Ignacio Padilla, autor de El daño no es de ayer. Premio La otra orilla. foto. fuente: Revista ÑEn lo que iba a ser una entrevista común y corriente con el prolífico y multipremiado narrador mexicano descubrimos el secreto de su escritura. Depende, casi al borde de la neurosis, de unos blocs de nota españoles que no se fabrican más. Su futura obra, por consecuencia, parece estar en riesgo
Ignacio Padilla esta jodido. Esta en problemas en serio. Es que dentro de poco va a tener que dejar de escribir. Y no es porque ya se ha ganado todos los premios imaginables desde el Juan Rulfo hasta La otra orilla (entre los más prestigiosos de la lengua hispana). Ni tampoco es porque se le ha terminado la inspiración. Nada de esto. Con Padilla estamos hablando de un tipo que escribe novelas para descansar de escribir cuentos. Escribe relatos periodísticos, cuentos, artículos académicos, ensayos. No. Su problema no es miedo a la página en blanco.
Es que el senior Padilla es un poco neurótico. Solo escribe –solo puede escribir en unos cuadernos particulares que se fabricaban en España. Si, leyeron bien. Ya no se fabrican más. Se llaman Papyrus Extra. Cada vez que su agente viaja a Europa le busca los cuadernos en librerías viejas, pero escasean. Además, en esos cuadernos se mezcla todo. Sus novelas con sus listas de compras, su agenda, sus cuentos, apuntes varios. Todo en una letra minúscula "de loco" a dos lados del papel en tinta púrpura.
Por supuesto que al principio no le creímos. Pero indagamos hasta el hartazgo del pobre narrador Mexicano y podemos reportar que parece que es sincero. No hay un Plan B elaborado. Mientras tanto esta nueva novela maravillosa que ganó el último Premio de Novela La otra orilla de la editorial Norma. Y es la última de verdad, porque Nora ha cerrado su división de literatura, incluyendo su prestigioso premio.
"¿Esta novela – El daño no es ayer- por ejemplo, cuantos Papyrus Extra le lleva?" le preguntamos a Padilla que fumaba feliz entre el mar de hombres de negocios y turistas de la peatonal Reconquista.
"Esa novela escrita a mano, todos los días, en un lapso de dos años, dos años y medio, más o menos en un cuaderno. Ósea cuatro borradores me entran en un cuaderno."
Es que Padilla reescribe toda la novela antes de seguir para delante. Entonces, por ejemplo, si está en el párrafo 20 del primer capitulo y decide que tiene que revisar el capítulo 19. Reescribe todo los capítulos de 1 a 20 antes de seguir al 21.
A los quien les aburren estos detalles pueden Googelear "Ignacio Padilla" y van a encontrar decenas de notas comunes y corrientes. Nosotros nos quedamos morbosamente fascinados con los Papyrus Extra.
"¿Ósea estas completamente comprometido con todo lo que va antes? ¡Porque si no, es un lío enorme reescribir!" Le insistimos a Padilla. "¡Por qué no usas una computadora no más!"
"La computadora tienta mucho ser perezoso." Nos explica. Si, al final pasa su libro a una computadora, pero no en el proceso de componer. "Tengo yo un problema de exceso de imaginación." Dice Padilla, "Tengo una imaginación absolutamente desaforada que ha necesitado siempre de una camisa de fuerza lingüística muy estricta. Soy un obseso de la forma, porque la forma –el lenguaje- permite contener los desafueros de mi imaginación. La escritura a mano me permite ser-sobretodo si estoy conciente de que tengo que repetir el capitulo entero si pongo una palabra que no es correcta. En mis cuadernos no se tacha. Se reemprende la escritura."
Sonría Padilla. Parece tranquilo. Pero se le viene el fin. Si alguien tiene un Papyrys Extra en algún cajón y le importa en futuro de un rinconcito de la literatura Mexicana, mándenselo a Padilla. En serio.
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