La verdadera creación literaria no tiene tiempo
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Aquí van algunos escritores que trabajan de noche:
- Samuel Johnson. Es
uno de esos escritores clásicos de la literatura inglesa y uno de los
que lo hizo por las noches. Trasnochaba – y no por escribir solo – por
lo que no llegaba a su casa hasta las dos de la madrugada (el siglo
XVIII, si eras acomodado, podía ser bastante divertido). Mientras los
demás dormían, él simplemente escribía. Y tiene su mérito, que
recordemos que no había poderosas bombillas eléctricas (¡ni siquiera
máquina de escribir!) y tenía que hacerlo a mano, claro, y a la luz de
las velas. Y, para que aún os caiga mejor, se lamentaba de que la pereza
era su mayor enemigo: él intentaba hacerse con rutinas y ser constante,
pero… no es tan fácil.
- Friedrich Schiller. A
Schiller le encantaba tener un cajón con manzanas podridas en su cuarto
de trabajo, porque el mal olor le hacía sentir la urgencia de escribir.
Además, le gustaba trabajar de noche, porque no soportaba ser
interrumpido por nadie ni por nada. Fumaba como un poseso y bebía café
(y vino) para no dormirse. Y aunque a él le molestaba el ruido, no era
muy respetuoso con no interrumpir las costumbres de los otros. Sus
sufridos vecinos tenían que escucharlo declamar por las noches. Lo hacía
a gritos, por supuesto. Esperemos que en el XVIII ya hubiese buenos
tapones para los oídos.
- George Sand. Ya os hablamos de cómo trabajaba George Sand cuando abordamos las rutinas de trabajo de las escritoras.
Escribía de noche – y mucho – tanto como para dejar a sus amantes en
cama dormidos e ignorantes de lo que estaba pasando e irse a escribir
alguna de sus novelas.
- Franz Kafka. Todos
sabemos que Kafka no vivía de la escritura y que si su amigo y editor,
Max Brod, no hubiese obviado sus deseos, nunca habríamos podido leer sus
obras. Durante el día, Kafka trabajaba en el Instituto de Seguros
contra Accidentes para Trabajadores de Praga, un sitio con un nombre
bastante aburrido y donde él no estaba muy conforme, y además tenía que
interactuar con su familia. No podía escribir hasta que llegaba la
noche. Como le confesaba a Felice Bauer, el piso en el que vivía con sus familiares era antes demasiado ruidoso.
- Marcel Proust. Si piensas en Proust, piensas en desayuno: la culpa la tiene la magdalena (aunque en realidad la magdalena en cuestión es culinariamente imposible) y también el saber que Proust se alimentaba de café y croissants
(que es una dieta que podríamos poner de moda: saludable no será, pero
atrayente lo es bastante). Aunque los hábitos de vida del autor no eran
tan madrugadores: se levantaba a media tarde y escribía de noche en su
habitación con las paredes de corcho para evitar los ruidos del
exterior.
- Thomas Wolfe. Se
murió muy joven (a los 38 años) y hace ya bastantes años (en 1938) pero
aún así Wolfe es considerado aún uno de los autores más importantes de
la literatura estadounidense moderna. Empezaba a escribir a eso de la
media noche y para ello se tomaba “increíbles cantidades de té y café”,
como nos cuenta Mason en su libro. Y además lo hacía de una forma no muy
cómoda: era uno de los escritores que escribían de pie y en vez de mesa, como era muy alto, usaba la parte de arriba de la nevera como atril.
- Gustave Flaubert. Flaubert estableció una disciplina estricta para escribir Madame Bovary,
que no era un libro sencillo. Trabajaba por las noches varias horas
porque durante el día se distraía más fácilmente (aunque no vivía de
noche únicamente, porque cumplía con sus obligaciones familiares: vivía
con su madre, su sobrinita de cinco años, la institutriz y de vez en
cuando un tío). Aunque trabajaba de noche, se levantaba todos los días a
las 10 y se daba un baño muy caliente (más puntos a favor de Flaubert:
se bañaba antes de que fuese mainstream) y hacía varias cosas, como dar
clase a su sobrina por las tardes. A las 9 o 10 de la noche, cuando su
querida madre se iba a dormir, él se enfrentaba a Emma Bovary.
- Toni Morrison. Aunque
en sus últimas décadas de trabajo Morrison trabajaba de forma diurna,
al principio la escritora era un ave nocturna. Tenía una explicación. La
escritora tenía un trabajo diurno y dos hijos que también reclamaban su
atención, así que dedicaba las noches a su propia ficción. “No voy a
cócteles, no organizo cenas sociales ni asisto a ellas”, decía.
“Necesito esas horas de la noche porque en ellas puedo trabajar una
barbaridad”.
- Anne Rice. Rice
tampoco ha sido fiel para siempre a una rutina de trabajo, pero algunas
veces sí ha dedicado la noche a escribir y el día a dormir. Lo hizo con Entrevista con el vampiro, porque por la noche era el momento en el que conseguía concentrarse porque nadie la molestaba con llamadas o conversaciones.
- Stephanie Meyer. La propia escritora lo cuenta en su web: escribió toda la saga Crepúsculo
por las noches. Aunque aprovechaba el día para pensar en la trama (las
ideas se le ocurrían en clase de natación), no se sentaba delante del
ordenador a trabajar hasta que llegaba la noche y la casa estaba en
silencio.
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