Nicolas Azalbert pertenece a la nueva generación de críticos que publica en las página de Cahiers du Cinéma, Hace poco estuvo en Bogotá para celebrar los 60 años de la publicación. foto.fuente:elespectador.comCahiers Du Cinéma fue creada en Francia en los años cincuenta. Este año celebra su aniversario número 60 de revelar no sólo las imágenes de la gran pantalla sino las influencias de los contextos políticos, sociales y económicos de una época
Una revista dedicada exclusivamente al cine. Una sexagenaria que ha consignado en sus páginas a los grandes, a los rebeldes, a los polémicos, emergentes y consagrados directores de cine que han marcado la historia de la gran pantalla.
Cahiers du Cinéma fue creada en 1951 por André Bazin, llamado el padre fundador de la crítica moderna . Desde sus inicios se caracterizó por ser una publicación de mirada incisiva y crítica, sin concesiones, en la que grandes plumas ofrecían sus puntos de vista sobre el cine de la época. El gran logro fue haberse establecido como una referencia mundial, tanto en el mundo de los lectores cinéfilos o de aquellos que simplemente querían aprender o saber algo sobre cine, como en el de los directores que al ver las buenas o las malas críticas se enorgullecían o se enfurecían.
Hugo Chaparro, escritor, crítico de cine y fiel asiduo de la revista confiesa que "la lógica y sus argumentos como deportes intelectuales en Francia, hicieron de Cahiers du Cinéma una publicación para acercarse al fenómeno de la pantalla con la pasión de los críticos que escribieron en sus páginas y se encargaron de que el cine fuera un asunto personal y pasional de vigor infatigable cuando se escribía al respecto".
Nicolas Azalbert, crítico actual de la revista y cineasta, estuvo de paso por Bogotá en el marco del Festival de Cine Francés en el que se celebró este aniversario. El Espectador lo entrevistó.
¿Qué significa trabajar para 'Cahiers du Cinéma'?
Es un privilegio porque la revista sigue siendo hoy en día la revista de cine más prestigiosa del mundo. Y también es una responsabilidad porque nos inscribimos en una historia y un pasado gloriosos. La herencia que nos toca es muy pesada y tenemos que estar a la altura de las expectativas.
¿Y qué significa para el inconsciente colectivo esta publicación?
Para la gente, la revista está asociada con la Nouvelle Vague (Nueva Ola) y los críticos de los años cincuenta que empezaron a filmar al principio de los sesenta (François Truffaut, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette, Claude Chabrol, Eric Rohmer). También está asociada con un nivel de reflexión sobre el cine que no tiene ninguna otra revista. Esta percepción de la revista, como muy intelectual, si le da prestigio, también la aleja de mucha gente que no la lee porque piensa que no la puede entender. Y es cierto que hubo algunos excesos en ese sentido. Por eso, desde hace dos años volvimos con el nuevo equipo de redacción a una forma de escritura más sencilla sin dejar de lado, por supuesto, el nivel de reflexión. Pero no hay que olvidar que lo importante es transmitir la pasión por el cine y no encerrarse en sí mismo.
A través de todos estos años, ¿se puede hablar de un hilo conductor predominante en la revista?
La revista sigue siendo fiel a un concepto fundado en los años cincuenta y que se llama "la política de los autores", en la que lo importante no es la película, ni el guión, ni los actores, ni el productor, sino el director. Existen directores que son, al igual que ciertos escritores, verdaderos autores. Es decir, artistas que desarrollan un estilo propio, un punto de vista sobre el mundo en cada película que filman. Estos autores pueden encontrarse también en Hollywood. La revista defendió a Alfred Hitchcock y a Howard Hawks cuando estaban considerados como realizadores de meros productos comerciales. Más recientemente pasó lo mismo con Tim Burton, Clint Eastwood o James Cameron, a quienes la revista reveló como autores.
¿Cuál es la época más significativa del cine francés?
Sigue siendo la de la Nouvelle Vague. Fue una revolución dentro del cine francés. Estos jóvenes directores expusieron por primera vez su cámara en las calles y filmaron con bajo presupuesto las preocupaciones de toda una generación. Esta época es la más significativa, pero no se repetirá nunca jamás. Es muy notable y preocupante darse cuenta de que Rohmer, quien desapareció el año pasado a los 89 años, permanecía como el cineasta más joven y más libre del cine francés.
¿Cuáles son los elementos básicos que debe tener un crítico de cine?
Debe tener una personalidad, una subjetividad que se note en sus artículos. Una crítica no es un análisis académico o universitario. Cuando leo una crítica, me interesa encontrar un estilo, unas preocupaciones, una mirada (hasta mala fe) propios del crítico. No leo una crítica para saber algo sobre una película sino para saber qué piensa X de tal película.
¿Qué implica que una publicación especializada ya cumpla 60 años?
Significa que ya pertenece a la historia y que de cierta forma es el reflejo de la historia. Basta leer viejos ejemplares para enterarse de lo que sucedió en diferentes épocas. El cine no se mantiene alejado de los contextos políticos, sociales y económicos de una época. Más bien es la expresión de ellos. Y si una revista, como siempre lo hizo Cahiers du Cinéma, logra acercarse a la esencia del cine, también puede dar cuenta de una época.
Todas las publicaciones tienen sus bajos y sus altos. ¿Cuál cree que ha sido o es la época gloriosa de la revista?
La gran época de la revista es sin duda la de los años cincuenta, porque existía un fervor para el cine que no existe más. En la época había que luchar para que el cine fuera considerado como un arte y así se inventaron las armas teóricas que sirven todavía hoy en día. Pero cada época tiene su desafío y a nosotros nos toca pensar el cambio de la imagen en 35 mm a la imagen numérica. Vamos a publicar un largo dossier sobre el tema en el número de noviembre.
Estuvo del otro lado de la cámara, en la dirección de una película. ¿Cómo recibió las críticas que le hicieron?
Las dos películas que dirigí no se estrenaron comercialmente, pasaron solamente en festivales. Así que no tuve mucha prensa. En general fueron bien recibidas. Pero como siempre sucede, uno se acuerda solamente de la única mala crítica que recibe. Y el hecho de que yo sea también crítico no impide que reaccione como los otros directores.
¿A quién admira en el mundo de la crítica del cine?
Serge Daney es para mí el último gran crítico de Francia. Fue jefe de redacción de la revista desde 1973 hasta 1981. Después escribió en el diario Libération sobre televisión y sobre tenis. Sus artículos son imprescindibles. Era un gran caminante, un gran viajero. Le encantaba viajar porque decía que necesitaba comprobar si lo que había visto en las películas era cierto. Fue él en gran parte quien me dio el gusto de la crítica y de los viajes.
¿Cree que hay que ser cineasta para hacer crítica de cine?
No es necesario empezar como crítico para filmar después. Es además una minoría la de los críticos que pasaron a la realización. Pero no veo muchas diferencias entre escribir sobre cine y hacer cine. Godard decía que cuando era crítico ya hacía cine. No se puede diferenciar la teoría de la práctica.
¿Qué otras publicaciones de cine le gusta leer o comprar?
En general, no leo revistas de cine. Porque no son muchas y menos buenas. Sigue existiendo Trafic, la revista que fundó Serge Daney en 1991. Pero después de su muerte, en 1992, y con el tiempo la revista se volvió muy universitaria. Para un crítico, me parece más importante leer literatura, filosofía, ensayos, que escritos sobre cine. Le permite ampliar su campo de conocimientos y eso enriquece su mirada sobre el arte.
¿Qué tipo de cine defiende?
En el cine, me gusta particularmente lo invisible. Lo que no se filma pero que sin embargo está presente en una película, entre los planos, a partir del trabajo del montaje. Me gustan las películas que dejan al espectador un lugar para pensar y que le dan un puesto de codirector. Una película se proyecta en una pantalla pero al mismo tiempo se proyecta en la mente del espectador. Así que una película es, para mí, el encuentro de estas dos proyecciones. Más allá de eso, me interesa en particular el cine argentino, porque tuve la suerte de vivir seis años en Buenos Aires en el momento de la emergencia del "Nuevo Cine Argentino".
Algunas publicaciones memorables
Este fue el primer número de la revista (abril de 1951).
El No. 412 (octubre de 1988) fue el primero que Nicolás Azalbert compró.
El No. 458 (julio/agosto de 1992) fue un homenaje a Serge Daney, el gran crítico francés.
El No. 550 (octubre de 2000) fue el número en el que Azalbert escribió por primera vez.
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