Una imagen de la biblioteca de la Real Academia Española. foto:Samuel Sánchez. fuente:elpais.comEl documento asegura que las conclusiones del académico son inobjetables. Según los firmantes, la gramática no tiene ideología
“Inobjetable”. “La gramática no tiene ideología”. Lo dicen 500 lingüistas (“independientemente de nuestro sexo y edad”) en apoyo al académico Ignacio Bosque y su informe Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, publicado por EL PAÍS el domingo 4 de marzo. Un tema que ha trenzado las diferentes pasiones que suelen despertar las cuestiones relacionadas con el idioma. A lo largo de seis páginas, el manifiesto de los lingüistas asegura que “la gramática no puede ser sexista, de la misma forma que no puede ser comunista, anarquista, liberal o ecologista”.
El documento responde en seis grandes (y detallados) apartados a las personas que han criticado el informe de Bosque. Desde su primer punto deja clara su posición y señala el principal problema de la discriminación de la mujer: “Si se observa distanciadamente, la discusión que subyace a las intensas polémicas sobre este texto —y sobre otros anteriores— no es acerca de un problema social, sino acerca de cómo ese problema social se refleja —o no— en distintos aspectos del uso de la lengua. Nadie discute que la mujer ha sido tradicionalmente discriminada en numerosos aspectos de la vida laboral y la legislación española; este aspecto queda fuera de la polémica y lo asumimos como cierto, así como entendemos que es cierto que de algún modo deben promoverse cambios sociales que disuelvan esta desigualdad”.
Una declaración que recuerda el artículo que escribió el académico Pedro Álvarez de Miranda titulado El género no marcado, en el cual decía que primero tiene que cambiar la sociedad y no al revés. La carta de los 500 lingüistas asegura que “los cambios tienen que provenir de otras vías, al menos si queremos evitar que el lenguaje no sexista sea un modo de maquillar una realidad que sigue siendo discriminatoria con la mujer”. Antonio Fábregas, catedrático de Lengua Española de la Universidad de Tromsø (Noruega); María Carmen Horno Chéliz, profesora titular de Lingüística General de la Universidad de Zaragoza; Silvia Gumiel Molina, profesora de Lengua española de la Universidad de Alcalá y Luisa Martí, profesora de Lingüística e Inglés de la Universidad de Kent (Reino Unido), son los cuatro jóvenes lingüistas (todos menores de 40 años) promotores del manifiesto al que luego se han adherido centenares de profesionales de la lengua. Bosque es defendido de las “críticas feroces, cuando no juicios morales inaceptables” que el académico ha recibido a raíz de su análisis a las nueve guías de lenguaje no sexista editadas por sindicatos, comunidades autónomas y universidades.
El manifiesto recuerda y explica por qué es importante diferenciar tres niveles: el léxico, el morfológico y el gramatical, y plantea lo siguiente: “Aun considerando que la lengua fuera cómplice y ayuda de los sesgos sexistas de la sociedad española y que un cambio obligado en el uso lingüístico de la administración ayudara a conseguir una sociedad más igualitaria, las guías a las que hacemos referencia no serían adecuadas”. El documento se cierra con tres conclusiones: “Es falso y aun absurdo afirmar que una gramática tenga una ideología”.
El manifiesto recuerda y explica por qué es importante diferenciar tres niveles: el léxico, el morfológico y el gramatical
“Aun si esto fuera cierto —que no lo es— no es labor del lingüista hacer juicios morales sobre esa ideología”. “Y aun si el lingüista debiera hacer juicios morales, no sería posible ni deseable forzar los cambios mediante reglas que afecten al uso de la lengua. Los cambios tienen que provenir de otras vías, al menos si queremos evitar que el lenguaje no sexista sea un modo de maquillar una realidad que sigue siendo discriminatoria con la mujer”.
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