El escritor Nahum Montt lanzó su nueva novela, Hermanos de tinta, en la que, entre realidad y ficción, logra que se conozcan dos grandes de la literatura universal: Miguel de Cervantes y William Shakespeare
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Nahum Montt, autor colombiano de la novela Hermanos de tinta./elespectador.com |
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Portada Hermanos de tinta de Nahum Montt. |
Un día de 2004, cuando cruzaba una calle, a Nahum Montt casi lo
atropella un bus del colegio Liceo Cervantes. Esa fue la señal para
cerrar su libro El eskimal y la mariposa. Dos años después publicó
Miguel de Cervantes, versado en desdichas, una biografía del creador de
El Quijote. El pasado 17 de marzo trascendió la noticia de que fueron
hallados los restos del célebre autor en una cripta de la iglesia de San
Ildefonso en Madrid. Al día siguiente Montt lanzó en Bogotá su nueva
novela, Hermanos de tinta, que también habla sobre el escritor español.
Paradojas
o coincidencias de un hombre dedicado al oficio de la escritura entre
la noche y el alba, con una vida tan intensa como su obra literaria.
Nacido en Barrancabermeja (Santander) en 1967, estudiante del seminario
San Pedro Claver del puerto petrolero, consumidor habitual de raspao en
el camino a su colegio o cliente de las novelas de vaqueros que se
exhibían en las tiendas como ropa secándose, su casa natal fue punto de
encuentro para escuchar salsa, Beatles, Mercedes Sosa o Silvio
Rodríguez, o de los amigos que llegaban a ensayar comedias de Molière.
A
los 17 años asumió que era el momento de coger camino y se fue a
Medellín a estudiar ingeniería electrónica, por aquello de que algún día
podía ingresar a Ecopetrol y abrirse paso en Barranca. Pero pudo más la
escritura. Emigró a Bogotá en 1989, entró a estudiar literatura en la
Universidad Nacional, y todo lo que vivió trascendió en sus páginas. El
año que llegó mataron a Luis Carlos Galán. Menos de un año después a
Bernardo Jaramillo y a Carlos Pizarro. Tres candidatos presidenciales
asesinados que fueron materia prima de El eskimal y la mariposa.
La publicó en 2004 y ganó el Premio Nacional de
Novela. Rastreando en la memoria colectiva construyó historia alrededor
del asesinato de una anciana en el barrio El Polo y dejó testimonio de
una época crítica en Colombia. Tan difícil como los días de su niñez y
adolescencia, en los que constató el impacto de la lucha armada o de la
agitación sindical en Barrancabermeja, en esa encrucijada de caminos en
Santander, como bautizó la ciudad el escritor Enrique Serrano, como él o
Andrea Cote y Pablo Montoya, integrantes de la denominada generación
del petróleo.
Ya existía en su vida Nancy Valero, una admirable
mujer que conoció una noche en que se sentó a su lado durante un recital
de La Maga en la fundación Gilberto Alzate, y con quien armó un hogar
distinto con ocho hijos adoptados. Tres que acogió ella en sus periplos
diarios como directora ejecutiva de la fundación Mujeres de Éxito; dos
de su hermano Afranio, que trabajaba con la Fiscalía y fue asesinado en
Barranca; otro de un hermano de su mona Nancy, que corrió la misma
suerte en los Llanos, y dos más que les dio la vida y alegraron su
patrimonio humano.
Todos crecieron en una espaciosa casa del
barrio La Castellana repleta de libros, retratos y objetos con historias
propias, donde Nahum Montt se acostumbró a escribir desde las dos de la
mañana en su estudio, antes de que el tropel de sus ocho hijos y cuatro
nietos, o el de las líderes que fortalecen la vida de Nancy, llegara a
diseminar su energía por todas partes. Cuando empezaba el alboroto
familiar y social, él ya había avanzado unas cuantas páginas y emprendía
su ronda de profesor universitario en literatura en diversas aulas
bogotanas.
Con esa disciplina escribió en cuatro años su novela
Lara (2008), en la que aportó su versión literaria sobre el ministro de
Justicia Rodrigo Lara Bonilla, asesinado por el narcotráfico en los años
80. Documentado con las técnicas del periodismo, pero labrado con los
imaginarios libres del novelista. Los mismos que ha enseñado en sus
talleres de narrativa o que aprendió a descubrir en los clásicos
thrillers del Viejo Oeste de su infancia. Entre la verdad y la ficción,
pero con el aliento necesario para explorar en el alma de un hombre que
dejó honda huella en Colombia con su cruzada solitaria.
Después de
Lara hizo una pausa de siete años sin renunciar a los hilos sueltos de
sus años de juventud y retornó a Cervantes y sus fantasmas. Esta vez
para lograr lo imposible: un encuentro personal del escritor español con
ese otro coloso de la creación literaria universal llamado William
Shakespeare. En Valladolid, en el lejano 1605, con ocasión de la
ratificación del tratado de paz entre España e Inglaterra después de 20
años de guerra. Cervantes como comisario, deambulando entre soldados,
jueces o alguaciles, y Shakespeare con su compañía de teatro.
Un
entramado de cornudos, putas o rufianes en el que Cervantes rememora a
su abuelo lector de novelas de caballería o evoca sus días en la cárcel
de Sevilla, y Shakespeare expía en su obra itinerante sobre la venganza
de Hamlet, príncipe de Dinamarca, su dolor familiar y la verdad que
aflora en su última representación en Valladolid cuando afirma: “Somos
fantasmas y nuestro destino es disolvernos en el aire, como el humo (…)
sólo somos las historias que nos contamos. Una sombra de los relatos,
nada más. Estamos hechos de los personajes que representamos”.
En
el corral de Plazavieja, antes de regresar a Inglaterra y recogiendo
trastos en el Baúl de los Duendes, con sendos vasos de ron, Shakespeare
encuentra a Cervantes y en una frase resume lo que intuyó desde niño:
“Siempre supe que tenía un hermano de tinta. Lo que nunca imaginé es que
fuera español”. Cierto o no, eso poco importa, todo es posible en el
mundo de la ficción literaria y Nahum Montt —con nombre de profeta menor
por el azar de una página bíblica—, lo logra a través de una novela en
la que prueba la madurez del oficio en cada palabra de su seductor
relato.
Algo de su minucioso rastreo personal a la vida y obra de
Miguel de Cervantes, la atmósfera judicial y hasta policíaca de sus
anteriores novelas, pero ahora trasladada a las salas de audiencias de
los albores del siglo XVII, y su depurada técnica para que los diálogos
fluyan como un libreto de escena. Quinto libro y cuarta novela de Nahum
Montt desde 1999, cuando debutó con Midnight Dreams. La obra en
crecimiento de un escritor que escarba en la historia del mundo o
esculpe en la memoria de Colombia para imaginar lo trasegado por otros o
descubrir los ecos de su propia voz.
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