El volumen recoge una selección de esas prosas que dan forma a recuerdos, sensaciones o deseos
Portada de Libro de crónicas, de António Lobo Antunes./revistadeletras.net |
Octavio Paz afirmaba en Quadrivio que los poetas no tienen biografía, que la biografía es su obra. En la de Lobo Antunes, un episodio, en forma de crónicas, da cuenta de una parte del recorrido existencial del autor de Memoria de elefante y ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar. Debolsillo publica Libro de crónicas que recoge los artículos del escritor para el diario O Publico portugués. Después de colaborar con el jornal
durante cinco años puso fin a las “pequeñas prosas”, como las llamó,
para poder dedicarse a sus libros. El volumen recoge una selección de
esas prosas que dan forma a recuerdos, sensaciones o deseos.
Tal vez sólo resista la acacia, sólo ella quede de aquel tiempo como el mástil, horadando las olas, de un barco sumergido. La acacia me basta. Arrasaron las tiendas y los patios, no tocan el Papagaio Loiro en la campana, pero la acacia resiste. Resiste. Y sé que junto a su tronco, si cierro los ojos y acerco el oído a su tronco, he de oír la voz de mi madre llamando- Antóóóóóóóónio
No hace mucho escribía sobre dos libros de crónicas que apuntaban la emergencia o reemergencia del género, el de la crónica, como nuevo boom literario.
Los acólitos de la misma se aferran a la realidad de la que se nutre y
la subjetividad que la narra como supuesto aval de calidad literaria.
Más allá de ello, si aceptamos que todo es una construcción, no hay
manera de saber cuál es el punto originario de una obra, ese momento que
la distingue del relato de un hecho a una ficción supuestamente
inventada de la nada. Si como dice Foucault, no hay
objeto sino interpretaciones, la diferencia siempre es de grado. También
es cierto que este compendio de Antunes no es un libro hecho por un
periodista. Los artículos no son fruto de un trabajo de investigación
periodístico. Quizás le haría más justicia un título que marcase que se
trata de notas periódicas. Pero la diferencia es, como digo, de grado.
Antes la Navidad era que me llevasen al circo. Más tarde era que yo llevase a otras personas al circo. Ahora que ya no hay nadie que me lleve o al que llevar yo al circo, la Navidad son las felices fiestas de las empresas en los cristales de los escaparates y las luces del ayuntamiento colgadas de los árboles, reflejadas en la acera como pequeñas manchas de colores.
Un lector puede pensar que en la crónica es, sin duda, Lobo Antunes
el que se refiere a su experiencia de la Navidad. Otro puede pensar
que, sin duda, se trata de un narrador inventado por el autor. Quizás
ambos tengan razón ya que ¿cómo distinguir ese momento en que la
escritura se basa en un recuerdo, una anécdota y pasa a ser ficción? No
es descabellado pensar que la emoción, la sensación o el impulso que da
pie a la escritura son una transferencia. Entonces, ¿esa sensación o
emoción no son reales? La valía de una obra literaria debería juzgarse
en función de su calidad, de su verosimilitud, de su estilo… y no en
función de una supuesta referencia a los hechos reales. Evidentemente la
crónica periodística tiene que hacer referencia a los hechos, pero su
valoración literaria creo que se tiene que hacer en base a los criterios
mencionados.
Cuando tenía más o menos ocho años y decidí dedicarme a la literatura, imaginaba que todos los escritores sin excepción se parecían a Sandokán Soberano de Malasia (mi héroe de entonces y de ahora).
¿El héroe de Antunes es aún Sandokán? ¿Lo fue alguna vez? El Libro de crónicas de Lobo Antunes
es una obra imprescindible para comprender parte del imaginario del
escritor que recuerda, crea y recrea sensaciones, angustias, felicidades
y dolores en forma de crónica. Octavio Paz también dice: “hay
algo terriblemente soez en la mente moderna; la gente, que tolera toda
suerte de mentira indigna en la vida real, y toda suerte de realidades
indignas, no soporta la existencia de la fábula“.
En una entrevista a un medio de comunicación Antunes dice que “lo
importante es cómo se visten las cosas con palabras. Se trata de tener
la certeza de que se está trabajando con un material anterior a las
palabras -emociones, impulsos, instintos- que por definición son
intraducibles en palabras“.
Libro de crónicas. António Lobo Antunes
Traducción de Mario Merlino
Debolsillo (Barcelona, 2013)
Traducción de Mario Merlino
Debolsillo (Barcelona, 2013)
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