Carr, nacido en Pennsylvania en 1906, fue uno de los que más hizo por convertir al asesinato en un juego de salón. Su especialidad era el cuarto cerrado, el crimen cometido de tal manera que no parece haber forma racional de explicar cómo ocurrió. ¿Por dónde ingresó o escapó el asesino si todas las puertas están cerradas con llave por dentro?
John Dickon Carter, un escritor policiaco hoy olvidado./elpais.com |
La
historia de la novela policial dice que antes de que llegaran los norteamericanos
con sus novelas noir de detectives
corruptos y violencia en las calles, estaba el modelo inglés, en el que la
sangre era escasa y el crimen resuelto como si se tratara de un problema
intelectual. Hay que matizar: John Dickson Carr y Ellery Queen –el seudónimo de
dos primos—, autores clave del modelo inglés, eran también norteamericanos.
Carr,
nacido en Pennsylvania en 1906, fue uno de los que más hizo por convertir
al asesinato en un juego de salón. Su especialidad era el “cuarto cerrado”, el
crimen cometido de tal manera que no parece haber forma racional de explicar cómo
ocurrió. ¿Por dónde ingresó o escapó el asesino si todas las puertas están
cerradas con llave por dentro? Al crear el misterio policial, Edgar Allan Poe
también creó el crimen del cuarto cerrado, pero fue Carr quién perfeccionó este
estilo y lo llevó a su más barroca conclusión. Carr era un gran creador de
atmósferas sobrenaturales –había aprendido de Chesterton--, pero su debilidad y
perdición era la explicación razonada (así se arruinó más de una muy buena
novela). A veces la resolución era ingeniosa: si sólo había huellas en la nieve
de pisadas que se dirigían a la casa donde se había cometido el asesinato, ¿cómo
pudo salir el asesino de la casa? Fácil: caminando al revés sobre sus propias
huellas (en El resplandor, Danny
confunde a su padre de la misma manera para escapar de él en el laberinto). Otras
veces, esas salidas no resistían un buen análisis, y podían involucrar a cosas
tan extravagantes como autómatas (The
Crooked Hinge) o flechas lanzadas a través de ventanas que estaban ahí sin
que nadie se hubiera dado cuenta de su presencia (The Judas Window).
Carr,
que también escribía bajo el seudónimo de Carter Dickson, falleció en 1977
dejando más de setenta novelas. Está prácticamente olvidado en español; sólo
queda un par de títulos, de los cuales el más recomendable es Los crímenes de la viuda roja (Punto de
lectura). Sus mejores novelas son The
Hollow Man, Hag’s Nook and The Black Spectacles.
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