Lizardo Carvajal, músico y escritor colombiano habla sobre las ventajas del formato digital en la literatura infantil y sobre su primer cortometraje animado, Malaika, una historia para niños acerca de la muerte
Lizardo Carvajal piensa que lo más difícil es conceptualizar el libro como un producto interactivo. /Cortesía Lua Books./elespectador.com |
Lizardo Carvajal es un trovador. No uno de la Edad Media o de Europa,
sino del siglo XXI y de Colombia. No se presenta en las cortes
señoriales ni canta en la lengua de Oc. Es un poeta, un improvisador, el
que encuentra el verso perfecto, cadente. Un trovador que ha recorrido
una veintena de países cantando en colegios, cárceles y en cuanto lugar
lo han dejado. Sus canciones y relatos son sus tiquetes de viaje.
Hace
unos años descubrió un apego especial por el público infantil: “Yo
sabía que lo que estaba diciendo llegaba al otro lado, que una canción
puede cambiar la visión del mundo para un chico”. Luego nació su hija
Lua y la composición pasó al papel y más tarde a la animación. Ella fue
la primera en hacerles control de calidad a las historias que estaba
creando su padre.
En 2012 Lizardo Carvajal y Juan Saab, ingeniero
de sistemas y experto en accesibilidad web, fundaron Lua Books
(es.luabooks.com), una editorial digital especializada en literatura
infantil y juvenil. El primero se encargó de escribir, ilustrar y animar
los libros, y el segundo de dirigir cada detalle técnico y encontrar
temas para desarrollar.
En dos años han creado los libros
digitales El vendedor de sandías, El pájaro de los mil cantos, El
fantástico aviario de sir William McCrow y Malaika, que además es su
primer corto animado y en sólo tres meses en You Tube alcanzó las 35.000
reproducciones. Este es todo un logro si se tiene en cuenta además que
no fue promocionada en medios, ni tuvo publicidad, ni contó con
patrocinadores. Tan sólo fue compartida a través redes sociales.
Para
Carvajal “lo más difícil es conceptualizar el libro como un producto
interactivo. La animación no debe ser una distracción para la lectura,
sino una cómplice. No hay que generarles a los niños esa ansiedad de
tocar la pantalla”. Por eso en estos libros digitales la interacción es
corta, intuitiva y relacionada con el tema. “No usamos el juego. O eres
un buen juego o eres un buen libro”. Otras de las ventajas que permite
el formato digital es que las historias están disponibles en al menos
dos idiomas, pueden ser vistas en computador, Android, iPad y iPhone, y
el precio es menor porque tiene menos intermediarios para su venta.
Relatos en tono menor
La
música es vital en este trabajo: “Debe ser un traje a la medida para el
libro”. Por ejemplo, la esencia de El pájaro de los mil cantos es que
los niños tengan ideas y voz propias. Así, Lizardo Carvajal creó aves
fantásticas relacionadas con objetos y temas cotidianos, como el pájaro
bicicleta o el pájaro de las preguntas. Tuvo que inventar cómo serían
las diferentes onomatopeyas en inglés, español, francés y polaco de
animales que solo existían en su imaginación.
Pensó en que los
niños se fijarían en cada detalle y por eso elaboró las ilustraciones
con diferentes capas de texturas y fotografías relacionadas con las
cualidades del pájaro. “Busco que los dibujos no sean una representación
literal sino que construyan un relato alternativo al literario, que no
repitan el texto sino que lo enriquezcan”.
¿En qué inspirarse a la
hora de escribir para un niño? “En observar y escuchar. En viajar y
probar las palabras. En la vida y los descubrimientos. En las
necesidades de los chicos, en lo que poco les cuentan”. Así surgió
Malaika, una historia pensada para hablar de la muerte a través de una
princesa africana que pierde a su padre, un elefante que simboliza la
memoria como el espacio de la inmortalidad. “Queríamos hablar de este
tema lejos de explicaciones místicas y religiosas, que lo pudiera
entender cualquier persona en el mundo. Más que explicar se trata de
acercar, crear espacios de reflexión y diálogo”.
Este cortometraje
(es.luabooks.com/malaika) está basado en el cine de siluetas de la
cineasta alemana Lotte Reiniger, lo cual permitió crear la relación
entre la vida y la muerte, la luz y la oscuridad. Los colores del fondo
transmiten emociones y generan una atmósfera. La música está hecha con
voces que se sobreponen y combinan para evocar la sabana africana.
Nuevamente: el gusto por los detalles.
Según Lizardo Carvajal,
“hay que pensar que cuando le hablas a un niño le hablas a un ser muy
sabio. Nunca parto de que no va a entender. Esa es una forma de faltarle
al respeto. Podemos hablarle de cosas profundas de forma sencilla y él
puede entender a su manera”. Sus libros hablan de la libertad y no
intentan adoctrinar, dejan más preguntas que conclusiones y se inclinan
por lo inesperado. Tal vez lo aprendió de sus años de trovador, de sacar
la guitarra en cualquier espacio y empezar a cantar motivado tan sólo
por el deseo de contar una historia y de crear conexiones inesperadas en
públicos de todos los tamaños.
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