4.10.11

Bogota rockera y noventera

C M no récord de Juan Álvarez
Portada de la novela.foto.fuente:revistaarcadia.com

El escritor colombiano Juan Álvarez publicó este año su primera novela, C.M. no récord y con ella (además del libro de cuentos Falsas alarmas y un buen número de ensayos y traducciones) se ganó un puesto el top 25 de los secretos literarios guardados de Latinoamérica en la Feria del libro de Guadalajara, México.

C.M. significa Candidatos Muertos y es el nombre de la banda de rock que congrega a los protagonistas de esta novela muy bogotana y muy noventera. La novela se enfoca exclusivamente en la escena musical bogotana de esos movidos años cuando nace Rock al Parque y cuando grupos como las 1280 Almas pusieron a brincar a la muchachada bogotana de entonces. Pero C.M. no récord no es sobre pelados y mechudos brincando en conciertos sino acerca de un grupo de músicos insurrectos en busca de una pequeña revolución musical que ponga patas arriba un sistema radial rosquero, una industria musical asfixiante y un escenario público corrupto, una crítica que el autor también siente muy propia pues en muchos casos usa nombres reales (o muy mal disfrazados) de personas reales del mundo musical bogotano.

La banda C.M. (candidatos muertos) está conformada por Lucas (bajista), Pac (baterista), Vicente (trompeta), Tomás (voz líder), Daniel (piano) y Chopo (rapero). Se juntan por suerte, por azar y por conveniencia. Chopo y Pac son personajes terciarios y los que menos aparecen en la novela. La narración se enfoca en Vicente, Lucas y Daniel. Daniel es pianista y trabaja en un estudio de grabación de uno de esos personajes oscuros de la escena musical, un tal hermano Sandoval que hace pactos no muy sanos con Alejandro Villalobos de la emisora Radiacción y empresarios sin nombre de casas disqueras sin nombre. Grabando en estudio a una banda de dudosa calidad llamada Supercromo conoce a Lucas, el bajista renegado de la banda. Lucas da clases de bajo en una academia de garaje (o lo que parece ser una academia de garaje) y va de un lado al otro de la ciudad cargando su bajo y su actitud huraña pero encantadora. Vicente en cambio es un estudiante de colegio que entra, gracias a sus amigos del barrio, a un mundo de conciertos en los sótanos de la Jiménez, chicas roqueras y porros hasta terminar—él y su trompeta—haciendo parte de la banda C.M.

Las partes mejor logradas de la novela, sin duda, son las de Vicente, el personaje más entrañable y mejor dibujado de todos. Quizás porque él mismo no es conocedor de la escena musical ni del lenguaje técnico musical, uno siente que va a su lado descubriendo un mundo diferente. Su inocencia es clave para entender los cambios que él mismo está viviendo y que no entiende o no logra dimensionar por completo. En cambio, a Daniel y Lucas (sus historias están narradas en tercera persona) es difícil acercarse acaso porque a través de ellos el autor trata de demostrar que sabe bastante de música y del intríngulis musical.

Creo que la novela de Álvarez entra en esa franja de novelas de escritores bogotanos que buscan representar una ciudad que resiste una fácil representación. Pienso en Sálvame, Joe Louis de Andrés Felipe Solano, Disturbio de Miguel Ángel Manrique, Todo pasa pronto de Juan David Correa, Parece que va a llover de Ricardo Silva y Fondoblanco de Alejandro Arciniegas, Perder es cuestión de método de Santiago Gamboa y Satanás de Mario Mendoza. Todas son novelas muy diferentes entre sí, que muestran una zona o un grupo social de la ciudad muy específico. Ninguno de estos escritores ha ambicionado la Gran Novela Enciclopédica bogotana, sino una novela propia y personal, manejable y controlada, que muestra instantes de esa cosa grande e inmanejable que es Bogotá. Sin Remedio—la gran novela bogotana que todos citamos cuando nos preguntan "cuál es su novela bogotana favorita"—ya pasó. Es genial, es divertida, es brillante, pero fue escrita hace más de tres décadas. ¿Cuál es la novela que Bogotá necesita ahora? Álvarez y los otros autores citados más arribita proponen respuesta a esa pregunta. ¿Quién más propone?

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