Un torbellino de palabras. El escritor Lorenzo Silva ha acudido esta
tarde a los Cursos de Verano Complutense de El Escorial para clausurar un ciclo sobre los derechos intelectuales en la creación.
Silva, que también es abogado, entiende perfectamente la vorágine que
conlleva todo lo relacionado con la propiedad intelectual. Además, aparte de escribir libros, se dedica a editarlos desde hace poco más de un año.
"Según los últimos datos del CIS, tan sólo un 12% de los españoles
leen nueve libros o más al año. Eso es menos de uno al mes. Muchos
estiman que a aquellos que leen nueve libros anuales ya se les puede
considerar lectores. Yo no lo creo. Ni con siete años leía tan poco", valora el novelista.
Silva cree que, en la actualidad, existen tres problemas ante los que hay que reaccionar de manera pragmática y eficaz. Uno de índole moral, otro económico y otro de carácter cultural.
Para hablar de esta problemática, el novelista confiesa que de vez en
cuando busca su nombre en Google. "Es para tomarme la temperatura",
bromea. Lo que no le hace gracia es ver a personas ajenas a él, que ni conoce, ofreciendo gratis el trabajo de toda su vida. Personas que se dedican a explotar de manera ilegítima los derechos de los creadores.
"EL MUNDO sacó un reportaje muy interesante el pasado fin de semana
sobre el dueño de Roja Directa. Muchos individuos se echaron encima de
este medio por haber revelado la identidad del propietario. Cuando alguien no quiere que se sepa quién es, a lo mejor, lo que hace no es del todo digno", resalta.
Para este escritor, muchas personas en nuestro país piensan que la
creación, bien sea literaria, musical o cinematográfica, es libre. Echa de menos una "conciencia social" y cree que en los últimos años se ha producido una caída de principios y de escrúpulos.
"Quizá habría que añadir en la Constitución un apartado en el que se indicara que todos los españoles tienen derecho a ver cine y leer por la patilla",
ironiza Silva, sin querer en ningún momento ofender a la sociedad
española. Tan sólo refleja una realidad "vista con sus propios ojos" en
la que autores de renombre, incluso premiados, tienen cinco novelas en
un cajón porque carecen de editores. "Esos libros se están perdiendo. Al
igual que muchos otros que vienen de distintos países y que en España
no se traducen porque las editoriales perderían dinero. Hay que extirpar
este problema de alguna manera".
El escritor, tajante, aboga por el cambio. "Todos somos capaces de relajar nuestra conciencia
cuando sabemos que las nuestras malas acciones no tienen consecuencias.
Hace 10 años pocos respetábamos los límites de velocidad, pese a que
sabíamos que estaba mal y era un peligro. Si te sancionaban recurrías,
la multa prescribía y no pasaba nada. Ahora si te cazan cinco veces
sabes que te quedas sin carné", ejemplifica.
El ponente, consciente de este naufragio que vive la cultura, afirma
que "cuando hay impunidad, se está antieducando". Sostiene que la ley debería tomar cartas en este asunto. "Si condenaran a unos pocos de estos infractores, tampoco más de cinco o seis, el resto se lo pensaría mucho antes de actuar".
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