11.8.11

Los crímenes en la República de Weimar

Las novelas berlinesas de dos escritores, Philip Kerr y Volker Kutscher, ubican a sus detectives entre 1918 y 1933, en un período donde acecha la sombra del nazismo
LOS PRIMEROS NAZIS. Los inicios del movimiento nacional socialista en la República de Weimar. foto.fuente:Revista Ñ

La ciudad mítica, la época de oro, combinan en el imaginario del siglo XX y se sitúan en el Berlín de la República de Weimar (1918 a 1933). Un personaje en la sombra y al acecho era Johann Reichhart, ejecutor. Era un hombre meticuloso y mentalidad burocrática. Durante Weimar guillotinó a ciento setenta y dos personas, durante el III Reich a 2.800, casi una al día; después de la guerra fue asistente de los verdugos aliados en ejecuciones de criminales de guerra, un récord de tenacidad en la eficacia. La gravitación de Reichhart era real pero también simbólica, como esas pesadillas que al acecho esperan su turno. A través de la literatura conocemos ese período de Berlín por Franz Biberkopf, el hombre que no puede escapar del delito, gracias a la maliciosa pericia de Alfred Döblin, que lo inmortalizó en Berlin Alexanderplatz. También nos ha llegado el cabaret (representado en El ángel azul y en el cine estadounidense), lugar de expansión de ideas de sátira y rebelión; ámbito de un tipo de ironía que suele asociarse al carácter berlinés, y a la mayoría de los acontecimientos políticos, sociales y culturales que desembocaron en la llegada de Hitler al poder y al fin de ese mundo. La constitución de Weimar (1919) transmitía espíritu de concordia y mutuo entendimiento, y como tal, la indefinición y ambigüedad. En Weimar no se instauró un Estado nuevo, sino que se dio al Deustche Reich (que conservó tal denominación) una nueva forma republicana.

El clima político

En Berlín y otras ciudades la lucha política a principios de los años treinta se libraba en la calle. En algunos barrios, como Kopenick, Moabit o Wedding, no era muy prudente llevar la camisa parda, y los militantes nacionalsocialistas se enfrentaban a organizaciones de izquierda reagrupadas en el Frente Rojo, KPD (Partido Comunista Alemán), el SPD (Partido Socialista Alemán) y a otras organizaciones comunistas y socialdemócratas. Amenazas, ataques a militantes, barricadas y asaltos a salas de reuniones de los partidos eran hechos de cada día. Y todo ello ocurría sin que la policía republicana pudiera hacer nada.

La delincuencia "no política" proliferó esos años y de eso se ocuparon tanto el ex inspector jefe de policía Bernie Gunther como el comisario Rath (ambos de la Cripo, policía criminal prusiana). Gunther, que es una afectuosa creación del escritor escocés Philip Kerr, cuenta su historia desde el III Reich, con permanentes referencias al período Weimar; improbable detective privado en la era de Hitler, combatirá en la guerra y matará por mandato. Pero no dejará de recordar la época en que capturó al famoso estrangulador Gormann, guillotinado por Johann Reichhart "en ocho segundos". Los años de la república son su referencia sentimental y ética. Miembro de la policía desde 1922, la abandonó en 1933, renunciando a una jubilación anticipada. Conserva amigos "de Weimar" o del "otro Berlín", insertos en el aparato del poder, y juntos conspiran en una suerte de ilusión que se plasma en el recuerdo melancólico de los tiempos de la guerra civil, la república espartaquista, el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, la hiperinflación y los enfrentamientos políticos, casi todos hechos atroces. Otro Berlín nos llega entrelíneas, y allí están Bertolt Brecht, Heinrich Mann, Franz Werfel, F.W. Murnau y Fritz Lang, George Grosz y Otto Dix. Atmósfera de horror y humor en el presente de Gunther, nostalgia en su pasado weimariano. Gunther desborda sentido del humor y se juega la vida con sus bromas y burlas. Entre sus clientes están Hermann Göring y el fatal Reinhard Heydrich, sutil extorsionador y asesino de masas.

Crimen organizado

El comisario Rath, creado por Volker Kutscher, no es berlinés; ha llegado a la ciudad desde Colonia, donde su padre es jefe de la policía criminal y amigo de Konrad Adenauer. Es un buen profesional que necesita desprenderse del yugo moral a que lo somete su familia. En Berlín se encuentra con los enfrentamientos políticos y reflexiona "en el sepelio de Wessel los nazis canonizaban a su muerto como si fuera un mártir, los rojos como si fuese un mal bicho: ambos mentían". Wessel, asesinado por los comunistas, era un típico idiota nazi que había compuesto una canción campestre, loa a la naturaleza superficial que fue inmortalizada como "La canción de Horst Wessel" y cantada por las saludables juventudes hasta el final de la guerra. Rath va al sepelio para ver qué aires tiran. En el Berlín de finales de los años treinta, al margen de los enfrentamientos políticos, reinaban distintas Ringvereine, asociaciones en las que se había organizado el crimen de la ciudad y que eran tan buenas y eficaces, cuando no mejores, que las inspecciones más importantes de la jefatura superior de policía. La última novela de Kutscher, aún no publicada en castellano, centra la peripecia en el mundo del cine y en el momento del cambio del mudo al sonoro ("¿es o no es arte este invento"?). Actrices prometedoras son privadas de sus cuerdas vocales a fuerza de bisturí y a continuación son asesinadas; los hechos pueden leerse como una metáfora de la disputa entre lo establecido y la modernidad que amenaza su pervivencia. Pero también como un anticipo del silencio a que serán sometidos el pueblo alemán y Europa entera. Los casos se resuelven, pero Rath sabe que por poco tiempo. Observa: "Ha nevado durante la noche y la nieve ha depositado sobre el mundo un velo blanco que, al menos por un instante, le ha devuelto la inocencia. Desde ahí arriba la ciudad parece haber brotado de un cristal blanco. Una bella imagen. Una última y bella imagen." Philip Kerr escribió seis novelas con el detective Berhard Gunther. Las que retrotraen en su recuerdo al período Weimar son Violetas de marzo, Pálido criminal y Si los muertos no resucitan (RBA Libros). Volker Kutscher ha escrito, con Rath como protagonista Sombras sobre Berlín (Ediciones B) y La muerte muda (de próxima publicación en la misma editorial).

En todas estas novelas, a modo de alusión omnipresente, se insinúa la figura de Johann Reichhart el ejecutor, como una premonición o un recuerdo de lo que hay detrás de todo intento de estabilizar la realidad: la amenaza, crimen y castigo.

No hay comentarios: