9.3.12

El español y la igualdad real de los sexos

La acádemica Inés Fernández-Ordóñez, último ingreso en la RAE, repasa los puntos cruciales del Informe Bosque
Inés Fernández-Ordóñez. foto: Begoña Rivas.elcultural.es

Es el miembro más joven de la Real Academia Española. Con su ingreso en la Docta Casa, hace poco más de un año, Inés Fernández-Ordóñez (Madrid, 1961) se convirtió además en la quinta mujer que ejerce en la actualidad las funciones propias de los académicos: limpiar, fijar y dar esplendor al español. Una lengua cuya neutralidad ante el sexo masculino y femenino viene siendo puesta en entredicho en los últimos años. Tanto, que la RAE, a través de un informe firmado por el filólogo Ignacio Bosque, ha tenido que salir al paso de las múltiples guías que pretenden corregir algunas estructuras y expresiones tildadas de "sexistas". Fernández-Ordóñez, también filóloga de formación y Catedrática de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid, emite su opinión sobre los puntos más relevantes del documento de su compañero: la fosilización de usos de dudosa ecuanimidad, la discutida prevalencia del masculino en fórmulas expresivas genéricas, las correcciones pertinentes y posibles ante las presuntas iniquidades lingüísticas, el papel del lenguaje en la construcción de la igualdad real entre hombres y mujeres...


Las guías 'no sexistas' y el ridículo

No siempre incurren en él. Debe quedar claro. Hay situaciones, como en las ofertas de trabajo o, en general, en el lenguaje administrativo en que los dobletes masculino / femenino (por ejemplo, "se necesita programador / programadora") no hacen mal a nadie y pueden ayudar a garantizar la igualdad de oportunidades. Es un avance en un ámbito, el de dicho lenguaje jurídico y administrativo, en el que se exige habitualmente la utilización de numerosos formulismos, totalmente alejados del lenguaje común, que se ponen ahí para garantizar la legalidad de los procedimientos.

Sería muy deseable que ese lenguaje estereotipado de los juristas se corrigiera para hacerlo comprensible y accesible al ciudadano, coincidente con el lenguaje de todos los días, y, sin embargo, la RAE no ha escrito ningún informe para criticarlo por ese motivo. Los usos que se recomiendan en esas guías llegan a extremos a veces ridículos, pero surgen de la existencia de un problema muy grave, la discriminación de la mujer, que no es risible ni ridículo.

Justificación del masculino abarcador de ambos sexos

El masculino es el género por defecto o no marcado en la mayor parte de las lenguas indoeuropeas, de las que el español forma parte. Es muy probable que ese empleo surgiera en el seno de una sociedad androcéntrica y patriarcal (como la indoeuropea) milenios atrás. Sin embargo, esa motivación semántica no necesariamente se mantiene presente hoy en día cuando manejamos la lengua. Son millones los hombres y mujeres hispanohablantes que consideran que una expresión como "los hispanohablantes" engloba a hombres como a mujeres, igual que una expresión como "soy hispanohablante" puede englobar a "he sido" y "seré". El tiempo presente es no marcado frente al pasado y al futuro, igual que el masculino es el género no marcado frente al femenino, o el número singular es no marcado frente al plural. Si del carácter no marcado del tiempo presente y del número singular (en miles de lenguas) no extraemos la conclusión de que el lenguaje "solo piensa en el presente y se despreocupa del futuro" o de que el lenguaje "es individualista", pongamos por caso, tampoco deberíamos deducir que el lenguaje es "sexista".


Se trata de formas fosilizadas siglos atrás como parte de la estructura lingüística cuya pervivencia no siempre está relacionada con la persistencia de sus significados originarios, sino con su convencionalización social. No de otro modo decimos "adiós" para despedirnos de alguien sin pensar que estamos encomendando esa persona a la protección de Dios. El problema es que no está en la capacidad de decisión de un hablante o de un grupo de hablantes el hecho de que subsista o desaparezca una determinada estructura lingüística. Lo que decide los cambios lingüísticos es su adopción global por parte de la comunidad y, hasta ahora, los hispanohablantes adoptan masivamente el uso no marcado del masculino. La RAE, como institución que describe el uso generalizado, como notario de la lengua, no puede sino constatar ese hecho y, como en el resto de los usos lingüísticos, recomendar los más aceptados.

Capacidad del lenguaje para impulsar la igualdad real

El lenguaje se puede utilizar para argumentar, conversar, insultar, alabar o destacar, entre muchísimos otros fines. Lo machista y sexista son los contenidos que transmitimos con la estructura lingüística, no necesariamente la estructura en sí misma. Con la misma estructura lingüística (en esa cuestión relativa al género) se pueden tener realidades sociales completamente diferentes en lo que concierne a la igualdad de la mujer. Eso es obvio si comparamos, por ejemplo, la sociedad medieval o del Siglo de Oro con la actual, pero el comportamiento de la lengua española respecto a las concordancias de género entonces y ahora es el mismo. O si comparamos la situación de la mujer en la antigua Alemania del este con la del oeste: la lengua es la misma, pero en la del este se alcanzaron cotas mucho más elevadas de igualdad de la mujer, diferencias que aún hoy perviven.


Sensación personal como mujer e hispanoablante

Por las razones que antes he expuesto, no me siento discriminada. Pero he de hacer constar que hay numerosos grupos de hablantes que sí se sienten así, sea con razón o sin ella, y que es un hecho consustancial a la existencia histórica de las lenguas que los hablantes promuevan innovaciones lingüísticas, con independencia de que esas innovaciones cundan, prosperen y se adopten o no por parte de toda la comunidad lingüística. Están en su derecho.

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