En su nuevo libro, La esposa del Rey de las Curvas, el escritor peruano se adentra en el género del cuento. Su vida alienta algunas de las diez historias que narra con humor e ironía
foto:EFE.fuente:elespectador.com
Las obras sobreviven a sus autores, se mantienen en el tiempo más allá de las glorias o las decadencias de las manos que las crearon. Hay unas que agradecen esa virtud, la de poder desprenderse de una impronta. El libro de cuentos, recientemente lanzado en Colombia, La esposa del Rey de las Curvas, de Alfredo Bryce Echenique, quizá sea una de esas. No importan los trajines por los que ande el escritor peruano, sus vericuetos para frentear las acusaciones de plagio; no importan las excusas para evitar entrevistas, porque a la final en este libro, en el que se recogen diez cuentos, el humor y la buena literatura, hacen una memorable fiesta.
Ha confesado Bryce Echenique, viejo zorro de las letras y quien tiene en su haber más de ocho novelas, que escribir cuentos es exigente, "un reto sólo apto para aquellos autores realmente capaces". En este libro, editado por Anagrama, su capacidad queda expuesta. Con su tono íntimo y personal —que hace creer al lector que casi todas las historias que lee son autobiográficas—, el escritor crea relatos vívidos que arrebatan risotadas y que arrojan al mundo unos personajes irónicos como Raúl, el narrador del primer cuento, 'La funcionaria lingüista', que encarna las mejores furias y desaires de un ex esposo: "Terminé pésimo, sí, porque hace un tiempito ya, de golpe y porrazo, aún sin sentir yo nada ni recordar tampoco cómo ni por qué, la que fue mi segunda esposa amaneció un día en otro planeta y en una cama situada a miles de años luz de la mía, llamándose Raquel María de la Trinidad Quiñones Salcedo, maldita sea".
Como si convirtiera en verdad aquella sentencia sobre su obra que profesa que es biográfico en sus novelas y novelesco en sus memorias, hay otros personajes —más acongojados que furiosos— que Bryce Echenique le arranca a su propia vida. Convierte así a ese primo Alfredo en el protagonista del cuento Las manías del primo Rodolfo, o a ese viejo amigo del colegio en el centro del relato, Peruvian Apollo.
En este cuento el escritor les da un bello vistazo a la amistad y a las formas como los amigos son testigos y cómplices en los desamores. Así se narra en el libro la agonía por la que pasó Sandro Bernasconi, a quien apodaron Peruvian Apollo desde niño por su fornida figura. "La maravillosa Carla Parodi falleció y el maravilloso Sandro Bernasconi hoy sigue muriendo de Carla Parodi".
El último cuento, el que parece heredarle el título al libro, es en realidad una divertida alusión a esa manía que tenía el autor desde niño de inventar historias. En lugar de admitir que su padre era aquel hombre adinerado y serio que descendía de los lugares más privilegiados del poder limeño, Bryce Echenique les hacía creer a sus compañeros de colegio que él era, en realidad, el hijo del corredor de automóviles Arnoldo Alvarado, conocido en el mundo de los autos como El rey de las curvas. El invento era el resultado de que el corredor y su padre tenían una minúscula coincidencia: manejaban el mismo carro.
Lo que pasa con aquel muchachito hábil para la fantasía, cuando su madre va al colegio y descubre la gran mentira que ha inventado el crío, constituye la historia central de este cuento que encarna quizás esa intención que habita en todos los otros relatos: una mirada casi compasiva hacia hombres y mujeres que hablan de su vida con un humor que a veces debería ser reclamado como necesario.
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