El humanista, símbolo del compromiso intelectual y ciudadano y referente del movimiento indignado, fallece a los 96 años en su casa de Madrid
José Luis Sampedro. /Daniel Mordzinski./elpais.com |
De la asamblea del 15-M de Chamberí (su barrio madrileño), al
Ministerio de Cultura (que en 2011 le concedió el Premio Nacional de las
Letras); de los vecinos anónimos de Mijas (donde pasaba parte del
invierno) a sus ilustres colegas de la Real Academia Española (que en
1991 le vieron ocupar el sillón F), pocas veces un intelectual español
habrá sido tan llorado en sitios tan distintos como José Luis Sampedro.
Novelista y economista, referente para los críticos del capitalismo
salvaje y profesor de varios ex ministros de Hacienda, el autor de Octubre, octubre y Realidad económica y análisis estructural murió
en su casa de Madrid el domingo pasado, pero la noticia solo se ha
conocido hoy, cuando sus restos ya habían sido incinerados.
Sampedro tenía 96 años y ninguna gana de protagonizar “el circo
mediático en torno a la muerte de los famosos”, según explicó Olga
Lucas, su viuda y colaboradora en los últimos años y en los últimos
libros —de Escribir es vivir a Cuarteto para un solista, su despedida de la ficción, publicada en 2011—, la mujer que, decía el escritor, hizo que su moribundez
fuera “muy satisfactoria”. “Nos dijo que quería beberse un Campari”,
contó Lucas sobre los últimos momentos del escritor, “así que le hicimos
un granizado de Campari. Me miró y me dijo: ‘Ahora empiezo a sentirme
mejor. Muchas gracias a todos’. Se durmió y al cabo de un rato se
murió”.
En 1991, durante su discurso de ingreso en la RAE, José Luis Sampedro
afirmó que su dios era Jano —“el de un rostro a cada lado”—, y su vida
tuvo siempre más de una cara. Nacido en Barcelona el 1 de febrero de
1917, el escritor vivió hasta los 13 años en Tánger, “un mundo que
debería ser la tierra entera”, decía. “Los chicos llegábamos al colegio
con diversas lenguas maternas, comprábamos golosinas con monedas
diferentes, celebrábamos varias fiestas nacionales e incluso nuestro
descanso semanal se repartía entre los días sagrados de tres
religiones”. Así describía su infancia en ese discurso que le sirvió
tanto para subrayar su calidad de “escritor furtivo” como para reconocer
que el hecho de haberse dedicado a la literatura en las horas que le
dejaba libres su oficio de economista había favorecido que, en su caso,
marginalidad y autenticidad fueran más que una rima.
Cuando se estrenó como novelista con Congreso en Estocolmo
(1951) Sampedro había escrito ya dos novelas que tardarían 40 años en
ver la luz. También una obra de teatro. No en vano, el hombre que en
1977 entró en el Senado por designación real, pasó parte de la posguerra
escribiendo con pseudónimo para espectáculos de revista protagonizadas
por actrices que dormían en las butacas del teatro. Necesitaba el
dinero, pero tuvo que dejarlo cuando le amonestaron en el ministerio de
Comercio. Sampedro había llegado a Madrid en 1940 para estudiar
económicas. Pensaba que la Economía sería útil para un funcionario de
Hacienda y él lo era como “aduanero por oposición”. Había sacado la
plaza siendo “un niño” después de dejar Tánger por Soria —”casi antes de
la electricidad”— y Aranjuez —”un paraíso” con ventanas al jardín del
Príncipe— para recalar en Santander poco antes de que estallara la
Guerra Civil. Movilizado en el bando republicano, con la toma de la
ciudad por los sublevados en agosto de 1937, el precoz funcionario fue
reclutado por los franquistas. “No cambié de bando, me cambiaron”,
decía. Por tradición familiar estaba más cerca de las posiciones
conservadoras, pero pronto descubrió que la guerra no la habían gando
los suyos.
José Luis Sampedro siempre dijo recordar la nobleza de los
anarquistas con los que compartío batallón fugazmente, y durante toda su
vida mantuvo una actitud lateral respecto al mundo literario y crítica
respecto al financiero. Cuando miles de lectores se rindieron en los
años ochenta y noventa del pasado siglo a obras como La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990) o Real sitio
(1993), su favorita, muchos descubrieron que el autor era un reputado
Catedrático de Estructura Económica por cuyas clases habían pasado
alumnos con apellidos como Boyer, Sochaga o Solbes.
“Solo los ingenuos y algún premio Nobel de economía llegan a creer
que nuestro mercado encarna la libertad de elegir, olvidando algo tan
obvio como que sin dinero no es posible elegir nada”, afirmó también en
su ingreso académico alguien que reconocía que al capitalismo “le
debemos el gran progreso que nos trajo desde las monarquías absolutas
hasta las democracias surgidas de la Revolución francesa” pero que
deploraba que la libertad no hubiera ido acompañada de la igualdad ni la
fraternidad.
Fue su malestar con un tiempo cuyo libro sagrado, decía, es “el
Evangelio según san Lucro” lo que acercó a Sampedro al movimiento del
15-M. En los últimos años, ni las cataratas ni la sordera consiguieron
aislarlo del mundo. Ya nonagenario recordaba los versos de un poema que
había escrito con 14 años y los puestos aduaneros de Hanoi y de Chile,
que recitaba con la música de La casta Susana (versión de
Marujita Díaz). Su lucidez estuvo siempre a la altura de su memoria.
Cuando el periodista Jordi Évole le preguntó en su programa de
televisión si antes de la crisis los españoles habían vivido por encima
de sus posibilidades, José Luis Sampedro negó rotundo: también el
crédito es una posibilidad, dijo. Si como economista sabía deslindar
valor y precio, como escritor sabía desactivar con una sola frase
cualquier lugar común.
OBRAS ECONÓMICAS
Principios prácticos de localización industrial (1957)
Realidad económica y análisis estructural (1959)
Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967)
Conciencia del subdesarrollo (1973)
Inflación: una versión completa (1976)
El mercado y la globalización (2002)
Los mongoles en Bagdad (2003)
Sobre política, mercado y convivencia (2006)
Economía humanista. Algo más que cifras (2009)
El mercado y nosotros
NOVELA
Congreso en Estocolmo (1952)
El caballo desnudo (1970)
Octubre, octubre (1981)
El amante lesbiano (2000)
La senda del drago (2006)
Cuarteto para un solista (2011) -escrita en colaboración con Olga Lucas-
CUENTO
Mar al fondo (1992)
Mientras la tierra gira (1993)
OTRAS OBRAS
Escribir es vivir (2005) -libro autobiográfico escrito en colaboración con Olga Lucas-
La escritura necesaria (2006) -ensayo-diálogo sobre su obra novelística y su vida. Edición y diálogo: Gloria palacios. Ed.Siruela.
La ciencia y la vida (2008) -diálogo junto al cardiólogo Valentín Fuster ordenado por Olga Lucas-
Reacciona (2011)
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