Uno de los cien mil libros. foto: @derechos reservados.fuente:elpais.comCada libro busca al mismo tiempo la simpleza y la elegancia en el diseño. Podríamos decir que es un no libro, en el sentido actual que tienen los libros
"Mario Bellatin a partir de ahora contará sus años de vida en libros y no en años, como es la costumbre. Cumplirá libros, por decirlo de alguna manera" dice un texto que acaba de llegar a mis manos donde se explica el proyecto titulado "Los cien mil libros de Bellatin" y que tiene más de performance artística que de taller artesanal de edición, aunque implica ambos. Mario Bellatin asume la crisis por la que atraviesa el mundo editorial, sobre todo los frágiles puntos intermedios como el editor, el agente literario y el librero, y opta por realizar esta hazaña libresca que suena desmesurada: redactar cien títulos propios con un tiraje inicial de mil libros cada uno.
Cada libro busca al mismo tiempo la simpleza y la elegancia en el diseño. Podríamos decirse que es un "no libro", en el sentido actual que tienen los libros que reclaman, (con la poca sobriedad de sus carátulas escandalosas, títulos pomposos, diseños llamativos y estrategias de marketing) atención en las mesas de novedades de las librerías. Aquí se escapa de eso. Los libros son de color marfileño, en un mismo marco y una tipografía estándar donde los puntos aparte han sido reemplazados por el dibujo de una pequeña tijeras. Ningún libro pasa de los 60,000 caracteres (la medida que impone el impresor para no usar más de un folio de papel). Además, la tapa y contratapa apenas contiene el título del texto, una estampa pegada donde se lee "Los cien mil libros de Bellatin", el foliado pertinente y la huella del autor. Y nada más, salvo la advertencia: este libro no es gratuito. Los libros se pondrán a la venta sólo si existe alguien interesado en poseerlos. No son libros que se regalan, no es un proyecto benéfico sino un intento de recuperar el sentido de intercambio que establece el autor con el lector, desde la adquisición del objeto hasta su lectura.
"Los cien mil libros de Bellatin se trata también de una empresa fantasma, vacía, que no tiene la imposición de los requisitos propios de la industria" leo. He visto varias fotos de Mario Bellatin ofreciendo sus libros, sobre un tapete negro, sentado en bancas o en el suelo de un parque. No se trata de un medio de comercialización, sino de parte de la performance que implicó además la reconstrucción de su casa, derrumbando paredes y colocando dispensers, para convertirla en un depósito de los cien mil libros. Todas estas razones han concluido en un hecho insólito para un escritor: que sea invitado a uno de los eventos artísticos más relevantes del mundo, el Documenta13, que se realiza cada cuatro años en la ciudad de Kassel. Bellatin participará del evento y será, además, curador como parte del comité de honor que ha escogido más de cien proyectos, actividades y gestos artísticos que se presentarán en junio, aunque algunos (como el de "Los cien mil libros de Bellatin") ya han sido puestos en marcha.
Lo más interesante es que los temas de cada uno de esos cien libros ya han sido establecidos y numerados, a manera de ítems. Son canales que conducen un libro a otro, pero no existe una relación obvia de causa-efecto, sino solo de contigüidad. Por ejemplo, cinco de esos ítems (que corresponden a cinco libros ya editados) son los siguentes:
1- Monjas sentadas en un asilo esperando que concluya la extremaunción.
2- Aquella mañana se levantó temprano. No miró el reloj despertador. Al cabo de media hora estaba ya arreglada para salir. Escogió un pantalón negro y una camisa a cuadros azul. Demoró un cuarto de hora en la cocina. Cortó un tomate, sacó un pedazo de queso y lo comió todo junto en un plato donde vertió aceite y sal. Miró la luz que entraba por la ventana. Estaba de vacaciones. Decidió dar una vuelta alrededor de la fuente del parque cercano.
3- ¿Le gusta este jardín que es suyo? No deje que sus hijos lo destruyan
4- Cada vez que corta un pedazo de carne lo hace pensando en las horas que le faltan para volver a su casa. Se le aparece en esos momentos la imagen de su mujer amamantando a su hijo.
5- El niño deseaba una bicicleta para su cumpleaños. Lo expresó en voz alta. Cuando aquel día llegó sus padres le obsequiaron una de manubrios altos.
¿De qué se trata todo esto? No es solo un llamado de atención sobre lo anquilosado que resulta el método de edición tradicional (incluso el de la edición independiente) sino, sobre todo, la constante rebeldía de un autor sobre ideas pre-concebidas en torno a los procesos de escritura. Puede parecer contradictorio, pero no lo es, que Mario Bellatin intente escapar constantemente de cualquier molde que lo encajone como "escritor" y, al mismo tiempo, pretenda establecer un "canon perpetuo" (para usar el título de una de sus primeras obras) según el cual diseñar sus obras a futuro. No hay mejor explicación que la respuesta que le dio a un entrevistador en el monográfico que el año pasado le dedicó la revista El Coloquio de los Perros. Comparó entonces la escritura con el baile sufí. Dijo: " (...) si te fijas, el escritor pule y trabaja para conseguir el mismo efecto que el bailador sufí —que también ha realizado todo tipo de ensayos— cuando danza en directo: la instantaneidad".
En la literatura en castellano, donde la palabra experimental parece un insulto, es notable la existencia de Mario Bellatin que cada cierto tiempo reformula la idea de lo que es un escritor y lo que implica el acto de escribir.
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