La sospecha de que muchos libros no los escriben quienes los firman siempre ha estado. Muchas personas viven de ello en la sombra y algunos logran salir a la luz
Fotograma de la película El escritor, de Roman Polanski, basada en una novela de Philip Roth./elpais.com |
Entre las leyendas y tabúes que acompañan a toda creación artística
destaca la de la verdadera autoría de la obra. En artes plásticas, por
ejemplo, los maestros clásicos tenían escuelas y sus alumnos hacían
obras que el maestro retocaba o afinaba y podía firmar. Incluso,
dependiendo de su intervención en ella, cobrar, si era por encargo. En
literatura existe el escritor fantasma o sombra, llamado coloquialmente
negro, que siempre ha deambulado en el imaginario colectivo y que tiene
unas cuantas gradaciones o niveles. Claro, por todos es sabido que todos
los fantasmas no son iguales, ahí está Mario Vargas Llosa que con 23 años fue el negro de una mujer rica y hoy es Nobel de Literatura.
Tal vez la sospecha más extendida sobre el autor fantasma más popular
o previsible es el que tiene que ver con las biografías, memorias o
libros de ficción y ensayo que firman personajes millonarios, famosos,
políticos o mediáticos. Firman ellos, claro, pero quien escribe es otro.
En el plano de la literatura, una de las leyendas más conocidas es la
de Alejandro Dumas. Se dice que tenía un equipo de escribidores que
realizaban lo que él les decía y luego él, Dumas, daba la unidad a la
obra. Tambien existe la práctica en algunas editoriales de rescatar
alguno de los libros que reciben, pero antes de publicarlo pasan por una
reescritura, ya sea con un autor fantasma en toda regla o simplemente
con un editor-autor-fantasma que mejora el “producto”, sin olvidar las
editoriales que lo hacen por encargo. Este aspecto es una de las tramas
argumentales de la última novela de Eduardo Lago, Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee (Malpaso).
Tal es la fuerza , la intriga y el atractivo que
ejerce el autor fantasma, o en la sombra, que es un tema abordado
muchas veces por los escritores a través de la ficción
En el mundo editorial de los últimos años hay dos historias
paradigmáticas: la primera tiene que ver con Raymond Carver y su editor
Gordon Lish quien no solo ejerció su papel de gran editor al dar
consejos y orientación a Carver sobre su literatura, sino que eliminó
párrafos y alteró algunos finales de sus cuentos de De qué hablamos cuando hablamos de amor,
influyendo decididamente en lo que sería conocido como el “estilo
Carver”. En España, un caso cercano es el de Ildefonso Falcones y su best-seller La catedral del mar
(Grijalbo). Un día el abogado Falcones escribe una historia, en la
editorial la leen y ven que tiene posibilidades, hablan con Falcones y
llegan a un acuerdo para que al original le metan mano personas más
expertas, según ha contado el propio autor.
Tal es la fuerza, la intriga y el atractivo que ejerce el autor
fantasma, o en la sombra, que es un tema abordado muchas veces por los
escritores a través de la ficción. Uno de ellos es Philip Roth en la
primera novela de su personaje Nathan Zuckerman, titulada El escritor fantasma
(1979). En el ámbito hispanohablante otro caso que conjuga realidad y
ficción, como el de Mario Vargas Llosa, es el del también peruano Santiago Roncagliolo y su novela Memorias de una dama.
En ella el autor narra las peripecias de un joven escritor que recibe
el encargo de una mujer ya mayor y rica para que le escriba sus
memorias, cuando la novela se publica, los familiares de esa mujer
reconocieron la historia y lograron parar su reedición en países como
República Dominicana.
Otra vuelta de tuerca es el autor fantasma-sombra, otra categoría más
oculta, aún. Es el caso de la dramaturga y política de la República,
María Lejárraga que escribió los libros de su marido, Gregorio Martínez
Sierra. Aunque Lejárraga era conocida por obras como Canción de cuna y libretista de El amor brujo y El sombrero de tres picos, de Falla, además de feminista, decidió permanecer oculta por amor y discreción.
En el caso de libros de escritores fantasma la autoría se bifurca,
explica Roncagliolo: “La autoría está entre quien concibe la historia y
quien le da forma. Al final toda historia es inevitablemente original.
Un buen autor fantasma es el que nunca sabes que existe. Permanece en el
anonimato”.
La rumorología, la duda, la sospecha, es decir la leyenda y el tabú,
que alimenta la creación literaria habla de todo tipo de autores que
habrían recurrido a los servicios de estos escritores sombra, y que van
desde Shakespeare hasta Stephen King.
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