La ganadora del último Goncourt reside en Berlín sin hacer cuestión de su malestar con el momento de su país. Su novela Tres mujeres fuertes se edita ahora en español y catalán
"El encuentro es en uno de esos cafés berlineses, misteriosos porque siempre están desiertos y uno no sabe de qué vive el propietario. Una tarde que anuncia primavera tras meses sin ver el sol. Marie Ndiaye (Pithiviers, Francia, 1967), entra con paso relajado. Es una persona más bien menuda, que parece algo tímida y discreta. El año pasado ganó el Premio Goncourt, que a diferencia de algunos fantasmagóricos premios literarios españoles es un galardón vinculado a calidad literaria y creativa. Una escritora sencilla y de talento precoz, que publicó su primera obra a los 17 años, y a la que no se le ha subido el zumo de manzana a la cabeza.
Niega que su residencia en Berlín sea un "exilio", lo que sería ridículo, pero su desagrado con la Francia de Sarkozy es claro y manifiesto. "La derecha francesa es despiadada hacia los pobres", explica. "Merkel también es de derechas, pero tiene una moral de la que la derecha francesa carece", dice.
En Berlín, donde vive con su marido, también escritor y sus tres hijos, "me siento a gusto", afirma sin mayores ceremonias. No es persona de declaraciones políticas, ni tampoco pretende explicar el malestar de las periferias urbanas francesas. Simplemente las cosas son así:
"Un amigo francés que vive en Berlín regresó unos días a París, la policía comprobó su identidad dieciocho ocasiones en pocos días", explica. Eso comenzó con Sarkozy. "En los casi tres años que llevó aquí, nunca me han pedido los papeles", dice. Una Teutonia liberal, frente a la Sarkozylandia policial, hostil y desagradable. Parece el mundo al revés, pero algo hay.
De Berlín destaca su vacío espacial que relaciona con, "la posibilidad de vivir de forma relajada sin ser rico", un poco como era la vida urbana en tantos lugares de Europa antes de la aglomeración, la degradación, la multiplicación de la desigualdad, y el turismo. A los 20 años (1987) Ndiaye vivió en Barcelona, de la que tiene recuerdos espléndidos. "Volví hace poco y ha cambiado mucho a peor, está llena de turistas". Ciudades luminosas que pierden su alma y otras, antes detestadas, que brillan en ese contexto. No hay afección en sus palabras.
Con "Tres mujeres fuertes", la novela premiada con el Goncourt que ahora publica Acantilado en español y Quaderns Crema en catalán, la escritora ofrece tres relatos euro-africanos, unidos por la dignidad femenina de sus tres protagonistas; Norah, Fanta, y Khady, por orden de aparición. En el primero la autora pone en el centro un egoísmo masculino, extremo y enfermizo. En el segundo presenta a un hombre desastroso que no sabe cómo ser persona, pero es el tercero, la historia de una de esas usuarias de pateras, cayucos y verjas de Ceuta y Melilla, la que redondea el libro y multiplica su carga humana. El conmovedor y cruel destino de Khady Demba es el retrato de un aspecto del moderno esclavismo del siglo XXI. Tiene gran fuerza literaria y eleva un dramático destino femenino a la categoría de poesía heroica.
"Los inmigrantes pasan por situaciones terribles, demuestran un valor y un coraje admirables", dice. "Aunque son económicamente miserables, ante todo son unos héroes comparables a los de la mitología clásica, que van superando pruebas", afirma.
Presentada como escritora "francosenegalesa", Ndiaye es en realidad una francesa al cien por cien, con un padre senegalés al que apenas conoció. Esta es su primera novela de ambiente africano. La siguiente será sobre Berlín, o en Berlín, pero no sobre la división o el nazismo, los dos recursos tópicos que atraen a tanto autor "low cost". Quizá, "la experiencia de ser extranjero aquí". De momento no escribe nada. Entre una y otra novela pasa un año sin escribir. Mejora su alemán y piensa quedarse algunos años aquí.
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