Uno de los grandes poetas de la intimidad. Que supo y no pudo evitar dar cuenta de la profundidad del alma humana herida por la duda y la muerte. Que supo del dolor de la conciencia y del conflicto entre el amor carnal y platónico
Intentos de traducción de Pessoa a March./Pablo Javier Pérez. /Biblioteca Nacional de Portugal./revistadeletras.net |
Hombre,
poeta que supo sentir la novedad de su siglo y sus heridas y despegarse
de las corrientes estetizantes anteriores. Se ha llegado a decir de su
poesía que en ella todo gira en torno de las angustias, el malestar, la
duda, la problemática del yo, de sus contradicciones, de la realidad y
el deseo. Se puede comprender su poética como la inauguración de una
poesía de la interioridad y por tanto de la Modernidad. En ella
sentimiento y pensamiento se entretejen y se sofocan. Cuerpo y Espíritu, idealismo y subjetivismo pugnan con fuerza y frecuencia.
Podría pensarse que el poeta referido es Fernando Pessoa. No suena descabellado el anterior retrato a mano alzada y sin embargo el retratado es Ausias March,
poeta medieval en lengua catalana que despegándose de la tradición
trovadoresca y provenzal inauguró con resonancias europeas la gran
literatura catalana mostrando la poética de la interioridad con una alta
carga metafísica y religiosa donde el amor y la muerte y la angustia
ante las incertezas y perplejidades vitales ocuparon buena parte de su
obra que tuvo como grandes influencias a Dante, Petrarca
y la carga moral de la escolástica además de la propia aceptación del
hombre concreto de carne y hueso y sus devaneos carnales y espirituales.
Hablo de March y hablo de Pessoa porque ya se puede decir que además de los nombres de Eugeni D’Ors, Ribera i Rovira o Diego Ruiz, autores catalanes y/o en lengua catalana, encontramos también al poeta valenciano en el baúl pessoano. El nombre de March aparece junto con Núñez de Arce, José Zorrilla, Espronceda y otros poetas hispanoamericanos de una antología de poetas en lengua española del siglo XIX que Pessoa
proyectó alrededor de 1909-1910, para su primera y fallida tentativa
editorial, la empresa Íbis. Es posible también considerarlo un proyecto
complementario o paralelo dada la diferencia de siglos entre uno y los
otros, lo cierto es que el proyecto parece contemporáneo o paralelo. En
esa altura Pessoa tiene 21 años, y quizá podría haber
encontrado en March la carga metafísica que siempre necesitó en los
poetas a admirar y que quizá no estaba en los poetas españoles del
Romanticismo del siglo XIX y sí en los portugueses como Antero de Quental. No olvidemos que el Pessoa
de 1910 es un joven idealista obsesionado por la manía de la duda
filosófica pero también por los poetas metafísicos isabelinos.
Parece probable que esa tentativa de traducción de March, fallida, según manifiesta la materialidad hallada, -apenas los primeros tres versos del “Canto XX”I de los famosos Cants de Amor, cuyo verso inicial reza “Fantasiant amor a mi descobre”, manifiestamente
fallida según las propias palabras de Pessoa: “March (wrong)”-, quizá
tiene que ver con el hecho de que la traducción pessoana toma muy
probablemente como base una edición castellana, tal vez la canónica de Jorge de Montemayor.
Sin embargo no existen motivos de peso para pensar lo contrario; que el
libro consultado fuese una edición catalana (existen dos ediciones
catalanas publicadas en Barcelona en 1909). Dejando a un lado los
autores mencionados solo existe una presencia documentada de la lengua
y/o cultura catalana en el espólio pessoano: algunas canciones populares
en esta bella lengua peninsular contenidas en el libro titulado Canciones Populares españolas.
Pertinente parece plantearse el concepto de modernidad
cuando miramos este diálogo inespecífico y precario pero profundo y
sugerente que aquí se nos plantea cual ecuación insospechada y que surge
siempre entre el traducido y traductor. ¿No será la
interioridad del hombre el elemento esencial de la modernidad perpetua
comprendida no solo como epocalidad sino como constante de la poesía
adentrada? Si March nos muestra las vicisitudes del alma del poeta del siglo XV, Pessoa
hace lo mismo con el XX. El yo expandido y encontrado con lo otro y los
otros a través del amor es un tema presente en ambos autores si bien no
ha sido tan tratado en Pessoa que si bien hace de la alteridad una
guarida para la habitación poética muestra en su experiencia del amor
una misma voluntad de hallazgo de la identidad perdida. En Pessoa
también se produce por tanto una pugna y una vivencia platónica del
amor y se comprende asimismo la poesía, esencialmente la prosa íntima y
poetizada, como un estado del alma, una cierta autoconfesión que también está en March. La narración de la interioridad está en el origen de la poesía entrañada.
En la escisión entre lo esencial y lo accidental,
cuerpo y alma, voluntad de verdad y voluntad de ilusión, siempre hay
una doblez fundacional, la doblez entre la realidad vivida y la realidad
deseada. Esta parece ser la doblez esencial de lo trágico. Qué adecuado
parece aquí revisitar aquella cita de Unamuno: “Gracias al amor sentimos lo que de carne tiene el espíritu”. Con March se inaugura una lucha y una perplejidad metafísica entre entendimiento y sentimiento, lucha, diálogo del que es heredero Pessoa, hijo del dolor de la lucidez moderna.
Si Pessoa, continuador insospechado de March
además de su traductor fallido, “odia la vida por amor a ella” como él
propio confiesa, sufre el dolor de la visión sentida y pensada, March afirma que “tot quant yo veig e sent, dolor me torna…”, porque en ellos hay antes que otra cosa eso que Vico llamó Sabiduría poética, es decir una “metafísica sentida e imaginada”, “aquesta és sentida y no sabuda” dice March, un canto que, sin agotar el misterio, quiere hablar de lo intraducible encarnado en los corazones y los cuerpos.
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