25.3.15

El encuentro de dos genios

El escritor Nahum Montt lanzó su nueva novela, Hermanos de tinta, en la que, entre realidad y ficción, logra que se conozcan dos grandes de la literatura universal: Miguel de Cervantes y William Shakespeare
Nahum Montt, autor colombiano de la novela Hermanos de tinta./elespectador.com

Portada Hermanos de tinta de Nahum Montt.

Un día de 2004, cuando cruzaba una calle, a Nahum Montt casi lo atropella un bus del colegio Liceo Cervantes. Esa fue la señal para cerrar su libro El eskimal y la mariposa. Dos años después publicó Miguel de Cervantes, versado en desdichas, una biografía del creador de El Quijote. El pasado 17 de marzo trascendió la noticia de que fueron hallados los restos del célebre autor en una cripta de la iglesia de San Ildefonso en Madrid. Al día siguiente Montt lanzó en Bogotá su nueva novela, Hermanos de tinta, que también habla sobre el escritor español.
Paradojas o coincidencias de un hombre dedicado al oficio de la escritura entre la noche y el alba, con una vida tan intensa como su obra literaria. Nacido en Barrancabermeja (Santander) en 1967, estudiante del seminario San Pedro Claver del puerto petrolero, consumidor habitual de raspao en el camino a su colegio o cliente de las novelas de vaqueros que se exhibían en las tiendas como ropa secándose, su casa natal fue punto de encuentro para escuchar salsa, Beatles, Mercedes Sosa o Silvio Rodríguez, o de los amigos que llegaban a ensayar comedias de Molière.
A los 17 años asumió que era el momento de coger camino y se fue a Medellín a estudiar ingeniería electrónica, por aquello de que algún día podía ingresar a Ecopetrol y abrirse paso en Barranca. Pero pudo más la escritura. Emigró a Bogotá en 1989, entró a estudiar literatura en la Universidad Nacional, y todo lo que vivió trascendió en sus páginas. El año que llegó mataron a Luis Carlos Galán. Menos de un año después a Bernardo Jaramillo y a Carlos Pizarro. Tres candidatos presidenciales asesinados que fueron materia prima de El eskimal y la mariposa.
La publicó en 2004 y ganó el Premio Nacional de Novela. Rastreando en la memoria colectiva construyó historia alrededor del asesinato de una anciana en el barrio El Polo y dejó testimonio de una época crítica en Colombia. Tan difícil como los días de su niñez y adolescencia, en los que constató el impacto de la lucha armada o de la agitación sindical en Barrancabermeja, en esa encrucijada de caminos en Santander, como bautizó la ciudad el escritor Enrique Serrano, como él o Andrea Cote y Pablo Montoya, integrantes de la denominada generación del petróleo.
Ya existía en su vida Nancy Valero, una admirable mujer que conoció una noche en que se sentó a su lado durante un recital de La Maga en la fundación Gilberto Alzate, y con quien armó un hogar distinto con ocho hijos adoptados. Tres que acogió ella en sus periplos diarios como directora ejecutiva de la fundación Mujeres de Éxito; dos de su hermano Afranio, que trabajaba con la Fiscalía y fue asesinado en Barranca; otro de un hermano de su mona Nancy, que corrió la misma suerte en los Llanos, y dos más que les dio la vida y alegraron su patrimonio humano.
Todos crecieron en una espaciosa casa del barrio La Castellana repleta de libros, retratos y objetos con historias propias, donde Nahum Montt se acostumbró a escribir desde las dos de la mañana en su estudio, antes de que el tropel de sus ocho hijos y cuatro nietos, o el de las líderes que fortalecen la vida de Nancy, llegara a diseminar su energía por todas partes. Cuando empezaba el alboroto familiar y social, él ya había avanzado unas cuantas páginas y emprendía su ronda de profesor universitario en literatura en diversas aulas bogotanas.
Con esa disciplina escribió en cuatro años su novela Lara (2008), en la que aportó su versión literaria sobre el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, asesinado por el narcotráfico en los años 80. Documentado con las técnicas del periodismo, pero labrado con los imaginarios libres del novelista. Los mismos que ha enseñado en sus talleres de narrativa o que aprendió a descubrir en los clásicos thrillers del Viejo Oeste de su infancia. Entre la verdad y la ficción, pero con el aliento necesario para explorar en el alma de un hombre que dejó honda huella en Colombia con su cruzada solitaria.
Después de Lara hizo una pausa de siete años sin renunciar a los hilos sueltos de sus años de juventud y retornó a Cervantes y sus fantasmas. Esta vez para lograr lo imposible: un encuentro personal del escritor español con ese otro coloso de la creación literaria universal llamado William Shakespeare. En Valladolid, en el lejano 1605, con ocasión de la ratificación del tratado de paz entre España e Inglaterra después de 20 años de guerra. Cervantes como comisario, deambulando entre soldados, jueces o alguaciles, y Shakespeare con su compañía de teatro.
Un entramado de cornudos, putas o rufianes en el que Cervantes rememora a su abuelo lector de novelas de caballería o evoca sus días en la cárcel de Sevilla, y Shakespeare expía en su obra itinerante sobre la venganza de Hamlet, príncipe de Dinamarca, su dolor familiar y la verdad que aflora en su última representación en Valladolid cuando afirma: “Somos fantasmas y nuestro destino es disolvernos en el aire, como el humo (…) sólo somos las historias que nos contamos. Una sombra de los relatos, nada más. Estamos hechos de los personajes que representamos”.
En el corral de Plazavieja, antes de regresar a Inglaterra y recogiendo trastos en el Baúl de los Duendes, con sendos vasos de ron, Shakespeare encuentra a Cervantes y en una frase resume lo que intuyó desde niño: “Siempre supe que tenía un hermano de tinta. Lo que nunca imaginé es que fuera español”. Cierto o no, eso poco importa, todo es posible en el mundo de la ficción literaria y Nahum Montt —con nombre de profeta menor por el azar de una página bíblica—, lo logra a través de una novela en la que prueba la madurez del oficio en cada palabra de su seductor relato.
Algo de su minucioso rastreo personal a la vida y obra de Miguel de Cervantes, la atmósfera judicial y hasta policíaca de sus anteriores novelas, pero ahora trasladada a las salas de audiencias de los albores del siglo XVII, y su depurada técnica para que los diálogos fluyan como un libreto de escena. Quinto libro y cuarta novela de Nahum Montt desde 1999, cuando debutó con Midnight Dreams. La obra en crecimiento de un escritor que escarba en la historia del mundo o esculpe en la memoria de Colombia para imaginar lo trasegado por otros o descubrir los ecos de su propia voz.

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