Profesora de la U. Sherbooks habló de su libro Fútbol desde la tribuna: pasiones y fantasías
"Yo hago una suerte de arqueología del fútbol que analiza sus aspectos más profundos", dice Beatriz Vélez, hablando de su libro.foto:Rodrigo Sepúlveda.fuente:eltiempo.com
María isabel Rueda: Su libro está provocando grandes controversias entre hinchas y no hinchas...
Beatriz Vélez: Porque el libro analiza el fútbol en su universo total, en el cual hay aspectos positivos, pero también negativos.
Y que no se equivoquen. No es un libro contra el fútbol, sino sobre el fútbol...
Exactamente. Hace más de veinte años que me propuse estudiarlo, cuando vi que comenzaba a levantarse en el horizonte un fenómeno urbano de una enorme potencia.
La pregunta clave es: ¿el fútbol es definitivamente un deporte machista, del cual en principio están excluidas las mujeres?
Históricamente sí. El fútbol fue un deporte concebido para hombres, como todos los deportes, además. Muy a la medida de la psiquis masculina, y las mujeres han estado excluidas. Pero eso ha venido cambiando, gracias a las batallas que nosotras mismas hemos dado.
¿Por qué dice que en el campo están en juego Marte y Eros?
Porque como es un universo total, está compuesto de lo negativo y de lo positivo. De tesis y antítesis. Ahí Marte opera en el sentido de que es una competencia, una guerra civilizada, y por eso en el juego se utilizan términos guerreristas y belicistas, como cañoneros... Ese es un componente. Pero el otro, y es lo más atractivo del juego, es que ese esfuerzo belicista no es exactamente a través de las armas sino de un instrumento tan precioso como es el cuerpo humano y la bella jugada, que despierta también el trabajo del inconsciente, de las emociones profundas de la materia, de eso que se llama Eros, que nos acerca de una manera positiva al fútbol y a la vida.
¿Usted comparte la tesis de que las emociones del fútbol son comparables a un orgasmo?
Esa comparación la he escuchado en el trabajo de terreno con actores directos y hasta en medios de comunicación. Lo más importante es que es la palabra mayor de Eduardo Galeano, que no es un periodista deportivo ni un locutor, sino un intelectual muy reconocido en América Latina que se ha ocupado de los problemas políticos y económicos del continente. Es que el análisis del fútbol no es algo frívolo. Y ese intelectual tan ocupado fue el que comparó al fútbol con un orgasmo. Ratifico que es una palabra mayor y que hay que tomarla en serio. Y fue la clave para que yo me interesara en investigar todos los componentes antropológicos que están en el juego y que me parecen formidables, pero que tienen también sus aspectos negativos.
¿Es cierto que el fútbol es todo un ritual sexual?
Las fuerzas síquicas y del inconsciente son muy potentes y la sociedad tiene que cuidarse mucho de dejarles las riendas sueltas a esas expresiones, pero hay controles sociales para que todo esto no tenga un cauce desbordado. Las sociedades ponen freno al contacto físico, al voyerismo que provoca ver el cuerpo humano en su expresión más pujante.
Somos agentes de una sociedad que nos regula con sus pautas y no vamos a expresarlo tan abiertamente. Pero si mira las expresiones que se suscitan en el bello juego, la hazaña innombrable, irrepetible, pues el desbordamiento es de un contacto físico y eso es sexo. No hay que mirar con tanta moralidad eso.
Dice en su libro que es intrínseco humillar sexualmente al contrincante en el fútbol...
Pertenece a una lógica interna del terreno de juego, que los espectadores nunca vemos ni escuchamos, pero sí los actores del juego. Incluso, me han dicho que hay jugadores que no son tan buenos técnicamente, pero que se contratan para que degraden moral o síquicamente al otro. Se le dice que no es hombre, que muestre su virilidad. Prueba de eso son grafitis, como uno en Medellín, en el que los hinchas del Nacional, sobre una propaganda que hacen los hinchas del Medellín que se autodenominan DIM, le escriben encima "DIMos culo". A los del sur, que son un grupo de aficionados del Atlético Nacional, se les antepone "las del burdel". Se trata de degradar deportivamente la virilidad del adversario, feminizándolo. Cuando se les dice que no tuvieron huevos es que no fueron tan viriles. Al árbitro le gritan cosas como que tiene puesta una toalla higiénica. En Francia le dicen váyase a tejer, o a la cocina".
¿En ese mismo contexto podemos interpretar los gestos entre los jugadores de cogerse por sus partes íntimas?
Pero, claro. En esas celebraciones del juego intervienen posiciones muy sexuales. Es un deporte que pone en escena esa noción de virilidad, pero irónicamente permite la expresión de formas de ser muy infantiles: se tiran al suelo, hacen palomitas, todas cosas muy cómicas y muy infantiles que vemos después del gol.
¿A eso se refiere cuando dice que el fútbol es un ritual del paso de la infancia de un hombre al mundo viril?
Como es un deporte históricamente masculino, los padres, los tíos, los profesores, introducen a los niños a este mundo adulto del fútbol. A través del fútbol los alejan del mundo femenino, donde la madre tiene tanto poder. El padre, que es callado en la casa, se vuelve un vociferante sin par en el estadio gritando y expresando mucho cuando no expresa nada en la casa.
También, que es una oportunidad de ese hincha de ratificar públicamente la pertenencia a un grupo de identidad sexual...
Es lo que se llama 'barras bravas'. Hombres jóvenes que no tienen muchas oportunidades sociales, se agrupan en una barra en la que la individualidad se pierde y se vuelven muy fuertes y prepotentes, se sienten verdaderos machos, pero con una prepotencia que se afirma de manera sexual. Provocan peleas callejeras donde se muestra un poderío de una virilidad muy obsoleta, pero que funciona todavía. Todo eso hace que esos hombres, de manera muy descontrolada, afirmen esas funciones que de todas maneras están en la siquis humana, no solo masculina, pero las mujeres somos más prudentes y reservadas para expresarlas.
¿El hincha de fútbol es un hombre sexista y homofóbico?
No en su gran mayoría, pero sí en una alta proporción. Lo que me pregunto es cuáles son las condiciones de la sociedad para generar individuos tan frágiles, que necesitan afirmarse de esa manera tan virulenta.
¿Cuáles son los que usted llama estragos sociales derivados de la virilidad en el fútbol?
Pues esa violencia inusitada, ese afán de destruir, de confrontar a todo el mundo, de arrancarle la camiseta al pobre joven que va por ahí, de agredir corporalmente a los demás, de sentirse prepotentes porque el equipo hizo un gol. Esas expresiones vandálicas, agresivas, fanáticas, depredadoras, son las que de alguna manera hacen ruido, impactan a la sociedad y forman parte de esos componentes duros del fútbol que me horrorizan.
¿Esa expresión simpática de las 'viudas del fútbol' existe en realidad?
Hay una gran proporción de mujeres que padecen eso, porque hay hombres que en función del fútbol no tienen mucho espacio para la vida familiar.
Se dice incluso que el fútbol es la única amante que una mujer le tolera a su marido...
Es una actividad tan potente en la siquis masculina, que los hombres se sienten felices y eso es válido. El fútbol les permite socializar y desfogar sus fuerzas síquicas. Las mujeres que no tienen esos espacios públicos para hacerlo, o se pliegan a ellos -como es el caso de la gran mayoría de las fanáticas-, o nos sentimos abrumadas por esa escasez de hombres en la vida cotidiana. Históricamente ha habido un enfrentamiento claro, que sostiene también el escritor y periodista Vicente Verdú, entre la casa y el fútbol, que la sociedad moderna está tratando de corregir, porque las mujeres están participando más, pero aún la mayoría de hombres cree que las mujeres no sabemos de fútbol.
¿Será cierto?
Puede que sí, porque es un deporte complicado. Tiene reglas simples, pero está lleno de arandelas difíciles de entender.
¿Su libro es una mirada de mujer al fútbol?
Posiblemente sí. Lo que pienso es que el fútbol es un deporte de mucha potencia, tiene ese elemento sociológico tan profundo, porque la vida diaria está invadida completamente por el fútbol, pero también por ese componente antropológico que lo hace un deporte tan bello. Como es tan potente, llama la atención de mujeres y hombres. Soy mujer y eso tiene un factor perturbador para el hincha radical. Pero como lo miro desde la barrera, mi mirada sí puede ser más aguda, sin dejar de reconocer su belleza.
¿La reacción a su libro es previsible que sea la de: ¡claro, tenía que ser una mujer!?
Seguramente y van a pretender descalificarme. Deberían tener curiosidad por correr un poquito el horizonte de su perspectiva hacia aspectos que no han pensado del fútbol, pero que viven como aficionados, o no entenderán nunca el contenido filosófico muy profundo del fútbol.
¿Qué espera que pase con su libro?
Que los que lo lean agarren otras claves para comprender mejor cosas que viven desde el punto de vista del entendimiento. Eso es lo que constituye la cultura. Podrán entender aspectos del fútbol que quizás habían sospechado, pero no entendían claramente porque se trata de cosas que están muy escondidas.
Por último, una pregunta de hincha y no de socióloga: ¿vamos a ganar?
Es bastante probable. Ahora vienen unos encuentros más depurados con rivales que están más crecidos. Sería un gran placer para Colombia, y yo sería la primera en reconfortarme, esperando eso sí que las celebraciones sean cautas y que tratemos de minimizar las acciones de los hinchas más radicales.
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