Mario Levi descubre en Estambul era un cuento la vida de una familia judía a lo largo de tres generaciones en el siglo XX en Turquía. Es uno de los autores turcos contemporáneos más destacados y su novela ha sido traducida a quince idiomas
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Es coqueto, lector empedernido, amante del fútbol, de
la cocina y apasionado de su ciudad, Estambul, de la que está convencido
de que es un cuento en sí misma. El escritor turco Mario Levi (1957),
autor de Estambul era un cuento (Galaxia Gutenberg) viste colores llamativos, que curiosamente coinciden con los de su equipo de fútbol, Fenerbahce, azul y amarillo, y se confiesa enemigo acérrimo del Galatasaray, hasta tal punto que en los cuartos de final de la Champions League,
prefiere que gane el Real Madrid por su animadversión al equipo rival.
Aunque confiesa que le gusta más el juego que realiza el Barça que el
del Real Madrid. ¿Qué es el
fútbol para usted? “Una emoción. Es como un poema. En un buen partido
más que el resultado lo que importa es el juego, que está lleno de
sorpresas”.
Su libro, de más de 700 páginas, son relatos de su
propia vida y de las que han vivido sus antepasados, una familia que se
estableció en Turquía a principios del siglo pasado. “Son recuerdos
nostálgicos, plagados de riqueza, porque cuanto más se escucha de tus
ancestros más se siente. La nostalgia va unida a la esperanza porque si
no posees ese sentimiento no hay razón de escribir, ni de vivir. Para
poder hacerlo necesitas un conflicto, porque si todo va bien en la vida
¿para qué escribir?”. Levi se considera un hombre triste “existe una
palabra en turco que no tiene traducción en ningún idioma para describir
cómo soy yo que es hucun, lo más parecido a la que tienen los portugueses cuando se refieren a la tristeza saudade. Ese sentimiento es el que hace que yo sea escritor. Mi felicidad llega cuando veo mis palabras publicadas en un libro”.
Para el escritor, descendiente de judíos sefardíes, el
español, aunque sea el que se hablaba hace 500 años, forma parte de su
existencia y no es para él una lengua extranjera: pertenece a la última
generación que aprendió esta lengua en su casa, ladino,
y se muestra muy preocupado por la supervivencia de este idioma. Fue su
abuela quien se lo enseñó y la que salía de la boca de la anciana
cuando le narraba cuentos bíblicos. "Ella hacía que los personajes
pareciesen miembros de mi familia", recuerda Levi, quien sostiene que
estas historias forman parte de su universo cultural y de su carácter y
que "probablemente", algún día escribirá en esa lengua. En 1978, se vino
a España durante seis meses para poder aprender castellano y conocer
los lugares de dónde procedían sus antepasados.
Estambul era un cuento ha llegado a España
catorce años después de su publicación en Turquía y tras haberse
traducido a quince idiomas. Su autor, de 56 años, defiende la lengua
como la única patria del escritor. La novela narra la historia de una
familia judía en Estambul a lo largo del siglo XX, desde los años de la
república al término de la Primera Guerra Mundial, hasta la turbulenta
década de los ochenta tras el golpe militar en Turquía.
Mario Levi ha convivido con los personajes de Estambul era un cuento
durante siete años, de 1992 a 1999, y en la obra ha incluido a cuarenta
y nueve personas de tres generaciones que viven centenares de historias
diversas, tan diversas como es la mezcla cultural, social y religiosa
de Estambul. Levi, que vive en una ciudad donde las culturas y las
religiones cohabitan aparentemente sin demasiados conflictos, considera
que en el mundo existen dos tipos de ciudades: horizontales –Nueva York-
y verticales -Estambul, Jerusalén, Venecia o Madrid. “Éstas últimas
ofrecen un caudal de historia que me obligan a profundizar. En mi país
confluyen los recuerdos de aquellos que se exiliaron, de los que
emigraron buscando en Estambul esperanzas perdidas en sus lugares de
origen y que dejaron sus memorias, sus cuentos. Yo escribo para
acordarme de la riqueza que aporta todo ello, de esa mezcla de Oriente y
Occidente, del paso de los romanos, bizantinos y otomanos. Es una
suerte vivir en un lugar así”.
El autor de Estambul era un cuento es judío
laico, casado con una mujer musulmana y que celebran la Navidad
cristiana. “Nos encanta colocar el árbol. Todo ello forma parte de
nuestra vida. Soy un judío que de vez en cuando acudo a la sinagoga por
mi respeto al sentimiento bíblico. Tengo grandes amigos musulmanes
laicos y practicantes con los que se puede discutir sin caer en
conflictos y respetando las posturas diferentes. Ahora, lo que no
soporto son los fundamentalistas porque mezclan judío con antisemitismo y
además creen que a pesar de haber nacido en Estambul por ser judío no
consideran que soy turco”.
Su próxima novela abordará otra de sus grandes
pasiones, la cocina. “Está basada en platos sefardíes que me enseñó mi
abuela. No es un libro gastronómico, es una novela en la que se incluyen
recetas que se pueden preparar, aunque puedes tardar varias horas en
realizarlas. Recuerdo que ella se ponía a cocinar a las seis de la
mañana y terminaba a mediodía. Soy un hombre al que no le gusta cocinar
para mí solo, sino para compartir los platos que hago con alguien. Tengo
un amplio abanico de recetas desde otomanas hasta mediterráneas”. Esta
obra saldrá en Turquía en junio, pero su amor por las palabras y la
escritura le obliga a afirmar que a pesar de haber publicado nueve
libros "todavía no he escrito la novela de mis sueños".
Mario Levi imparte clases de Literatura desde hace 16
años en la Universidad de Estambul y espera dejar la enseñanza en tres o
cuatro años. “Con 60 años no estaría nada mal compartir un trabajo de
cocinero con la escritura”. A pesar de haber confesado que es un hombre
triste es un conversador incansable, hasta tal punto que el tiempo con
él pasa sin darte cuenta.
Le pido que recomiende a los lectores de EL PAÍS sus
autores favoritos y recita una lista de nombres como Chejov,
Dostoievski, Camus, Cortázar, Proust, Kafka, Canetti, Miguel de Unamuno y
el escritor turco Selim Ileri, éste último con una amplia obra de
novelas y cuentos que no se han traducido al castellano. "Espero que
algún día lo puedan leer en España".
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