Convocatoria anual de la Universidad Central de Bogotá
La noche del pasado miércoles, en el segundo piso de la Librería Luvina de Bogotá, en "la esquina cultural de La Macarena" (como la llama su dueño, Carlos Luis Torres, por quedar donde se encuentran la carrera 5a. con la calle 26A), los jurados, Gloria Inés Peláez (La francesa de Santa Bárbara), Miguel Ángel Manrique (Disturbio) y Juan Álvarez (C. M. no récord), dieron a conocer el fallo del Concurso Nacional de Novela Corta que convoca cada año la Universidad Central de Bogotá.
El jurado: Gloria Inés Peláez, Miguel Ángel Manrique, Juan Álvarez.fotos:fuente:Escribir como un loco
El jurado: Gloria Inés Peláez, Miguel Ángel Manrique, Juan Álvarez.fotos:fuente:Escribir como un loco
El jurado del Concurso Nacional de Novela Corta, Premios de Literatura Universidad Central, Depto. de Creación Literaria, 2011, integrado por Gloria Inés Peláez, Juan Álvarez y Miguel Ángel Manrique, luego de leer y analizar las 42 novelas remitidas al concurso, ha decidido otorgar el Premio Nacional de Novela Corta, Premios de Literatura Universidad Central, Depto. de Creación Literaria, 2011, a la obra titulada El hombre que imagina, presentada bajo el seudónimo César Torres.
Ha llevado a esta decisión, por unanimidad, las siguientes consideraciones:
La novela ganadora cuenta la historia de un personaje literario mezquino, ególatra y de moral mediana que se construye a partir de un estilo declarativo y un tono íntimo de principio a fin, lo cual hace de esta una propuesta literariamente sólida. Hay economía de recursos narrativos, construcción de personajes y un diseño redondo de la estructura. El hombre que imagina narra cómo Antonio Guzmán enfrenta las últimas semanas de vida de su madre, a quien no quiere visitar. En medio, el lector es testigo de los hechos y de cada uno de los conflictos morales de su familia, un mundo que da pistas de su comportamiento.
Así mismo, el jurado reconoció como finalistas las novelas: Ese inquieto animal que llevamos dentro y El gran masturbador (Una historia para leer en el retrete), presentadas con los seudónimos Sofía Auerbach y Salvador Dalí, respectivamente.
Aunque en principio cercanas en su núcleo temático (dos primeras personas impulsadas por el deseo de escribir y la frustración de apenas conseguirlo sin reconocimiento), ambas novelas desarrollan dos maneras diametralmente opuestas de esta premisa. La primera se construye desde la serenidad, con la frustración de la escritura como sentimiento clausurado, tejiendo a partir de tal leitmotiv la historia de vida de un hombre de cuarenta años, padre, casado, académico, y con mucho trasegar vivido y ahora recordado en la novela. La segunda es expresión de vitalidad. Un torrente de anécdotas hilado desde un manejo impecable del estilo libre indirecto, capaz de conectar en instantes decenas de personajes y hechos entre juveniles y frescos. En suma, dos novelas entonadas, suficientes en el manejo de sus elecciones formales y sólidas en sus apuestas por la concisión y la estructura limitada, elementos propios del género de la novela corta.
Al concurso se presentaron 42 novelas. Más que desglosarlas a partir de sus ofertas temáticas, cabe destacar un alto porcentaje de obras muy cerca de poder considerarse acabadas. Pero también, un porcentaje considerable de trabajos que incurren en pecados comunes: sentimientos crispados que el lector no sabe a quién pertenecen, ingenuidades imperdonables (lugares comunes) y desprolijidad en las mínimas convenciones narrativas, es decir, en cosas como los códigos de acotación de los diálogos, la puntuación o un sentido sostenido de la redacción.
El concurso, organizado por el Área de Creación Literaria del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central, otorga un premio de $5.000.000.oo a la novela ganadora, y la publicación de la misma por la Universidad Central conforme a las bases del concurso.
En ediciones anteriores, el Concurso Nacional de Novela Corta, Premios de Literatura Universidad Central, lo ganaron Daniel Andrés Villabón Borja, con la novela La soledad del dromedario (2010); Alejandro Cortés, con la novela Notas de inframundo (2009); Alejandra López González, con la novela Hot hot Bogotá (2008); Javier Correa Correa, con la novela Si las paredes hablaran (2006); Oscar Pantoja, con su novela El hijo (2001); y, Juan Alberto Conde Aldana, con su novela Punto ciego (2000).
Ha llevado a esta decisión, por unanimidad, las siguientes consideraciones:
La novela ganadora cuenta la historia de un personaje literario mezquino, ególatra y de moral mediana que se construye a partir de un estilo declarativo y un tono íntimo de principio a fin, lo cual hace de esta una propuesta literariamente sólida. Hay economía de recursos narrativos, construcción de personajes y un diseño redondo de la estructura. El hombre que imagina narra cómo Antonio Guzmán enfrenta las últimas semanas de vida de su madre, a quien no quiere visitar. En medio, el lector es testigo de los hechos y de cada uno de los conflictos morales de su familia, un mundo que da pistas de su comportamiento.
Así mismo, el jurado reconoció como finalistas las novelas: Ese inquieto animal que llevamos dentro y El gran masturbador (Una historia para leer en el retrete), presentadas con los seudónimos Sofía Auerbach y Salvador Dalí, respectivamente.
Aunque en principio cercanas en su núcleo temático (dos primeras personas impulsadas por el deseo de escribir y la frustración de apenas conseguirlo sin reconocimiento), ambas novelas desarrollan dos maneras diametralmente opuestas de esta premisa. La primera se construye desde la serenidad, con la frustración de la escritura como sentimiento clausurado, tejiendo a partir de tal leitmotiv la historia de vida de un hombre de cuarenta años, padre, casado, académico, y con mucho trasegar vivido y ahora recordado en la novela. La segunda es expresión de vitalidad. Un torrente de anécdotas hilado desde un manejo impecable del estilo libre indirecto, capaz de conectar en instantes decenas de personajes y hechos entre juveniles y frescos. En suma, dos novelas entonadas, suficientes en el manejo de sus elecciones formales y sólidas en sus apuestas por la concisión y la estructura limitada, elementos propios del género de la novela corta.
Al concurso se presentaron 42 novelas. Más que desglosarlas a partir de sus ofertas temáticas, cabe destacar un alto porcentaje de obras muy cerca de poder considerarse acabadas. Pero también, un porcentaje considerable de trabajos que incurren en pecados comunes: sentimientos crispados que el lector no sabe a quién pertenecen, ingenuidades imperdonables (lugares comunes) y desprolijidad en las mínimas convenciones narrativas, es decir, en cosas como los códigos de acotación de los diálogos, la puntuación o un sentido sostenido de la redacción.
El concurso, organizado por el Área de Creación Literaria del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central, otorga un premio de $5.000.000.oo a la novela ganadora, y la publicación de la misma por la Universidad Central conforme a las bases del concurso.
En ediciones anteriores, el Concurso Nacional de Novela Corta, Premios de Literatura Universidad Central, lo ganaron Daniel Andrés Villabón Borja, con la novela La soledad del dromedario (2010); Alejandro Cortés, con la novela Notas de inframundo (2009); Alejandra López González, con la novela Hot hot Bogotá (2008); Javier Correa Correa, con la novela Si las paredes hablaran (2006); Oscar Pantoja, con su novela El hijo (2001); y, Juan Alberto Conde Aldana, con su novela Punto ciego (2000).
1 comentario:
La soledad dedromedario me gustó, ahora habrá que buscar la novela premiada este año para valorar.
Un saludo
Publicar un comentario