18.2.10

La palabra como destino

POESÍA
Casa de Poesía Silva otorgó reconocimiento a obra de Inés Posada Agudelo

La poesía es diferente del periodismo, no narra el hecho sólo, sino que le da una trascendencia al hecho", explica Inés Posada al referirse a sus estudios de comunicación social – periodista y su oficio como poeta.
Foto: Daniela Arbelaez

fUENTE:El Mundo.com.co









"Cerrando el año anterior, la Casa de Poesía Silva entregó uno de los ocho premios del Concurso Nacional de Poemas, "Escrito a la manera de….", a la poeta antioqueña Inés Posada, por su poema "Del vibrante y fugaz mundo venidero", siguiendo los versos Walt Whitman. Un reconocimiento más a su trabajo juicioso y apasionado; constante, intenso.
Adriana Leonor López Vela
Walt Whitman y Jorge Luis Borges fueron las primeras fuentes de las que bebió Inés Posada Agudelo, una poeta que, pacientemente, lentamente, ha ido ganando un espacio propio en la literatura antioqueña. No se sale indemne de una composición de Whitman ["Esta es la hierba que crece/ dondequiera que haya tierra y agua/ este es el aire común que baña el globo"]; y mucho menos, de una de Borges, ["He atestiguado el mundo/ He confesado la rareza del mundo/ He dicho asombro donde otros dicen solamente costumbre"], sobre todo, cuando se leen en la febril adolescencia. Ello tiene necesariamente que provocar, o por lo menos, suscitar una especie de encanto o desencanto –dependiendo de la obra-, que remueve, toca o hiere, para bien o para mal. En el caso concreto del poema, "Del vibrante y fugaz mundo venidero", con el que Inés Posada ganó uno de los ocho premios que otorgó Casa de Poesía Silva en el Concurso Nacional de Poemas, "Escrito a la manera de….", el pasado mes de octubre, se cumple lo que alguna vez escribió Baudelaire, "El mejor comentario de una obra de arte debería ser otra obra de arte". Y así fue.


El poeta que celebra

Dos caminos tiene el poeta: celebrar el sentimiento de universalidad, el encuentro, la reconciliación de los contrarios, o exorcizar el sentimiento de ruptura, de abandono, de soledad. La poesía de Whitman transita por el primero. "Su canto es para la divina persona común. Los verdaderos heroísmos no son los que se predican desde el púlpito, ni las tribunas", dijo una vez Inés Posada en una de sus clases de poesía en la Facultad de Educación de la Universidad Pontificia Bolivariana. Otro día, volviendo sobre la obra de Whitman, insistió en que el poeta celebra la reconciliación, lo mismo que la poesía japonesa ["Permítasenos soñar con lo que se desvanece y demorarnos en la hermosa simplicidad de las cosas". Okakuro Kakusa], que le gusta tanto como el poeta norteamericano y como la obra de Borges.

Ya en la calma de la entrevista, lejos del aula, confesó su amor por Whitman ante la pregunta de por qué él y no otro, de los tantos que conoce, estudia y cuyos versos recita de memoria como si fueran un himno. Confesión porque siempre que habla de poesía, dentro o fuera de clase, se remite a Borges, Mutis, Salinas, Pessoa, Cortazar, Neruda, Miguel Hernández, Brines, Juarroz –y otros tantos-, sin hacer mayor acento en alguno de ellos. Todos y cada uno son buenos, son maestros en su oficio de nombrar lo innombrable, de jugar con las palabras, de recrear el mundo en versos que son a la vez notas musicales. "He amado a Whitman siempre. Él ha sido mi afirmador, quien me ha enseñado amar lo sencillo", dijo mientras bebía un sorbo de café negro en una tarde que se fue escondiendo por entre los árboles. Y luego, agregó que la propuesta del Concurso era poner a Whitman en el ahora, como si estuviera él mismo aquí, celebrando lo moderno pero recordando que pese a la época, se hace presente lo que el hombre siempre contaría: la cercanía con lo humano, el canto de la vida.

"Celebro el tiempo, el instante, el presente y lo que vendrá. /Madura y prolongada voz de las ciudades que rugen, rascacielos y puentes cubiertos/de la energía multicolor y aturdidora de los autos. (…)", rezan los primeros versos del poema "Del vibrante y fugaz mundo venidero", seleccionado entre 871 trabajos que llegaron de todos los rincones del país, y que merece aparecer en esta entrega de Palabra y Obra. Al cabo de un rato de feliz conversación, justo antes de la noche plena, recordó una frase de Bachelard: "El poeta no es el inspirado, sino el que inspira". Eso hacen un buen poeta y un buen poema.

Del oficio poético

Inés Posada es comunicadora social – periodista, y cuando lo dijo por vez primera sonrió y agregó, muy tímida, que del título sólo le queda el guión. Mucho tiempo después de aquella presentación reveló lo que puede sonar inverosímil: "Tenía una carrera pero no tenía trabajo y como no sabía escribir… no sabía qué iba a ser de mi vida". Pudo haber escogido Filosofía y Letras, pero ella se apresuró a explicar la razón del no: "no me gusta pensarla –la poesía- académicamente. Yo pienso por imágenes, no por conceptos; la filosofía piensa más ordenadamente y yo soy más intuitiva".

Un comienzo difícil, como suele ser el inicio en la literatura… sobra decir que una labor muy solitaria, "muy desconcertante –también-, porque me preguntaba, ¿lo estoy haciendo bien? ¿A quién le pregunto? ¿Estará bien?". Pero en ese ejercicio de escritura, que se torna oficio con el diario escribir, observar, leer, sentir, observar, leer y escribir, tuvo lista una colección de poemas que nadie quería publicar.

Inédito - Escribir un poema

Escribir un poema
que sea como una nube.
Escribir un poema
como una mano
que escribe un poema
que es como una nube.
Afianzarse en la altura
como una cuerda
que se afana en sostener
una cometa en el aire
entre las nubes
que son como un poema
que la mano
que la sostiene escribe
en el aire,
en la nube,
en la cuerda,
en la cometa.
Sostener el poema
con el aliento.
Empecinarse
como una piedra inútil
***
contra una nube.
Empecinarse
como una mano inútil
contra un poema.
Sostener –sin temblar- el hilo
del pensamiento.
Soltar el hilo del poema
contra una mano
que es como una nube.

***

Y que la poesía
nos de la libertad
que está
en la nube,
en el aire,
en el pensamiento,
en la cometa,
en la mano,
en el hilo,
en el cuerpo del mundo
que se empecina contra todos nosotros
como una piedra.

*Del libro inédito, "Lo lento, lo pequeño y lo cercano".

Así que decidió aventurarse en los concursos locales y nacionales, muchos, pero nada. Hasta que llegó el primero, en el año de 1983, en la Revista Plural, del periódico Excelsior, de México, que le reconoció con una mención de honor. Fue definitivo. Esta colección que tituló, "Metáforas del Miedo", la presentó en varias editoriales locales para que se la publicaran, pero de nuevo, nada. En realidad, contó Inés Posada con voz calma, como siempre habla en el aula o fuera de ella, hasta hace muy poco comenzaron a publicar sus obras, después de otros reconocimientos que obtuvo. En Costa Rica ganó de nuevo una mención de honor en el concurso "Educa", interuniversitario; tiempo después, con otra colección de poemas titulada "Sé que voy a morirme", participó en el Concurso de Poesía Gustavo Ibarra Merlano, convocado por la Universidad Tecnológica de Bolívar y Casa Poesía Silva, en el que recibió otro premio. El que le otorgó Casa de Poesía Silva en el pasado mes de octubre, es el último que ha recibido hasta el momento.

Respecto a sus libros, "Metáforas del Miedo", "Entre hojas" y "Me llamarás amor", corrieron por cuenta de la poeta y amigos cercanos; "Sólo la vida", fue publicado por la Editorial UPB; y "Sé que voy a morirme", por el Fondo Editorial de la Universidad de Eafit. El más reciente, "La poética de la noche: la divina noche" escrito con el semillero "La escritura y la experiencia poética" que coordina en la Universidad Pontificia Bolivariana, fue publicado por la editorial de la Universidad.

Actualmente tiene listo un nuevo libro, inédito aún, titulado "Lo lento, lo pequeño y lo cercano", que como ella misma dice, es un acto de rebeldía frente a los azarosos tiempos que corren veloz como si mañana la muerte fuera a visitarnos. "Intento volver a la simplicidad, es un intento de resistencia a los signos de la época que nos está imposibilitando vivir realmente la vida", dijo, ya con el vaso de café vacío, muy próxima a la hora de clase; era la última del año.

Pocos son los años que han pasado y a la vez,
mucho el tiempo invertido en el oficio poético. Muy lejos quedó la poeta que se formaba en las mesas de las cafeterías de la Universidad de Antioquia con la incertidumbre de la vida.

Aquella noche afirmó, feliz por lo hecho hasta ahora, "ya sé que mi destino es la poesía".

Fragmento - Del vibrante y fugaz mundo venidero

Celebro el tiempo, el instante, el presente y lo que vendrá.
Madura y prolongada voz de las ciudades que rugen, rascacielos

y puentes cubiertos
de la energía multicolor y aturdidora de los autos.
Las pulsaciones de las palabras que invisibles y urgentes recorren la tierra.
La voz de números que son imágenes, y vibrantes y virtuales, a toda hora se encienden
y se apagan como antes las antiguas estrellas.
Todo lo que la tierra ha producido: titanio, plástico

–extraño invento para las manos ya
dóciles del hombre–, arcilla, arenas, metales y silicios.
Partículas de la materia que todavía forman la otra piel

que nos cubre
y son puente entre los hombres cada vez más distantes.
Autopista dinámica de la información, instantáneos conductores

del cuerpo del mundo,
pantallas y voces que abren las puertas en todos los cuartos.
Todas estas imágenes y las que no podría nombrar se mezclan y se confunden entre
millones de cuerpos, gestos, presencias.
¿Queréis que ignore el advenimiento del nuevo mundo que

os anunciaba?
¿La silenciosa llegada de una invisible realidad?
No. He de decir esta nueva belleza, he de dolerme también de

ella y de todo cuanto aún
hoy penetra la suave caricia de las brisa, el aliento desnudo

del viento en las altas
montañas, el cálido contacto del roce de las manos, la humedad

tibia y pura de los
desnudos labios que el amor de este siglo no ha olvidado.
Entre mis hojas, entre las raíces y brotes de mis hojas,
yo también elevo mi canto como un satélite. Mi canto natural,mi canto eléctrico,
ordenado, que en cibernética presencia contagia de fuerza,

velocidad, estruendo,
toda la vida, toda, desde la tímida raíz de la enredadera que sube por mi balcón
hasta los bosques fornidos y atléticos de todas las aldeas infinitas que pueblan este siglo
y los siglos venideros…

Y ahora, escucha lo que mi voz susurra, lo que no hemos olvidado,
lo que se nutre del canto de los pájaros, del agua clara, de los arroyos interminables
que se vierten sobre el regazo de la noche en el presente de esta

tierra.[…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué lindos y profundos versos.
Livianos com pétalos de mariposa.