3.2.14

Lennon frente a sus traumas

Una novela de Foenkinos sienta al Beatle en el diván para analizar sus familias rotas, la inseguridad, la ira, el peso de la fama y sus complejas relaciones

John Lennon, visto por Sciammarella./elpais.com

El genio de John Lennon tenía mucho que ver con sus traumas. Él era consciente de que el talento, en su caso, no brotaba de la felicidad sino de la rabia. Del niño abandonado por sus padres al joven desbordado por una fama meteórica, del hombre agresivo al activista por la paz, de su primer matrimonio precipitado y secreto a una relación hipermediática con Yoko Ono, marcado por muertes repentinas y adicciones, el primero de los Beatles apenas conoció la placidez casi hasta el final de su vida, truncada por un chiflado pistolero en 1980.
Hubo un largo paréntesis en ese frenésí, nada menos que un lustro como supuesto amo de casa. En 1975 Lennon cortó en seco su carrera y su presencia mediática. Se recluyó con Yoko y su hijo Sean en su piso del edificio Dakota, frente al Central Park de Nueva York. Quería dedicarse a los suyos por primera vez tras una vida de familias rotas. Es a ese Lennon entre los 35 y los 40 años al que el escritor David Foenkinos (París, 1974) ha sentado en el diván de un psicólogo para repasar sus recuerdos. Sus fantasmas. “Nunca dejé de escapar de mí mismo”, pone en su boca.
Lennon (Alfaguara) es una novela, pero no es ficción. El autor de La delicadeza, fan confeso de los Beatles pero nada deslumbrado por el mito, se ha documentado a fondo para meterse en la mente de su ídolo y ver sus angustias. Resulta una biografía en lo esencial rigurosa, pero con la licencia de que todo lo contará el propio John de forma muy descarnada. El monólogo, dividido en 18 sesiones, tiene ritmo, gracias a una prosa ágil y a una sinceridad perturbadora. Así analizamos, uno a uno, los traumas de un hombre frágil, que explican mucho de su obra.

Abandonado por sus padres, una hermana perdida

Lennon no tuvo una infancia feliz. Su padre, marinero, estaba siempre ausente y su madre, Julia, una bala perdida para la época, iba y venía pero no se hizo cargo de él. Lo crió y le dio techo su tía Mimi. De adolescente recuperó la relación con su madre, pero murió atropellada saliendo de casa de Mimi en 1958. Julia tuvo otras tres hijas, de otros padres, una las cuales dio en adopción en 1945: John buscó a esa hermana perdida pero esta (se llama Ingrid Petersen) no quiso responder a su llamamiento. Su padre también reapareció en su vida, y en los tabloides, atraído por su éxito, pero no quiso saber nada de él.

Había recuperado a su madre y falleció; de su padre no quería saber nada. Las repentinas muertes de Stu y de Epstein fueron dos mazazos

Boda secreta, un hijo no deseado

Lennon también precipitó su boda por el embarazo de su novia Cinthya, del que nacería su hijo Julian en 1963. Se mantuvo en secreto en pleno ascenso del grupo. Y también fue un padre ausente para Julian. Su primera esposa no fue su gran amor, y ella lo recuerda como un tipo violento. Una mañana de 1968, Cinthya se encontró a Yoko Ono desayunando en su casa en su lugar. Tuvo que hacer las maletas.

El peso de la fama

Estaba harto de que le miraran como a una estrella, de sacar un cigarrillo y que todas las manos encendieran un mechero, de que nadie le tratara con naturalidad. La persecución de las fans le trastornaba. El viaje a India para meditar con un gurú fue un intento, fallido, de huir de todo eso.

Inseguridad

No era modesto, pero sí autocrítico, y se rebelaba contra la mitificación de su obra. Renegaba de casi todo lo que compuso antes de Rubber soul (1965). “No creo en los Beatles”, cantó. Poco orgulloso de su voz —una de las más reconocibles del siglo XX—, se empeñaba en taparla tras un sonido metalizado.

Los Beatles eran su banda, pero Paul fue haciéndose con el liderazgo. En Reino Unido se odiaba a Yoko Ono; en EE UU le puso zancadillas Nixon

Un temperamento violento, un discurso pacifista

Al menos en dos ocasiones se metió en peleas que rozaron la tragedia. Luego fue activista por la paz junto a Ono, y bromeó en televisión con que no quería acabar muerto a tiros como Gandhi y Luther King. Se relacionó con revolucionarios menos pacíficos, como Jerry Rubin o las Panteras Negras de Malcolm X. Después del Bloody Sunday irlandés, en 1972, simpatizó con el IRA y hasta hay datos de que lo financió.

La rivalidad con Paul McCartney

Era John el que tenía una banda (The Quarrymen), a la que se incorporó Paul en 1958. Lennon es el líder claro de los Beatles desde el inicio hasta Revolver (1966). Luego McCartney asumió más protagonismo y, tras morir el mánager Brian Epstein en 1968, cogió las riendas de la banda. A John le dolió que fuera Paul el que anunciara la ruptura de su banda. Pasaron años enfrentados y Lennon escribió How do you sleep como un puñetazo a su excompañero. Luego hicieron las paces y hasta grabaron juntos una loca jam session en 1974.

Los hombres que amó

Foenkinos muestra a un Lennon que amaba “como a una mujer” al carismático Stu Sutcliffe, bajista fundador de los Beatles. Y sugiere que algo pasó cuando, recién nacido Julian, se largó de vacaciones con Brian Epstein, enamorado de él. Las extrañas muertes de ambos fueron mazazos. De Yoko le hace decir que es “la mujer más hombre” posible. Pero también se cuenta que por su cama pasaron muchas otras mujeres.

Enganchado a drogas blandas y duras

En Hamburgo los Beatles se dopaban con fármacos para aguantar largos conciertos; en la época de Help! fumaban marihuana todo el rato, e idearon Revolver o Sgt. Pepper's (obras maestras) colocados con LSD. Cuando se desintegraba la banda, John y Yoko eran adictos a la heroína. En su cancion Cold Turkey se describe el mono. El alcohol, del que también abusó, le ponía agresivo.

Todos odian a Yoko

Lennon se sentía uno con la artista japonesa, le era muy estimulante, pero los medios británicos destacaban de ella la fealdad, la extravagancia o que su presencia asfixiante rompiera a los Beatles. Su relación tampoco fue tan idílica: durante el fin de semana perdido, año y medio entre 1974 y 1975, Yoko consintió que John se instalara en California con amigos juerguistas y su asistente personal May Pang como amante. A su vuelta con Yoko nació Sean y John quiso sentar la cabeza de una vez.

Rechazado en EE UU

En Nueva York encontró un lugar a su medida, donde a la gente como él se les mira pero no se les molesta, y donde Yoko era respetada. Sin embargo, la Administracion Nixon puso todas las trabas por su activismo y se agarró a una detención por posesión de drogas. Tardó cuatro años, hasta 1976, en lograr la ciudadanía.

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