El autor Francois Rabelais. foto.fuente:lavanguardia.comGuy Demerson disecciona al autor desde una nueva edición de Gargantúa y Pantagruel
Es radical. El profesor Guy Demerson, uno de los mayores especialistas mundiales en Rabelais, responde: "¿Por qué leer a Rabelais? Porque es un escritor-faro de la humanidad. ¿Para qué? Simplemente, para estar contento". La nueva edición de Gargantúa y Pantagruel (Los cinco libros), del gran autor François Rabelais, que llega de la mano de Acantilado con prefacio de Demerson se basa en la edición de 1542, la última revisada por el autor.
Si algo sigue alimentando el mito de Rabelais es su malditismo, el hecho de que su obra fuera considerada herética, sacrílega e incluida en el índice de libros prohibidos por la Iglesia. Su capacidad para escandalizar a ciertos estratos sociales sigue dándole la vigencia de revulsivo, el poder de subvertir el pensamiento.
Cuando Guy Demerson era un chaval de dice años descubrió en el granero de su tío los recuerdos de un antiguo capitán que participó en las guerras de Napoleón III en Italia. "Allí encontré un sable, unas hombreras... y un pequeño libro de tapas amarillas, muy usado, con la firma Rabelais". No entendió entonces la mayor parte de las historias que allí aparecían pero despertó su curiosidad. "Me sedujeron por su mezcla de dinamismo y paz, su escritura extraña para un niño. Después, en la escuela, supe que Rabelais era un escritor célebre y que sus libros se caracterizaban por obscenidades que yo no debía leer, readquiridas bajo una rabiosa doctrina sobre la paz y el belicismo, la educación y la ignorancia, y sobre todo una sana contrarreligión". Como niño Guy estaba seguro de que todo eso tan terrible no podía corresponder a lo que él había leído en aquel granero. Intuía un autor apasionado, perfecto humanista y erudito, maestro de la vida. "Permanecí fascinado por una obra que me presentaban misteriosa".
La obra de Rabelais está considerada como el gran fresco satírico de la sociedad francesa de su época ("el último destino humano es reír"), a menudo exacerbado y paródico. Las sátiras de Rabelais disparan contra la necedad e hipocresía, contra cualquier traba impuesta a la libertad humana, lo que lo enfrentó a menudo con la Iglesia, al convertir su dogmatismo y ascetismo. Al manifestarse contrario a la educación tradicional optó por ciertas reformas que lo relacionaron con Erasmo.
¿Una razón para releer a Rabelais ahora? "El placer de leerle es el que deriva de una reflexión siempre inacabada. Uno tiene la impresión de encontrarse en el momento de la invención moderna de la literatura. Cada frase sostenida por la alegría de un estilo inimitable que siempre suscita asombro", explica Demerson.
Con el tiempo, su figura ha dado lugar a muchos malentendidos ¿Cuál es el error más común que pervive alrededor de Rabelais? "Hay mucha niebla que obnubila una obra prodigiosa". Mitos populares donde se le dibuja como un gran bebedor, "un monje obsceno, un cerdo lascivo, un hombre confundido con sus personajes". Las leyendas han ampliado "muchas tonterías" alrededor de una biografía que sigue siendo poco conocida. "Son mitos engendrados por una lectura a priori ideológica, de Gargantúa. El peor, la más inextirpable tentación es rechazar el humor de un observador que trata la burla del comportamiento de un pueblo zoquete pero con el estilo de los valientes pensadores".
Entonces, ¿qué valores podemos extraer de Gargantúa y Pantagruel que sigan vigentes? "Son valores sujetos a perpetuo examen, revisando con ironía las mismas ideas contra todos los apriorismos". Todas sus fórmulas están sujetas a juicio crítico. A diferencia de la mayoría de humanistas de su tiempo, por ejemplo, primero celebra el progreso técnico "que permitirá a una humanidad divinizada conquistar los astros" pero en un libro posterior se mantiene contra ciertas invenciones ajenas a la naturaleza. "Esta ambigüedad actúa, al final, al servicio de los grandes valores del humanismo".
Gargantúa ha sido multitraducido, copiado, adaptado de mil maneras, desde óperas de los siglos XVIII y XIX a novelas, películas, canciones... ¿Alguna de estas facetas ha superado el original? "La mediocridad de sus transposiciones realza la maestría del original –zanja Demerson– pero entre los genios auténticos, Quevedo, Diderot, Balzac, Joyce, Barrault o Queneau, la influencia de Rabelais se traduce en la creatividad de un estilo. Él ayuda a redescubrirse como escritor al autor que habita".
¿Era tan antifeminista como se pretende? Para Demerson, ese es otro de los más "irracionales" errores de lectura. "El pretendido antifeminismo de Rabelais es el de sus personajes". Pone en boca de Gargantúa que escoger esposo depende únicamente del padre de familia pero, al mismo tiempo, Rabelais se burla del machismo de Panurge, que considera a la mujer como objeto único de placer, reproductora de su descendencia y enfermera en sus últimos días".
Como franciscano y benedictino que fue conoció bien el interior de la iglesia. ¿Qué es lo que aún no le perdona la clase eclesiástica? "Ya lo conocen mejor. Empieza a disiparse esa desconfianza católica. Las violentas formulaciones antipapales provienen sobre todo de su Quinto Libro, que no es auténtico. Cuando él ataca el sistema papal participa en el combate nacional de la monarquía francesa contra otro poder europeo".
¿Hay algo que quede por reinterpretar del objetivo de Rabelais? "No ha alcanzado su objetivo como humanista pero ¿lo alcanzará alguna vez? Él desarrolla una simpatía a priori por toda la humanidad, por la estupidez humana, incluso por la aparente malicia de los idiotas, tontos, borrachos, monstruos. Pero esa mirada de feroz benevolencia se acompaña de un juicio perpetuo en nombre del criterio de la sinceridad y la amplitud de espíritu". Grandezas y debilidades del esprit gaulois.
Los cinco libros del gigante Gargantúa
Se supone que François Rabelais (La Devinière, Francia, 1494 aprox.-París, 1553) nació en la finca de su padre, abogado, en Chinon. Fraile franciscano, a través de una obra de Amaury Bouchard se sabe que emprendió la traducción de la Historia de Herodoto. En 1524, harto de los reproches de sus superiores sobre sus lecturas, pasó a la orden benedictina y fue nombrado secretario del obispo Geoffroy d'Estissac. A partir de 1530 estudió medicina en Montpellier, disciplina en la que se le reconocieron grandes méritos aun sin tener el título. Atravesó entonces un periodo de dificultades económicas que le llevaron a trasladarse a Lyon.
En 1532, publica –además de una traducción de aforismos de Hipócrates– el primer libro de su sátira Pantagruel, con éxito espectacular. Pero La Sorbona lo condena al año siguiente por obsceno. Acompaña entonces al obispo y diplomático Jean du Bellay a Roma, en calidad de médico.
En 1535, su segundo libro, La vida inestimable de Gargantúa, padre de Pantagruel, es publicada en Lyon. Tras una nueva estancia en Roma, a partir de 1536 es dispensado de sus votos eclesiásticos e inicia, durante diez años, una vida aventurera, principalmente dedicada a la medicina. Graduado por la Universidad de Montpellier, en 1537, es introducido en la corte y se beneficia de la protección de Guillaume du Bellay, hermano de Jean.
El tercer libro, publicado en 1546 y dedicado a Margarita de Navarra, fue condenado como herético por La Sorbona, que lo incluyó en el Índice de los libros prohibidos. Rabelais se refugió primero en Metz y después en Roma. Los primeros capítulos del cuarto libro aparecieron en 1548. En 1549, regresó a París, donde vivió de la prebenda.
Del quinto libro, los dieciséis primeros capítulos se publicaron en 1562, nueve años después de su muerte y los demás fueron añadidos dos años más tarde, pero se duda de su autenticidad.
2 comentarios:
¿Se ha editado en francés o hay alguien que la ha traducido?
¿De quién es la edición?, porque Demerson sólo es el prologuista ¿no?
Lamentablemente NO puedo responderle sus capciosas preguntas. Pero, si se lee bien , la noticula, se puede inferir implicitamente las respuestas a sus preguntas.
Publicar un comentario