El departamento del Cesar será el primero en cubrir al ciento por ciento de sus escuelas oficiales con Leer es mi cuento
El departamento del Cesar, implementó Leer es mi cuento./elespectador.com |
Juan Izquierdo no luce trajes tradicionales como sus abuelos.
Prefiere usar botas de atadura, pantalón de dril y camisa estampada.
Curioso, deambula por los corredores de una escuela pública en Manaure
Balcón del Cesar con tres mochilas terciadas: en una carga sus objetos
personales; en otra, las hojas de coca, que consume de forma ritual
desde que era un quinceañero, y en la tercera, los regalos que recibe en
su visita a la ciudad.
Todos los días, a las 4 a.m., Juan
Izquierdo revisa el material de clase para sus alumnos de Nabusimake,
poblado de la Sierra Nevada de Santa Marta. Cuando apenas sale el sol
camina durante media hora para llegar a la escuela rural donde enseña su
lengua materna, ikun, que por generaciones ha prevalecido en la etnia
arhuaca.
“El mío es un salón de clase viejo, que dejaron los
capuchinos —cuenta el profesor—. Tiene un tablero y pupitres. No
escribimos mucho: aprendemos a hablar, a escuchar”.
Él, asistente a
los talleres sobre experiencias lectoras Leer es mi cuento, calcula que
“en todo el resguardo hay aproximadamente cinco mil niños en la
escuela, pero hay más o menos una proporción igual que no estudia”.
De
acuerdo con la más reciente encuesta de consumo cultural realizada por
el DANE, los colombianos leemos un promedio de dos libros al año. En el
ranquin internacional de las pruebas Pisa (Programa Internacional de
Evaluación de Estudiantes), Colombia ocupa el puesto 59 entre 64 países.
Si
bien desde hace un par de décadas ha habido un incremento en la
promoción de lectura en el país, los resultados en términos de formación
de nuevos lectores no son halagadores. Es por eso que, para mejorar el
Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas 2003, el Ministerio de Educación
puso en marcha hace dos años el Plan Nacional de Lectura y Escritura
Leer es mi cuento.
Cesar es el primer departamento que implementa
el plan en el 100% de sus escuelas, gracias a la aplicación efectiva de
las políticas locales. El gobernador, Luis Alberto Monsalvo, y todos los alcaldes y secretarías de Educación aportaron recursos para potenciar los ofrecidos por el ministerio.
Sobre
la cobertura y las estrategias, la ministra de Educación, María
Fernanda Campo, dice: “Tenemos un millón y medio de libros que llegarán a
6.900 instituciones educativas con la Colección Semilla, integrada por
256 libros. El paso siguiente es formar a los docentes y padres de
familia, que tienen un papel importantísimo promoviendo la lectura y la
escritura”.
Dada la diversidad cultural colombiana, el plan
trabaja con distintas comunidades (afrodescendientes e indígenas, entre
otras), para ayudar a desarrollar sus propios modelos pedagógicos.
En
ese sentido, Jeimy Hernández, gerente de Leer es mi cuento, reconoce
que lo más complicado ha sido enfrentar la inequidad en los
establecimientos educativos: “¿Cómo crear una biblioteca escolar en una
institución con instalaciones muy precarias, sin planta docente, sin un
compromiso ni la voluntad de sus directivas? ¡Hay que pedalear desde muy
diversos frentes!”.
No obstante, hasta ahora, la gestión cultural
parece estar funcionando: “Gracias a las secretarías de Educación y
algunos cooperantes privados, al final del cuatrienio no beneficiaremos a
6.900 instituciones, sino a 13.800. La cifra estimada inicialmente de
5’300.000 estudiantes afectados se duplicaría”, asegura Hernández.
Leer
es mi cuento trabaja con un universo de más de cuarenta mil escuelas,
muchas de las cuales recibirán la visita de promotores de lectura y
autores de la Colección Semilla.
Dicha serie resultó de la
elección de un grupo de expertos en literatura y pedagogía, provenientes
de instituciones como Fundalectura, Espantapájaros Taller y bibliotecas
públicas.
Las escuelas beneficiadas reciben los libros forrados,
con código de barras, número de clasificación y tarjeta de préstamo:
listos para estantería abierta. De hecho, el Ministerio de Educación
realizó una jornada de sensibilización sobre la dificultad de armar una
biblioteca y en ella el presidente Juan Manuel Santos y varios
empresarios del país estuvieron en una bodega clasificando y forrando
libros.
Irene Vasco, autora de Lugares fantásticos de Colombia,
Ciudades históricas de Colombia y Conjuros y sortilegios, obras de la
colección, culminó una serie de talleres en algunas escuelas del Cesar:
“Es una experiencia que me alimenta y me gratifica. Saber que muchos
niños colombianos leen mis libros me conmueve. Cuando converso con ellos
sobre mis libros, salgo llena de nuevas ideas”.
El seguimiento
del Plan Nacional de Lectura y Escritura es de carácter territorial: las
secretarías de Educación locales son las responsables de activar
mecanismos de mejoramiento, asistencia técnica y veeduría. Por su parte,
la comunidad también juega un papel crucial: procurar que estas
colecciones públicas de libros sean cuidadas y, sobre todo, leídas...
¡que no pasen a ser puro cuento!
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