La escritora sueca Maj Sjöwall recibe el octavo Premio Pepe Carvalho, acto cumbre del festival de literatura de género BCNegra
Maj Sjöwall, autora, junto a su marido, el
desaparecido Per Wahlöö de la serie de novela negra del detective
Martin Beck, posa en Barcelona. /Joan Sánchez./elpais.com |
Maj Sjöwall y Per Wahlöö escribieron sus 10 novelas del inspector
Martin Beck a mano y sentados uno frente a otro. “Trabajamos muchísimo
antes de escribir Roseanna, la primera, porque no es fácil
hacerlo a cuatro manos ni tener la misma inspiración. Queríamos que la
mezcla de nuestros dos estilos fuera perfecta y queríamos un lenguaje
fácil y periodístico”, explicó ayer la escritora sueca Maj Sjöwall ,
horas antes de recibir el octavo Premio Pepe Carvalho, el acto cumbre de
BCNegra.
Lo del humor, presente en cada una de las novelas, les fue fácil.
“Los dos teníamos un gran sentido del humor”. Hicieron el esquema de las
10 novelas y la biografía del inspector Martin Beck y de otros
personajes habituales. Cada novela tendría 30 capítulos y aparecería una
al año. Titularon la serie Novela de un crimen. “Muchos
piensan que nos referimos a los crímenes que aparecen, pero no. El
verdadero crimen es el de la socialdemocracia sueca que traicionó a la
clase trabajadora”.
Sjöwall (1935) y Wahlöö (1926-1975) militaron en el Partido Comunista
sueco. “Nos afiliamos porque apareció un líder intelectual dispuesto a
transformarlo y adaptarlo a Suecia, más moderno, más marxista y menos
estalinista. Nosotros trabajamos en una revista semanal del partido para
jóvenes. Lo dejamos en 1969, después de lo sucedido tras la Primavera
de Praga. Además, a mí lo del activismo no me iba mucho”.
La pareja concibió la serie como un proyecto político y eligieron el
género negro para llevarlo adelante. “Queríamos ser muy realistas y
mezclar la política y el discurso con el entretenimiento. Realismo y
humor, esta es la clave. Queríamos que nos leyeran, vender muchos
libros”.
Las novelas están llenas de guiños. En las primeras páginas de Roseanna,
aparece un turista vietnamita. ¿Un turista vietnamita en la Suecia en
los años sesenta? No puede ser. “Es uno de esos detalles escondidos que
nos gustaban tanto. Estábamos contra la guerra de Vietnam. Yo a veces
introducía palabras raras y los lectores me decían que las tenían que
consultar en el diccionario. Mejor, así paráis de leer y podéis
reflexionar un poco, contestaba yo”.
Sjöwall tiene la biografía de Martin Beck en la cabeza: “Nació en
1922 y antes que ser reclutado por el Ejército en la II Guerra Mundial
prefirió hacerse policía. A medida que asciende en el escalafón se da
cuenta de que no le gusta mandar, que prefiere seguir pateando las
calles. Es un funcionario diligente y tiene empatía, por eso es un buen
interrogador. Se dedica intensamente al trabajo y su mujer se va
amargando poco a poco. A mitad de la serie, se divorcian. En los últimos
tiempos ya no le gustaba demasiado su trabajo. Se jubila a los 65 años,
se reúne con sus hijos y juega al ajedrez. A Martín Beck no le gustaría
esta sociedad tan informatizada”.
Roseanna fue la primera que se publicó, en 1965, y Los terroristas,
la última, en 1975. “Per murió antes de publicarla y dos meses antes de
la muerte de Franco”. Con el objetivo cumplido, Sjöwall dejó de
escribir novela negra y también de leerla. Se dedicó a la traducción.
“No tengo ganas de vincularme a un mundo editorial cada vez más
mediático”.
Tiene tres hijos, cinco nietos y un biznieto que ocupan casi todo su
tiempo. Ha viajado a Barcelona acompañada por su nuera, Lottis Wahlöö,
casada con su hijo Tetz. Acabada la rueda de prensa y las entrevistas,
Maj solo pensaba en ir a beber una cerveza y comer tapas, dijo en un
rudimentario castellano. “Es la tercera vez que visito Barcelona y
siempre ha sido por poco tiempo, me gustaría volver con más calma”.
Los libros de Martin Beck empezaron a aparecer en España en los años
setenta, pero sin orden ni concierto. Fue RBA la editorial que decidió
publicarlos por orden cronológico desde 2007. Acaba de aparecer el
último, Los terroristas. Casi todos llevan prólogos de autores como Henning Mankell, Jonathan Franzen, Jens Lapidus, Michael Connelly o Jo Nesbo.
A Sjöwall no le apetece hablar de la crisis económica. ”No entiendo
de dinero ni de economía ni de finanzas. Suecia ha cambiado como todo el
mundo. El dinero es ahora lo más importante. Creo que el periodo de
inocencia de Suecia acabó con el asesinato de Olof Palme. En mi época
las cosas iban más despacio. Es difícil digerir todo lo que está
pasando”.
Sjöwal y Wahlöö son considerados los maestros de la novela negra
nórdica, pero Sjöwall opina que ella y su marido no tienen discípulos.
“Los libros que me gustaría leer no existen. Escriben historias medio de
amor medio criminal en las que no me reconozco. Los autores ya no se
interesan por la política, solo por el dinero. En una historia de amor
ponen cuatro cadáveres y un policía y ya está: una novela un poco
esquizofrénica. Hay menos compromiso político”.
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