Jon Lee Anderson, compañero del reportero, asegura que solía mezclar ficción y realidad. También dejó circular el error de su amistad con el Che
- RyszardKapuscinski.fOTO;fUENTE:Elperiodico de Catalunya
En la contraportada de la edición inglesa de los reportajes literarios de Ryszard Kapuscinski, Ébano y La guerra del fútbol, se afirma que el periodista polaco «entabló amistad con el Che Guevara en Bolivia». Una imagen perfecta, el gran reportero mano a mano con el gran guerrillero. El único problema es que no era cierta.
El propio Kapuscinski reconoció en la intimidad esa falsedad –lo hizo ante su colega el norteamericano Jon Lee Anderson– pero que nunca se molestó en corregirla en público. «Me decepcionó que nunca reconociera ese error», asegura Anderson vía internet. El dato podría parecer menor pero adquiere un nuevo significado ante la reciente aparición en Polonia de la irreverente biografía escrita por un discípulo de Kapuscinski, Artur Domoslawski, en la que se revela la falta de rigor del famoso reportero en el ejercicio de su profesión, amén de vincularle a los servicios de inteligencia del gobierno comunista polaco.
Lo dijo John Ford en aquella vieja película: «Cuando la gente se ve obligada a elegir entre la realidad y la leyenda prefiere la leyenda». Al mejor reportero del siglo XX, todos los calificativos se le quedaban cortos. El año de su muerte, el 2007, a los 74 años, su nombre aparecía en las quinielas para el Nobel, en lo que hubiera sido el definitivo reconocimiento para el periodismo literario que él ejerció con magisterio.
Ahora, la biografía que amenaza con situar el mito al nivel del suelo explica cómo exageraba la realidad inventando imágenes para adaptarlas a su historia: como aquella interpretación de que los peces del lago Victoria habían engordado gracias a los cadáveres que Idi Ami arrojaba allí, cuando se trata de una zona que siempre había albergado una fauna piscícola formidable.
¿Faltó a la verdad Kapuscinski? ¿Se saltó las reglas básicas del rigor periodístico? Para Jon Lee Anderson la valía de Kapuscinski es más artística que estrictamente profesional. «Él era un escritor genial que fue más allá del periodismo y creó su propio género, un híbrido entre ficción y no-ficción, algo que quizá deberíamos llamar faction», dice en relación a sus libros periodísticos –como El emperador, el Sha, Ébano y Un día más con vida– que califica de «magníficos». Y añade: «No creo que haya ficción en sus artículos destinados a los periódicos».
Dilema
Gran escritor y hombre con debilidades, el retrato que Anderson hace de su colega obliga a decidir: «¿Cuál de los dos Kapuscinskis acabará siendo parte de nuestro patrimonio, el falsificador de datos o el gran escritor? ¿Cuál nos complace más? ¿Cuál ofrece una mayor aportación a la cultura universal? ¿Cuál es más justo con el Kapuscinski difunto y el legado que dejó».
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