De Bolívar a Buenos Aires. Lozano decidió que un pueblo era el mejor lugar para escribir.foto.fuente: Revista ÑTodavía emocionado por lo ocurrido cuando ganó el Premio Clarín, Lozano habla de su literatura. Y de cómo llegar al lector
Pueblerino por nacimiento y por elección, Luis Lozano, el flamante ganador del Premio Clarín de Novela 2011, nació en Bolívar, provincia de Buenos Aires y allí volvió después de vivir en Buenos Aires, en Mar del Plata y en Santiago de Chile. Lo hizo por una razón muy simple: porque es el mejor lugar para escribir. Porque allí el tiempo es más generoso y se puede dedicar sin culpas a la escritura. Y porque las historias se encuentran al alcance de la mano, a la espera de un escritor que las sepa escuchar. "El otro día una viejita me señaló un galpón: 'Allí velamos a Evita' , me dijo. ¿Cómo velaron a Evita en el pueblo de Pirovano? Ocurre que se hicieron velorios simbólicos en distintos pueblos. La gente iba, sabía que Evita ahí no estaba y lloraba delante del cajón. ¿No es fantástico? Eso ya es una novela," cuenta Lozano, que trabaja con estas anécdotas que traen sus alumnos, en los talleres de escritura que dicta en su ciudad y los pueblos vecinos.
Sin embargo, esa soledad perfecta para dedicar a la escritura no siempre es la mejor ayuda para acceder a los lectores. En ese sentido, los autores del interior están en desventaja en relación con los de Buenos Aires a la hora de encontrar un editor. Con varios premios en su haber y dos novelas publicadas, Lozano vivió en carne propia esa dificultad para llegar a su público. La alegría enorme que sintió al recibir el premio, confiesa, tiene que ver con la posibilidad de superar esa barrera: "Ojalá el premio sirva para aplacar un poco la angustia y la incertidumbre de que alguien te lea. Porque uno escribe porque le gusta pero también escribe para otros, para ser leído".
Y otra de las satisfacciones del premio, agrega, es que los primeros lectores de su novela sean escritores como Rosa Montero, Edgardo Cozarinsky y Juan Cruz. "Que Juan Cruz compare mi novela con los libros de Juan Rulfo es una alegría incomparable", confiesa, el día después de la gran noche, un poco agotado de dar entrevistas una tras otra.
"Te confunde, te hipnotiza, te atrapa". dijo Rosa Montero de Lloverá sobre nosotros, la novela ganadora, mientras que Edgardo Cozarinsky destacó su carácter enigmático, el juego seductor de apariencias en que involucra al lector. La trama de la novela se estructura alrededor de un personaje misterioso, Vieytes, quien convoca a Gauna, el narrador, para que lo ayude a realizar una obra teatral en el pueblo de Providencia, "en una superposición del espacio ficticio con el real", como explica el protagonista. En la obra, todos los habitantes del pueblo representarán un papel distinto del habitual, pero el único que conoce la totalidad de la obra y maneja sus hilos es Vieytes. Las voces del narrador y de dos personajes que fueron cruciales en la vida de Vieytes van completando el rompecabezas del pasado de este personaje oscuro. La representación final guarda sorpresas y nuevos interrogantes tanto para los personajes como para los lectores de la novela.
Edgardo Cozarinsky observó que tu novela se va construyendo como un policial, con un enigma o varios a resolver. ¿Coincidís con esa idea?
Creo que lo que tiene de policial es el elemento de investigación, de desciframiento. Me interesa mucho ese comentario de Cozarinsky porque a mí me atrae mucho el desplazamiento de los géneros. ¿Se puede decir, por ejemplo, que Respiración artificial, de (Ricardo) Piglia, es una investigación? En un punto sí, pero no es una novela policial. En esta novela, Vieytes, el protagonista, va cifrando una realidad que Gauna, el narrador, tiene que descifrar y eso es propio del policial.
Hay un juego de ficciones en la novela, una construcción de una ficción a develar y un enigma perturbador. Como en ciertos relatos de Borges, en los que se teje una ficción como un señuelo para atraer a la víctima.
Como en La muerte y la brújula, claro. Sí, no fue deliberado pero creo que cuando uno admira tanto a ciertos escritores es como si algunas cosas se colaran, queda como una respiración. Y también creo que tejer una ficción para atrapar al que lee es también lo que pretende el escritor. Esta situación en la que hay alguien que cifra y otro que descifra, en la que se va enredando ficcionalmente al otro es como un espejo de la relación del autor y el lector. Como decía Rosa Montero anoche, yo también quiero hipnotizarlo.
En tu novela el pueblo es el centro. ¿Cómo se relaciona esto con tus vivencias de pueblo?
Yo vivo en un pueblo grande, Bolívar, casi una ciudad. Pero cerca hay un caserío, un pueblo chico, que me sirvió de inspiración para Providencia, donde se representa la obra en la novela. A mí me gusta el funcionamiento de un pueblo. Me llama la atención el control social que existe. Y, narrativamente, me atraen las posibilidades de ese ambiente cerrado, es como escribir una novela que transcurra en un barco o en un tren. Pero también tiene que ver con mi fascinación por las novelas que leía de chico, que transcurrían en la campiña inglesa, policiales bien clásicos con mucha investigación como los de Leo Bruce y otros autores poco conocidos, que transcurrían en comunidades cerradas con mucha delación entre los personajes. En la serie Twin Peaks, de David Lynch, hay algo de eso también.
El protagonista, Vieytes, arma una representación cuyo guión completo sólo conoce él. Llama a esto "teatro comunitario", pero parece algo irónico. En este personaje delirante parece haber un paralelo con ciertas formas totalitarias.
Es cierto que se puede hacer una lectura política, aunque yo lo pensé más en relación con el delirio místico del personaje. Podría ser la Alemania del 33. Con respecto a esta pregunta de por qué las cosas son así en la novela, me atrae mucho el desparpajo de Tarantino, que en su película puede apartarse de la historia y representar la muerte de Hitler en un teatro.
¿Qué rol tiene la filosofía en tu novela?
Cuando la escribí estaba leyendo sobre (el filósofo Emanuel) Swedenborg y ahí surgió la idea de incluirlo. Lo puse como un elemento lúdico más.
Se lee como una clave de ese enigma que hay que descifrar.
Claro, es una manera de jugar ¿no? Es muy difícil responder a estas preguntas y decir la verdad. Porque no se sabe la verdad real. En la novela, Gauna dice: "Me pide lo imposible, me pide que cuente la verdad". Se supone que sé más de la novela porque yo la escribí, pero es una cuestión de roles, yo escribo, vos descifrás, pero en este momento quizás sepas más vos de la novela que yo.
¿Qué escritores contemporáneos te interesan?
Me gusta mucho Marcelo Cohen, las novelas de Ricardo Piglia -la última sucede en Bolívar-, ese aparente desorden de Piglia, como si fuera un falso mecanismo de resortes, en el que parece todo desconectado pero está brillantemente unido.
Lozano cuenta que suele partir de una idea o de una imagen potente. En este caso fue la superposición de realidades, en su primera novela, Una mujer sucede, la imagen de tres hombres jugando al truco sobre el cajón de una muerta. "Todo el proceso de escribir la novela es la indagación que hace el escritor para saber de dónde salió eso, qué significa, a dónde va, eso es para mí escribir una novela."
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