Sobre literatura regional, su obra y Borges, habla Ricardo Piglia, ganador del Rómulo Gallegos
Ricardo Piglia.escritor argentino.Premio Rómulo Gallegos.foto.fuente:eltiempo.com
Ricardo Piglia es el refundador -si no el fundador formal- del género de la novela negra en Argentina, y es uno de los referentes de la literatura del más alto nivel en el país y de una América latina que se anima a reconocer un incipiente segundo boom en sus entrañas. Pero hoy, el escritor nacido en Adrogué se muestra al mundo como un artista que se jacta, a través de sus obras, de haber hecho de la paciencia una de sus grandes virtudes.
Próximo a los 70 años, y tras permitirse una década de distancia entre novela y novela, encontró en su último libro, 'Blanco nocturno', el más iluminado de sus trabajos y, también, la esperada llave para el reconocimiento de su trabajo literario. Por esa historia, inspirada en la figura de un primo de Piglia que vivía encerrado en una fábrica en una íntima lucha con la libertad de sus propios sueños, obtuvo el Premio Nacional de la Crítica de España y el prestigioso Premio Rómulo Gallegos.
"Pero que haya tenido que esperar tanto para tener esta respuesta por parte de los especialistas no significa que vaya a tomar otra década para escribir mi próxima novela. Ya no creo tener tanto tiempo", bromea Piglia en su entrevista en la Casa América de Madrid, donde cada vez corren con mayor velocidad las versiones sobre su eventual consagración definitiva con el Cervantes, posiblemente en su próxima entrega. "De eso no puedo hablar, no debo", dice, divertido, mientras pone la única traba en una charla en la que no pudo ocultar, incluso en ese pequeño espacio livianamente vedado, el humor del que goza por estos días.
"Sí, en cambio, puedo decir que me hace muy feliz haber recibido el Rómulo Gallegos, que es entregado por los editores y tiene una enorme tradición, por formar ya parte de la memoria en el ambiente literario y por quienes lo han ganado, que me hacen sentir muy bien acompañado", dice el escritor, que se transformó en el tercer argentino en obtener esa distinción luego de que lo hicieron Abel Posse, en 1987, y Mempo Giardinelli, en 1993. Más allá de los premios de la crítica y los editores, admite sentir una "sorprendente satisfacción" por la, a su juicio, "inesperada" repercusión que está logrando 'Blanco nocturno' entre el público argentino y latinoamericano.
¿Se puede comparar el éxito de su última novela con el de la anterior, 'Plata quemada', hace poco más de una década?
Es diferente. 'Plata quemada' tuvo una circulación de otra naturaleza, ya que primero surgió un escándalo ridículo en torno a un premio y luego su difusión fue impulsada por la película homónima, que siempre funciona como un elemento de llamada de atención sobre la obra literaria. 'Blanco nocturno' se abrió camino por sí misma y logró distinciones como el Premio de la Crítica de España, al que ni siquiera me había presentado.
¿Cómo han sido, para la literatura nacional, estos 25 años sin Borges?
En un punto, se ha vivido con un cierto alivio. No, naturalmente, porque se deseara la extinción física de Borges, sino porque todos teníamos una relación de fascinación y, al mismo tiempo, de distancia por el estándar altísimo que nos puso a todos su nivel de escritura. Pero había muchos que lo tomaban como un referente único...
¿Y eso no era bueno?
Borges pensaba que había una sola manera de hacer literatura. Decía que no le interesaba Proust, o despreciaba a Joyce o Thomas Mann, porque tenía una idea clara de cómo tenían que ser sus textos: más bien breves, con criterios muy formales y claros, y que a él le producía un resultado extraordinario. Pero muchos imitaban este tipo de discurso y repetían, e incluso lo hacen hoy, muchas de sus posturas y reflexiones, que en ocasiones tenían una importante carga de ironía en el contexto que había elegido Borges. Lo importante de este único escritor es que fue un milagro para todos, porque tenía a la literatura en el centro de su vida y marcó a la del país durante 70 años. Dejó tanto pero tanto que su legado aún se está acomodando entre nosotros. Y sus consecuencias, aún hoy, son difíciles de medir...
¿Coincide con quienes dicen que la literatura latinoamericana vive hoy su segundo boom?
Sí, aunque es una experiencia diferente de la del 60. En aquellos años, quienes éramos editores en el Río de la Plata mirábamos con extrañeza el despegue de Vargas Llosa o García Márquez, ya que era un fenómeno casi ajeno, porque no éramos lo suficientemente latinoamericanos. Hoy, los autores de América Central y el Caribe, por no hablar de la América del Sur que excluye al movimiento rioplatense, tienen un contacto permanente con la literatura estadounidense y europea.
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