No hay más esclavitud. Pero cuesta liberarse plenamente. En Ancho mar de los sargazos, los negros se aplican a la venganza, unos cuantos colonos ingleses todavía tratan de seguir haciendo fortuna, y, en medio del fuego cruzado, están los criollos, esos “blancos negros” o “negros blancos” rechazados por todos que deambularán como fantasmas hasta asumir su identidad dividida. Aunque eso les cueste la vida
Portada Ancho mar de los sargazos, de Jean Rhys/elpais.com |
Pocas
precuelas hay más atrevidas que Ancho mar
de los sargazos (1966), la novela de Jean Rhys, escritora nacida en la
colonia inglesa de Dominica en 1890 y fallecida en 1979. Rhys se atrevió a
meterse con Jane Eyre (1847), la reverenciada
novela de Charlotte Brontë. Al imaginar la historia de Antoinette Cosway, la
“loca del ático”, al dotarla de personalidad, Ancho mar de los sargazos le da una respuesta post-colonial a una
literatura inglesa que, a lo largo del siglo XIX, tuvo a las colonias del
imperio como uno de suspuntos ciegos.
La novela está ambientada en su
primera parte en una Jamaica en la que los negros esclavos acaban de obtener su
libertad. Es una sociedad pigmentocrática, de colonos ingleses, negros, y
criollos como la madre de Antoinette, una viuda joven rechazada por las señoras
jamaiquinas porque proviene de la Martinica. Los negros también se burlan de
ella: la pobreza los acecha, y la finca en la que viven en Coulibri muestra
señales de deterioro: “Nuestro jardín era amplio y hermoso como el Jardín de la
Biblia: allí crecía el árbol de la vida. Pero se había transformado en un lugar
salvaje. La hierba borraba los senderos y el olor de las flores muertas se
mezclaba con el fresco olor de la vida… La finca de Coulibri, en su totalidad,
se había asalvajado al igual que el jardín, toda ella era salvaje floresta. Ya
no había esclavos, ¿quién iba a trabajar? Esto no me entristecía. No recordaba
el lugar en sus días de prosperidad”.
Ancho
mar de los sargazos es la historia de un descenso en la locura en pleno
Paraíso, en un Caribe tan hostil como encantado, en el que la lluvia es música,
el agua de los ríos es verde y la puesta del sol es un incendio en “el cielo y
el distante mar”. La madre de Antoinette perderá la razón, y Antoinette, casada
con un inglés en un matrimonio apresurado, la irá también perdiendo
inexorablemente. Esa locura no sólo es hereditaria, sino también está
relacionada con el pecado histórico de la esclavitud. Los colonos ingleses
tardan en darse cuenta que esas islas de las Antillas no les pertenecen
culturalmente; pertenecen a gente como Christophine, la nana de Antoinette, que
canta canciones en patois de música
alegre y palabras tristes, domina las artes de la magia negra (la versión local
se llama obeah) y sabe de zombies,
“personas muertas que parecen estar vivas o personas vivas que están muertas”.
No hay más esclavitud. Pero cuesta
liberarse plenamente. En Ancho mar de los
sargazos, los negros se aplican a la venganza, unos cuantos colonos ingleses
todavía tratan de seguir haciendo fortuna, y, en medio del fuego cruzado, están
los criollos, esos “blancos negros” o “negros blancos” rechazados por todos que
deambularán como fantasmas hasta asumir su identidad dividida. Aunque eso les cueste
la vida.
* Edmundo Paz Soldán ha publicado Billie Ruth (Páginas de Espuma)
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