9.12.10

¿Con qué sueñan los poetas electrónicos?

Versos en digital

Dionisio Cañas y Carlos González Tardón.foto.fuente:elmundo.es

"¿Puede un computador escribir un poema de amor?". La pregunta se la hacen al unísono Dionisio Cañas (poeta manchego/neoyorquino con larga vocación experimental) y Carlos González Tardón (psicólogo y experto en la interacción hombre-odenador). Y el enunciado evoca el título de aquel relato de Philip K. Dick que sirvió de lejana inspiración al 'Blade Runner' de Ridley Scott: '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?'.

Responde Dionisio Cañas: "Las máquinas pueden escribir poemas de amor, ya lo han demostrado. El problema es si la gente está dispuesta a mostrar empatía y a expresar emociones ante un poema generado electrónicamente". "La pregunta de fondo es otra, y de un alcance sin duda más grande", replica Carlos González Tardón. "¿Está la sociedad preparada para poemas de amor escritos por máquinas?".

Para tantear el terreno, como ya ha hecho ante otros auditorios en España, Cañas leyó sin previo aviso un poema en inglés, titulado 'Of White' ('Del blanco'), ante el público congregado en el Instituto Cervantes de Nueva York: "Más inconsciente que un memorándum/ Izquierda y Centro/ Para caer/ Su precisión natural/ Que tenía más allá de un mordisco/ Su desesperación feroz...".

La gente reaccionó de un modo más o menos similar que a la lectura de otros versos en la misma sesión. Sólo al final reveló Cañas que 'Of White' es uno de los 3.700 poemas generados por un ordenador y reunidos por Stephen McLaughlin y Jim Carpenter en una singular antología de poesía electrónica.

"Hubo espectadores que se sintieron embaucados", reconoce Cañas. "Entiendo que haya gente que reaccionara así, pero la realidad es ésa: un computador puede, efectivamente, escribir un poema. Yo mismo, usando un programa que se llamana 'Erika', intenté crear varios poemas de amor y los resultados no eran nada desdeñables. Otra cosa distinta es que yo llegara reconocer esa 'voz' como mía".

Videojuegos poéticos

"Los ordenadores ya han sido capaces de escribir relatos e incluso novelas, ¿por qué no poesía?", se pregunta Carlos González Tardón. "Lo que le falta en todo caso a la máquina es la intencionalidad poética. A lo máximo que puede llegar es a simularla". "Los computadores tienen algo común con los poetas: son grandes fingidores", matiza Dionisio Cañas. "Se finge siempre en poesía, ya lo dijo Pessoa. La diferencia está en que se haga a través de una persona o de una máquina, y que el lector acabe aceptándolo".

Cañas , que acaba de publicar su antología 'Lugar', lleva dos décadas experimentando con el proceso creativo ('El gran poema de nadie', escrito con palabras 'recicladas' del cubo de la basura) y con el medio audiovisual ('Vídeopoemas'). Su interés se centra ahora en la intersección de poesía y videojuegos, con la complicidad intergeneracional de su sobrino González Tardón, uno de los mayores expertos sobre la dimensión social, cultural y educativa de los nuevos medios.

"El objetivo de los vídeojuegos es crear emociones cada vez más fuertes, y hacerlo precisamente a través de la plena inmersión", sostiene González Tardón. "En los vídeojuegos poéticos creas tu poema a través de tus propias acciones. La experiencia de la poesía adquiere así una nueva dimensión". "La poesía está siempre en expansión", agrega por su parte el poeta. "La poesía electrónica enlaza con las vanguardias del siglo XX, aunque siempre convivirá con las formas más convencionales de poesía. La gente, incluso las nuevas generaciones, buscan el contacto humano con el poeta y acude a los festivales y a las lecturas de poesía con un renovadísimo interés".

Dionisio Cañas se remonta a 1976, al libro de Angel Carmona 'Poemas V2: Poesía compuesta por una computadora', para ilustrar el interés por el tema en España. El úlimo Festival e-Poetry se celebró precisamente en Barcelona, recogiendo testigo de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, donde está el Centro de Poesía Electrónica.

'¿Puede un computador escribir un poema de amor?' (Devenir Ensayo) entronca también muy directamente con Richard Coyne y el 'tecnorromanticismo', una llamada a la dimensión artística y espiritual de la utopía digital. Los autores nos remiten a expertos como Charles O. Hartman, que asegura que las máquinas van a obligarnos a "repensar todo lo que sabíamos sobre poesía y lenguaje", o C.T. Funkhouser, que advierte sobre cómo el abismo que separaba al poeta del programador se ha ido estrechando.

A modo de epílogo, y como respuesta al título, el ingeniero de 'software' Pablo Gervás utiliza un programa generador, evolucionado a partir del WASP (Wishful Automatic Spanish Poet), para producir diez poemas "emocionales" y electrónicos, como aquel que empieza: "Yunques ahumados/ sus muslos se me escapaban/ como peces sorprendidos/ la mitad de ellos llenos de alas...".

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