Etgar Keret
Etgar Keret, autor israelí de literatura infantil y juvenil./cuadrivio.net |
1. Asegúrate de que disfrutas escribir.
A los escritores siempre les gusta decir
lo difícil que es el proceso de escritura y cuánto sufrimiento les
produce. Están mintiendo. A la gente no le gusta admitir que vive de
algo que de verdad disfruta.
Escribir es una manera de vivir otra
vida. Muchas otras vidas. Las vidas de incontables personas que nunca
has sido, pero que son tú por completo. Cada vez que te sientes y te
encuentres con la página en blanco y lo intentes –aun cuando no tengas
éxito– agradece la oportunidad de expandir los alcances de tu vida. Es
divertido. Es groovy. Es dandy. Y no dejes que nadie te diga lo contrario.
2. Ama a tus personajes.
Para que un personaje sea real, tiene
que haber por lo menos una persona en este mundo capaz de amarlo y
entenderlo, sin importar si le gusta lo que el personaje hace o deja de
hacer. Tú eres la mamá y el papá de los personajes que creas. Si tú no
puedes amarlos, nadie podrá.
3. Cuando escribes no le debes nada a nadie.
En la vida real si no te comportas
puedes terminar en la cárcel o en un hospital psiquiátrico, pero en la
escritura todo se vale. Si en tu cuento hay un personaje que te atrae,
bésalo. Si en tus historias hay una alfombra que odias, préndele fuego
justo en medio de la sala. Cuando se trata de escribir, puedes destruir
planetas enteros y erradicar civilizaciones completas con sólo presionar
una tecla, y una hora después, cuando la viejita del piso de abajo te
encuentre en el pasillo, ella te va a decir hola de todos modos.
4. Empieza siempre por en medio.
El principio es como el borde quemado de
un pastel que tocó el molde. Lo necesitas sólo para empezar, pero no es
realmente comestible.
5. Intenta no saber cómo acaba.
La curiosidad es una fuerza poderosa. No
la dejes ir. Cuando vas a escribir un cuento o un capítulo, toma el
control de la situación y de los motivos de tus personajes, pero siempre
déjate sorprender por los giros en la trama.
6. No uses nada sólo porque «así es siempre».
Los párrafos, las comillas, los
personajes que se llaman igual a pesar de haber cambiado de página: todo
eso son sólo convenciones que existen a tu servicio. Si no te sirven,
olvídate de ellas. El hecho de que una regla en particular funcione en
todos los libros que has leído no quiere decir que también funcione en
el tuyo.
7. Escribe como tú mismo.
Si intentas escribir como Nabokov,
siempre habrá por lo menos una persona (cuyo nombre es Nabokov) que lo
hará mejor que tú. Pero cuando se trata de escribir como tú escribes, tú
siempre serás el campeón mundial de ser tú mismo.
8. Asegúrate de estar solo cuando escribes.
A pesar de que escribir en cafeterías
suene romántico, tener gente a tu alrededor probablemente hará que te
comportes, te des cuenta o no. Cuando no hay nadie cerca, puedes hablar
solo o sacarte un moco, incluso sin darte cuenta. Escribir es una
especie de ese hurgar en la nariz, y cuando hay gente cerca, la tarea
puede volverse menos natural.
9. Deja que las personas a las que les gusta lo que escribes te den confianza.
Y trata de ignorar a todos los demás. Lo
que sea que hayas escrito simplemente no es para ellos. No te
preocupes. Hay muchos otros escritores en el mundo. Si buscan lo
suficiente, seguro que encontrarán a uno que cumpla sus expectativas.
10. Oye lo que todos tienen que decir, pero no escuches a nadie (sólo a mí).
La escritura es el terreno más privado
en el mundo. Así como nadie puede enseñarte realmente cómo te gusta el
café, nadie puede enseñarte realmente cómo escribir. Si alguien te da un
consejo que suena bien y que se siente bien, úsalo. Si alguien te da un
consejo que suena bien, pero que se siente mal, no pierdas ni un
segundo en él. Puede funcionar para alguien más, pero no para ti.
(Bonus)
11. Amor difícil.
El «bloqueo del escritor» es un término
inventado por escritores muy consentidos y quejumbrosos para referirse a
los periodos en que no se sienten inspirados. La asunción que se
esconde tras este término es que la creatividad es una fuente eterna y
con máxima potencia, por lo que si en determinado momento queremos
escribir pero nada excepcional sale del otro lado de nuestro teclado o
de nuestra pluma, debe haber alguna falla obstruyendo el ciclo natural
de la creatividad continua.
Me gustaría plantear una perspectiva
alternativa. La creatividad, como el amor, es un regalo. Y no te dan
regalos todo el tiempo. Si vas a una cita y no te gusta el chico o la
chica con el que saliste, no es que estés experimentando «bloqueo del
enamorado»–sino que simplemente no estás amando en ese preciso momento, y
si eres lo suficientemente paciente experimentarás amor en el futuro
(probablemente en el lugar y la hora en que menos lo esperes). Si no
escribes bien, sigue escribiendo cosas malas (no te preocupes, la mala
escritura es completamente ecológica –no daña la capa de ozono ni hace
que te de cáncer). Si se vuelve muy frustrante, deja de hacerlo –mejor
juega bádminton, colecciona aviones a escala, o haz todas esas cosas que
hace la gente que no escribe. Pero principalmente, espera
pacientemente. (Pacientemente, en oposición a impacientemente, o
enojadamente, o amargadamente –porque esa clase de espera no lleva a la
buena escritura en el futuro. La paciencia sí.)
Escribir no es un hábito. Es una forma
de expresión única. Y nadie te debe esa experiencia especial todos los
días o semanalmente. Pero si haces un esfuerzo, en su ausencia, por
seguir viviendo tu vida y experimentar nuevas cosas, eventualmente
regresará. Y cuando lo haga, disfrútala tanto como puedas, antes de que
se vaya otra vez.
[*] Traducción de José Miguel Rentería, con permiso del autor. Estos consejos estaban hasta ahora inéditos en español.
Disfruta también en este número de la entrevista de José Miguel Rentería con Etgar Keret.
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