Poesia de la A a la Z
Este poema es la primera parte de La tierra baldía, un texto de más de cuatrocientos versos en su totalidad, complementado por Eliot con una serie de notas casi tan largas como el poema mismo, que dan cuenta de las fuentes literarias, históricas, antropológicas y religiosas involucradas
T.S. ELIOT. Crítico literario, dramaturgo y editor/Revista Ñ |
I. La inhumación de los muertos
Abril es el mes más cruel, esparce
lilas por la tierra muerta, confunde
memoria y deseo, agita
las negras raíces con lluvias de primavera.
El invierno nos mantuvo al abrigo, cubrió
el suelo con una nieve descuidada, dando
un toque de vida a los brotes resecos.
Viniendo desde el Starnbergersse, el verano
nos sorprendió con un aguacero;
nos refugiamos bajo unas columnas,
y seguimos con la luz del sol, por el Hofgarten,
y tomamos café y charlamos como una hora.
Bin gar keine Russin, stamn’ aus Litauen, echt deutsch1.
Y cuando éramos chicos, en lo del archiduque,
mi primo me subió a un trineo,
y yo estaba tan aterrada. Y me dijo: Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y después nos lanzamos.
En las montañas te puedes sentir libre.
Yo leo casi toda la noche, y en invierno me voy al sur.
¿Qué son estas raíces anudándose, y estas ramas brotando
desde este basural inquebrantable? Hijo de hombre,
tú ya no puedes decirlo, ni adivinarlo, porque sólo posees
un montón de imágenes rotas donde golpea el sol,
y el árbol muerto ya no te abriga, y el grillo no te sosiega,
y la árida piedra no se prodiga en agua. Sólo
hay sombra bajo esta piedra roja,
(pasa y siéntate a la sombra de esta piedra roja),
y te mostraré algo distinto a la sombra
que por la mañana camina detrás de ti con largos pasos
o la sombra que por la tarde avanza hacia tu encuentro;
te mostraré el miedo en un puñado de polvo.
Frisch weht der Wind
Der Heimat zu,
Mein Irisch Kind,
Wo weilest du? 2
“Hace un año me regalaste jacintos por primera vez;
entonces me llamaron la chica de los jacintos”.
–Y cuando volvíamos, tarde, del jardín de los jacintos,
tus brazos colmados y tu pelo húmedo, yo no podía
ni hablar, se me cerraban los ojos, no sabía si estaba
vivo o muerto, no podía pensar en nada,
sólo reconocía adentro, en el corazón de la luz, el silencio.
Öd’ und leer das Meer 3.
Madame Sosostris, la célebre adivinadora,
tenía un resfrío terrible, no obstante
es famosa por ser la mujer más sabia de Europa,
con su infame mazo de naipes. Aquí, dijo ella,
está su carta, el Marinero Fenicio Ahogado,
(estas perlas que una vez fueron sus ojos. ¡Mire!)
Y aquí está Belladona, la Dama de las Rocas,
la dama de las situaciones.
Y aquí el Hombre de los Tres Bastos, y ésta es la Rueda
y éste el comerciante de un solo ojo, y esta carta,
en blanco, es algo que él carga sobre sus hombros
y que no me está permitido leer. No veo por ninguna parte
a El Ahorcado. Cuídese de la muerte por agua,
veo un montón de gente caminando alrededor de un círculo.
Gracias. Si llegara a ver a mi querida señora Equitone,
dígale de mi parte que yo misma le alcanzaré el horóscopo:
hay que ser muy precavida en esta época.
Ciudad irreal,
bajo la espesa niebla de un alba invernal,
las multitudes fluían por el puente de Londres; eran muchísimos,
nunca creí que la muerte hubiera aniquilado a tantos.
Se desprendían suspiros, breves y entrecortados,
y cada hombre miraba fijamente la punta de sus pies.
Fluían por la pendiente, bajando hacia King William,
donde Santa María Woolnoth daba la hora
con un eco mortecino en el repique final de las nueve.
Allí vi a alguien conocido, y lo detuve gritándole: “¡Stetson!
¡Tú, que has estado conmigo en las naves de Mylae!
¿Aquel cadáver que plantaste en tu jardín el año pasado,
ya comenzó a dar brotes? ¿Florecerá este año?
¿O es que la súbita escarcha desordenó su cama?
Oh, ahuyenta de aquí al Perro, ese amigo del hombre,
o volverá con sus uñas a desenterrarlo.
¡Tú, hypocrite lecteur —mon semblable— mon frère!” 4
Notas del traductor:
1 “No soy rusa en absoluto, soy lituana, alemana pura”.
2 “Fresco sopla el viento/ hacia la patria/ mi niña de Irlanda/ ¿dónde estás?” (Wagner: Tristán e Isolda).
3 “Baldío y desolado es el mar” (Wagner: Ibídem).
4 “Hipócrita lector, mi hermano, mi semejante”. (Baudelaire: Las flores del mal).
Abril es el mes más cruel, esparce
lilas por la tierra muerta, confunde
memoria y deseo, agita
las negras raíces con lluvias de primavera.
El invierno nos mantuvo al abrigo, cubrió
el suelo con una nieve descuidada, dando
un toque de vida a los brotes resecos.
Viniendo desde el Starnbergersse, el verano
nos sorprendió con un aguacero;
nos refugiamos bajo unas columnas,
y seguimos con la luz del sol, por el Hofgarten,
y tomamos café y charlamos como una hora.
Bin gar keine Russin, stamn’ aus Litauen, echt deutsch1.
Y cuando éramos chicos, en lo del archiduque,
mi primo me subió a un trineo,
y yo estaba tan aterrada. Y me dijo: Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y después nos lanzamos.
En las montañas te puedes sentir libre.
Yo leo casi toda la noche, y en invierno me voy al sur.
¿Qué son estas raíces anudándose, y estas ramas brotando
desde este basural inquebrantable? Hijo de hombre,
tú ya no puedes decirlo, ni adivinarlo, porque sólo posees
un montón de imágenes rotas donde golpea el sol,
y el árbol muerto ya no te abriga, y el grillo no te sosiega,
y la árida piedra no se prodiga en agua. Sólo
hay sombra bajo esta piedra roja,
(pasa y siéntate a la sombra de esta piedra roja),
y te mostraré algo distinto a la sombra
que por la mañana camina detrás de ti con largos pasos
o la sombra que por la tarde avanza hacia tu encuentro;
te mostraré el miedo en un puñado de polvo.
Frisch weht der Wind
Der Heimat zu,
Mein Irisch Kind,
Wo weilest du? 2
“Hace un año me regalaste jacintos por primera vez;
entonces me llamaron la chica de los jacintos”.
–Y cuando volvíamos, tarde, del jardín de los jacintos,
tus brazos colmados y tu pelo húmedo, yo no podía
ni hablar, se me cerraban los ojos, no sabía si estaba
vivo o muerto, no podía pensar en nada,
sólo reconocía adentro, en el corazón de la luz, el silencio.
Öd’ und leer das Meer 3.
Madame Sosostris, la célebre adivinadora,
tenía un resfrío terrible, no obstante
es famosa por ser la mujer más sabia de Europa,
con su infame mazo de naipes. Aquí, dijo ella,
está su carta, el Marinero Fenicio Ahogado,
(estas perlas que una vez fueron sus ojos. ¡Mire!)
Y aquí está Belladona, la Dama de las Rocas,
la dama de las situaciones.
Y aquí el Hombre de los Tres Bastos, y ésta es la Rueda
y éste el comerciante de un solo ojo, y esta carta,
en blanco, es algo que él carga sobre sus hombros
y que no me está permitido leer. No veo por ninguna parte
a El Ahorcado. Cuídese de la muerte por agua,
veo un montón de gente caminando alrededor de un círculo.
Gracias. Si llegara a ver a mi querida señora Equitone,
dígale de mi parte que yo misma le alcanzaré el horóscopo:
hay que ser muy precavida en esta época.
Ciudad irreal,
bajo la espesa niebla de un alba invernal,
las multitudes fluían por el puente de Londres; eran muchísimos,
nunca creí que la muerte hubiera aniquilado a tantos.
Se desprendían suspiros, breves y entrecortados,
y cada hombre miraba fijamente la punta de sus pies.
Fluían por la pendiente, bajando hacia King William,
donde Santa María Woolnoth daba la hora
con un eco mortecino en el repique final de las nueve.
Allí vi a alguien conocido, y lo detuve gritándole: “¡Stetson!
¡Tú, que has estado conmigo en las naves de Mylae!
¿Aquel cadáver que plantaste en tu jardín el año pasado,
ya comenzó a dar brotes? ¿Florecerá este año?
¿O es que la súbita escarcha desordenó su cama?
Oh, ahuyenta de aquí al Perro, ese amigo del hombre,
o volverá con sus uñas a desenterrarlo.
¡Tú, hypocrite lecteur —mon semblable— mon frère!” 4
Notas del traductor:
1 “No soy rusa en absoluto, soy lituana, alemana pura”.
2 “Fresco sopla el viento/ hacia la patria/ mi niña de Irlanda/ ¿dónde estás?” (Wagner: Tristán e Isolda).
3 “Baldío y desolado es el mar” (Wagner: Ibídem).
4 “Hipócrita lector, mi hermano, mi semejante”. (Baudelaire: Las flores del mal).
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