Publicado en 1971, Honrarás a tu padre, de Gay Talese, es un verdadero clásico del “nuevo periodismo”, un retrato sobre Los Bonanno, una de las familias que manejaban el crimen organizado en Nueva York
TALESE. Fue considerado por Tom Wolfe como un referente del Nuevo Periodismo./Revista Ñ
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Que las historias de la Mafia nos fascinen se lo debemos en
parte a la voz cascada de Marlon Brando haciendo de Vito Corleone en El Padrino, y a la verborrea de Joe Pesci en el papel de Tommy en Buenos muchachos. También al enamoradizo y despiadado Jack Nicholson de El honor de los Prizzi,
al panicoso y poderoso Tony Soprano, y por qué no, a la parodia acerca
del submundo del hampa que hace Woody Allen en su ensayo “Para acabar
con la Mafia”.
Es decir, que las historias de mafiosi y de los
bajos y húmedos fondos de las grandes ciudades norteamericanas nos
fascinen, se lo debemos en parte a la pintura del imaginario cultural. Y
ese imaginario, cuando se vuelve un producto, forzosamente elimina los
tiempos muertos y todo lo que no hay de “entretenido” en la vida de un
mafioso. Además como lo que vemos son ficciones, es inevitable que
queden a flote preguntas como: ¿en serio tienen tanta sangre fría?, ¿en
serio sus mujeres son tan chillonas?, ¿en serio todos los capos se
parecen entre sí?, ¿en serio todos tienen apodos? Etcétera.
Una parte de Honrarás a tu padre,
reedición del clásico de 1971 escrito por el periodista Gaetano “Gay”
Talese, refiere a esos estereotipos, al contar que a los gángsteres les
gustaba ver la serie de los 60 Los Intocables: “Lo
consideraban como pura comedia y sátira. Se reían de comentarios que no
pretendían ser graciosos; se burlaban de las torpes caricaturas de sí
mismos; abucheaban y se mofaban de los personajes que representaban al
FBI o a la policía, convirtiendo el acto de ver la televisión en una
especie de psicodrama”.
El hijo del sastre
Talese
era hijo de un sastre calabrés que se enfurecía porque en las series
policiales aparecía siempre algún criminal de origen italiano, y para
colmo tuvo que tolerar la fascinación de Gay por las andanzas de Lucky
Luciano y Vito Genovese que aparecían compulsivamente en los periódicos.
El honesto sastre llegó a decir que todo era un invento del FBI, tanto
le dolía presentir que en algún momento Italia iba a convertirse en
sinónimo de Mafia.
La familia
Gay
Talese trabajó cerca de siete años en ese libro de casi seiscientas
páginas sobre la historia de los Bonanno, una de las cinco familias que
manejaban el crimen organizado de Nueva York. Sus años de esplendor
fueron los 40, cuando el Don Joseph Bonanno era un verdadero
multimillonario con negocios en la prostitución, la usura y las
apuestas, y la decadencia empezó a fines de los 50, cuando el gobierno
dejó de tolerar un negocio clandestino que se apoderaba de miles de
millones de dólares al año. Pero el libro no empieza con el apogeo de
los Bonanno, sino con la calma que precedió a la tormenta de su caída. Y
su protagonista no es el capo Joseph sino Bill, su primogénito y
natural heredero del imperio construido por su padre siciliano.
Talese
trabajaba en The New York Times cuando en 1965 la policía atrapó a Bill
Bonanno. El periodista, de entonces 33 años, fue a cubrir su audiencia
judicial y allí mismo le pidió un encuentro en vistas a escribir sobre
su infancia. Para Talese, la información que circulaba en diarios y
fuentes ponía el énfasis en todo lo que la Mafia podía tener de grotesco
y parodiable. El en cambio quería saber “cómo pasaban aquellos hombres
las horas de ocio que sin duda llenaban la mayor parte de sus días, cuál
era el papel de sus esposas, cómo era la relación con sus hijos”.
Unos
meses después Bill aceptó cenar con él y fue en compañía de su abogado.
La charla duró varias horas, se entendieron, y Bill aceptó
“protagonizar” un libro que no sospechaba se convertiría en un
best-séller apenas vio la luz.
Se trata de una gran crónica que no
se ahorra esas “horas de ocio” que buscaba Talese. El, que ya había
escrito el famoso perfil “Frank Sinatra está resfriado”, y que había
compuesto trepidantes retratos de los boxeadores más famosos de su
época, se encontraba de pronto ante un proyecto titánico que, si había
de respetar, no podía acelerar. Hizo bien en elegir a Bill, que le abrió
las puertas de su casa y tenía una memoria tan poderosa como los
mandatos familiares, explícitos o no, que se cernían sobre él. Talese
completó el panorama viajando Castellammare del Golfo, el pueblo de
Sicilia del que surgieron los Bonanno. Y con una prosa minuciosamente
afinada con los momentos de la narración, publicó el primer libro de no
ficción que penetró en el mundo cotidiano de la Mafia: las relaciones
familiares, la escolarización de los niños, los “rangos”, las
rivalidades, las lealtades y la identidad. Porque Honrarás a tu padre
también puede leerse como el complejo tratado de una cierta identidad,
de un cierto modo de vivir, en el que unos hombres, siempre nostálgicos
de su tierra natal, proyectan el destino de unos hijos que no sienten
esa nostalgia ni nacieron en sitios arrasados por la pobreza. Por eso el
título del libro, uno de los mandamientos bíblicos, se vuelve epifánico
al terminarlo: no sólo refiere a la relación entre Joseph y Bill; de
alguna manera, Gay estaba honrando también a su propio padre.
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