El crítico español Ignacio Echevarría, especialista en Roberto Bolaño, habla sobre la obra Del escritor que terminó por convertirse en el nuevo boom latinoamericano
"Voracidad literaria", "Audacia estructural", son las frases más recurrentes del crítico Ignacio Echevarría cuando se le pregunta por el legado que deja Roberto Bolaño a los escritores aprendices, también personajes y conversaciones de sus novelas: vivir, crear, sobrevivir y seguir escribiendo. Echevarría también afirma que la poesía, ese género que el escritor chileno leyó, repasó y que alguna vez confesó que lo llevó al éxtasis, fue la médula de su obra, y que eso nunca hay que olvidarlo. Ese, el amor entrañable por los versos, y particularmente por los de Enrique Lihn, lo llevaron a ganarse buena parte de sus enemigos en Chile al proponer a este último, y al antipoeta Nicanor Parra, como los mejores representantes del género. Atrás quedaban "las vacas sagradas" que hablaban de crepúsculos y horizontes.
El crítico español habla de Bolaño como editor de sus textos póstumos y además como amigo. Tuvo acceso al disco duro de su computadora, un universo que conoce al revés y al derecho, por eso fue el ensamblador de 2666 , Entre paréntesis y El secreto del mal . La sombra del infrarrealista siempre está penándole en las conferencias, las entrevistas y las consultas majaderas de los groupies del escritor chileno. Difícil no tentarse con una pregunta, pero él es Ignacio Echevarria, década y media crítico literario en España. Hasta 2004 trabajó en el suplemento cultural Babelia, del diario español El País, hasta que escribió una severa reseña de la novela El hijo del acordeonista , del escritor vasco Bernardo Atxaga. La historia ya es conocida. El libro había sido publicado por Alfaguara a través de Santillana que pertenece al Grupo Prisa, (al igual que El País). Todo terminó con su alejamiento del periódico. Actitud insobornable por la buena literatura, característica que también admiró en Bolaño. En la sala de conferencias de la Universidad Diego Portales, al término de una conferencia, todos quieren hablar con Echevarría. Un poco renuente dejó escapar una sonrisa y aceptó responder estas preguntas.
La Universidad Diego Portales quiere que usted escriba una semblanza de Bolaño, ¿lo hará? Recién hemos llegado a un acuerdo para escribir ese perfil, al que espero poder dedicarme el año que viene. Pero todavía no sé muy bien por dónde voy a tomar el hilo. No se trata, en ningún caso, de hacer revelaciones de ningún tipo, sino de reflexionar sobre un autor y una obra que, dada su envergadura, dan mucho de que hablar y pensar.
Respecto a la oportunidad de tener acceso al computador del escritor, ¿antes de morir, Bolaño se manifestó en contra de alguna parte de su legado? No. Por lo demás, siempre defiendo que todo aquello que un autor no destruye por sí mismo, es susceptible de ser publicado después de su muerte, con o sin su voluntad. Ahí está el ejemplo de Kafka, para desacreditar todo puritanismo al respecto. Lo único exigible es que los textos póstumos se ofrezcan adecuadamente, informando al lector de sus circunstancias, de su condición más o menos "acabada". Bolaño sabía que podía morir en cualquier momento, y conoció en vida un éxito bastante notable, de modo que bien pudo destruir aquello que no fuese de su gusto.
¿Cómo fue el proceso de depuración de la novela "2666"? El texto se publicó, salvo detalles de escaso relieve, tal y como Bolaño lo dejó ya listo. Mi intervención, en complicidad con el editor y la viuda (Carolina López), consistió sobre todo en insistir en que las cinco partes de la novela se dieran juntas en un único volumen, contrariando los últimos deseos del propio Bolaño.
¿Qué tan nocivo puede ser escribir desde el miedo, para el nacimiento de nuevos autores? Eso se desprende concretamente de su discurso "Sevilla me mata". A mí, en particular, me parece un poco exagerado afirmar que la novela en Latinoamérica se origina desde el miedo al fracaso. Me conformo con destacar la obsesión cada vez más evidente que los nuevos novelistas tienen en acceder a la fama y el empeño que ponen en promocionarse de cualquier manera.
En sus tópicos, Roberto Bolaño siempre ha tocado el mundo literario, ser joven y las aspiraciones creativas. ¿Cuál considera que es la herencia de Bolaño a quienes intentan escribir literatura? Es una pregunta inabarcable. El legado de Bolaño es muy abierto, puede inspirar propósitos muy distintos. Lo que sin duda deja es una escala de ambición muy elevada, una gran audacia estructural, un estilo inconfundible. Y una actitud insobornable respecto a la exigencia ligada a la buena literatura.
El factor de escritor que muere joven, sumado al carácter de genio en las letras hispanas que se mezcló con su militancia y tejió una leyenda de último beat y la industria detrás de ella. Esa figura se propagó hasta contagiar al mundo anglosajón. Cuando hace tres años se lanzaron en Estados Unidos Estrella distante , Nocturno de Chile y Los detectives salvajes , The New Yorker no escatimó en llamarla "la fracturada obra maestra". Después de todo eso siempre se querrá más de Bolaño con una voracidad que tienta a seguir hurgando entre sus escritos. Para Echevarría, tras las publicaciones póstumas, lo que venga después serán rasguños desesperados, jirones que no revelarán la maestría de su obra. Está todo dicho.
¿A qué arroga usted la fiebre por Bolaño? Es su calidad indiscutible, ambición fuera de medida y el hecho de que combina y matiza cuestiones de carácter global sin renunciar a su condición de latinoamericano y habla de Latinoamérica. Roberto es como algunos escritores que de vez en cuando tienen la fortuna de encontrar una fórmula de hacer visible muchas cosas que estaban ahí.
En su opinión, Bolaño derrumbó el criollismo, ¿tiene que ver con la extraterritorialidad de sus novelas? Hay otros actos e historias interesantes que liquidan esta cuestión, su propio éxito, la fórmula que emplea ofrece un nuevo modelo de escritura con la condición de un nuevo padrino latinoamericano, un escritor que con su lengua ofrece un modelo diferente, algo distinto a lo que ofrecieron los escritores del boom. No son rigurosamente nuevos, catalizaron gracias a su éxito, por su encanto, en un modelo reconocible.
Usted dijo que todo el material de Bolaño que siga siendo examinado será pura "arqueología", ¿no cree que algo de esos escritos se pueda sumar a su obra? Todo lo que se publique con carácter póstumo, y puede ser mucho, integrará, en definitiva, la obra de Bolaño, y cobrará su importancia. Pero el contorno general, la silueta, el edificio Bolaño ya están definidos. Lo que venga serán apostillas, gérmenes, complementos. Materiales sin duda de interés, pero no decisivos.
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