29.1.11

Millás y su universo creativo

Se extendió en explicar como quería ser el escritor padre de El Lazarillo de Tormes, que es un texto huerfano de autor
El escritor, después de su amena charla, se dispone a poner la impronta de su autógrafo en sus diversos títulos de libros.foto cortesía:Dennis Rodríguez P.

Juan José Millás, llegó al escenario del Teatro Estudio, del Centro Cultural Julio Mario Santodomingo, acompañado de Mario Mendoza para revisar, frente a un público numeroso, su universo creativo.
Mendoza expuso de Millás que es un escritor curioso cuya narrativa está poblada de replicantes y seres que tienen motivos para desdoblarse en otros en esa área difusa y etérea a la que llamamos identidad, que está entroncada esencialmente en el oficio de el escritor, pues qué hace este sino desdoblarse las miles de veces mediado por sus personajes y así poder asir un retazo de eso que igual llamamos realidad.
Millás, en un tono siempre festivo y jocoso, agradeció la presencia del público que haya llegado a esa hora, pasadas las 8 de la noche, y pagando; en una tarde destemplada y lluviosa; y con un sentido del humor de finura ibérica dijo categórico, que cada uno de nosotros tiene una antipoda que es idéntico, que hace todo en otro lugar, pero que jamás nos vamos a encontrar por ese misterio y la presencia de esa misma fuerza de lo que llamamos entonces destino. Contó la anédocta de Mark Twain quien supo que tuvo un hermano gemelo que su madre cuando los bañaba en una bañera, para identificarlos a cada uno le ponía una cinta distintiva. Una vez, se descuidó y halló ahogado al gemelo, y como las cintas por el movimiento se habían desprendido de las muñecas nunca supo cuán de ellos era quién. Por eso Twain nunca supo si el era él o el otro gemelo que se había ahogado.
Habló de su fascinación por el otro que nos habita desde adentro y que hace que eso de la identidad sea inestable siempre. Recordó que una escritora llamaba, la mentira romántiva y la verdad novelesca; que habían escritores legítimos que no dicen nada pero se quedaba con los bastardos, pues su bastardía los hacía más interesantes porque ponían siempre en cuestión la realidad; en cambio los legítimos novelaban desde una legitimidad real y plana. Que habían novelistas tontos que decían mucho cuando escribían. Que cuando escribe llega a un acuerdo básico con el lenguaje que es el que le permite una negociación con el texto, porque escribe de una forma autista, o de una manera transitiva con la cual iba a llegar a ser más comprensiva su escritura. Se extendió en explicar como quería ser el escritor padre de El Lazarillo de Tormes, que es un texto huerfano de autor. Se habló de la copia y el original, y contó cómo en España, en el Museo Sofia, se habían robado una escultura monumental de 7 toneladas de un escultor escocés, y que éste al saber de esa pérdida hizo una escultura similar a la original robada, y después el museo expusó en un comunicado para explicar que la escultura que había sido robada pasaba a hacer una copia y que la original era la que acaba de ser expuesta y regalada de nuevo por el escultor escocés.
Discutió de el estado de derecho de los estados y como la mafia quiere duplicar al estado en todos sus funciones de derecho.
Se habló también de ese territorio sagrado que es el cuerpo y como lo abordamos de una manera difícil y como estaban apareciendo los robots de compañia, en un mundo cada vez más robotizado y tecnológico, dónde, de pasó expresó como le fascinaba el discuro científico y sus nomenclaturas que las hallaba de un tipo y orden literario: Agujeros negros, horizontes de sucesos, teorías indemostrables...
Hablo de la parte de su oficio períodístico y de cómo sustenta sus reportajes, y de los bipolares que han habitado el mundo desde la creación, pues Dios que todo lo sabe y ve, haya querido ser el Jesucristo que sufrió y fue crucificado. No entendía pero los bipolares los halla muy interesantes desde sus desequilibrios químicosy con ellos ha realizado varios interesantes reportajes.
La charla se extendió por cerca de hora y media larga, y Mendoza la cerró frente a un público hábido que inmediatamente empezó a hacer una larga fila de cultores y lectores de la maravillosa narrativa de Millas, para recordarlo siempre bajo su impronta original de su autógrafo en sus diversos títulos de sus libros...

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