Los cerca de seis mil días que el autor de Rayuela vivió en la capital argentina so reconstruidos en el libro Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar, donde también se relata la relación contradictoria que mantuvo el escritor con esta ciudad a cien años de su nacimiento y treinta de su muerte
Los seis mil días de Cortázar en Buenos Aires, reconstruidos en su centenario./lainformacion.com |
"Aún cuando (Julio Cortázar) extrañaba la ciudad, al mismo tiempo
sentía una necesidad de distancia. Era una relación compleja, casi como
la que se establece con las personas", afirmó el argentino Diego Tomasi
en una entrevista , en la que detalló que detrás del libro hay
tres años de investigación.
La lectura atenta de las cartas,
novelas y cuentos legados por el genial escritor argentino, junto a
entrevistas a personas que le frecuentaron o coincidieron con él durante
los períodos intermitentes que pasó en Buenos Aires, permitieron a
Tomasi concluir que la capital argentina fue "central en su mirada sobre
el mundo y en su forma de entender la literatura y el lenguaje".
Aunque Cortázar, nacido en Bruselas el 26 de agosto de 1914, emigró a Francia en 1951 y sólo regresó siete veces a Argentina hasta su muerte en París,
el 12 de febrero de 1984, Tomasi sostiene que su decisión de "seguir
escribiendo en español, en argentino y más exactamente en porteño aún
viviendo en París hizo que estableciese ese vinculo con la ciudad que no
se va a romper nunca".
Según Tomasi, uno de los períodos más
felices de Cortázar en Buenos Aires fue la segunda mitad de la década de
los 40, cuando "disfruta de la vida en cafés, librerías, con amigos,
conoce a Aurora Bernárdez, que será su mujer después, y también conoce a
gente que lo influye mucho y le hace ser feliz".
Aunque sólo
fueron ocho días, su última visita a la capital argentina, en diciembre
de 1983, también reportó a Cortázar grandes alegrías.
"Venía a
despedirse de la ciudad, de su familia y traía la tristeza de la muerte
de su última esposa, pero el afecto que recibió aquí de parte de los
lectores, de la gente que cruzó, creo que puede contar como parte de
algunos días felices de Cortázar", asegura Tomasi.
En el libro, editado por Seix Barral,
el periodista Carlos Gabetta rememora la emoción de sus compatriotas al
reconocer al barbudo escritor de casi dos metros a la salida de un cine
porteño.
"Muchos empezaron a acercarse para saludarlo a Julio.
Gritaban ¡Está Cortázar!, y se le tiraban encima. Empezaron a abrazarlo,
a besarlo. ¡Julio, volviste!, le decían. Cantaban ¡Bienvenido,
carajo!", recordó Gabetta.
"Entraban a las librerías a buscar
libros de él, y se los traían para que él los firmara. Hasta hubo una
persona que le trajo uno de Carlos Fuentes, porque no quedaban más de él", continuó.
El
cariño del pueblo argentino contrasta con la distancia que a menudo
mostraron hacia él las instituciones, pero Tomasi señala que a Cortázar
no le importó demasiado.
Frente a los momentos felices de Cortázar
en la capital argentina, el autor antepone los últimos meses que vivió
en ella, en los que finalmente decidió cruzar el Atlántico rumbo a
París.
"Cuando escribe los cuentos que después forman el libro Bestiario, que se edita cuando se está yendo a vivir a París, ahí está
clara que la sensación que él tiene es de ahogo, de invasión, como si
se sintiera atacado por la ciudad y por las personas que lo habitan",
señaló Tomasi.
"Una vez que se va de la ciudad eso tiende a
cambiar. Es como si estando acá se sintiera invadido y estando allá
sintiera necesidad de acercarse", agregó.
Buenos Aires está
presente en muchas de sus novelas, en algunas de forma muy explícita,
como la confitería London en la que empieza y acaba Los premios,
y en otras de forma más borrosa, como en Rayuela, donde, para Tomasi,
la capital argentina aparece "convertida en ciudad fantasma, sin
concretar, a diferencia de París, donde hay una cantidad innumerable de
referencia a plazas, puentes, canales, esquinas y cafés".
En el
centenario de su nacimiento, el entrevistado cree que el mejor homenaje
que puede hacérsele a Cortázar es "es leerlo con atención, con una
mirada desprejuiciosa, por ejemplo, sobre su distancia física".
En
su opinión, las huellas del brillante escritor argentino "son a esta
altura imborrables" y "no hay manera de pensar a Cortázar sin pensar en
Buenos Aires y tampoco de pensar en la cultura de Buenos Aires sin
pensar en algún momento y entre otras personas a Cortázar.
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