostenible en una facultad de
ciencias agropecuarias y de literatura e historia del arte... Ahora ya
se dedica por completo a lo que le gusta y tiene otras dos novelas
listas. “España, a pesar de la crisis, es una gran posibilidad para los
escritores hispánicos. Fuera de eso, no hay muchas alternativas para los
jóvenes escritores colombianos”, lamenta. Aunque se mudó del
apartamento donde surgió la inspiración de Madolia, sigue pensando
“cosas raras” como “¿qué sería de los teléfonos si desapareciera la
tecla 3?”. Y ocurrencias como esta generan sus mundos: “Son los lugares
de la imaginación donde solo ocurre lo que le pasa al escritor”.
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