Ignacio Zuleta Lleras o Dharmadeva, autor del libro 'Narciso en vilo'.foto.fuente:elespectador.comDespués de 12 años de vivir en India y regresar convertido en maestro de yoga, Ignacio Zuleta Lleras recobró la novela que escribió a finales de los años 80 y debuta en el mundo literario
La novela quedó lista en 1987, pero no era el momento de los lectores. Tampoco su autor volvió a pensar en ella porque entonces su búsqueda espiritual era prioritaria e incesante. La prueba es que cinco años después viajó a India y se quedó 12 años. Regresó en 2004 transformado en maestro de yoga con una definida vocación en dos facetas: la pedagogía desde su compromiso con la conciencia y la prosa para compartir su experiencia de vida más allá de las fronteras.
De nuevo en su ciudad natal y entre su gente, Ignacio Zuleta Lleras recibió una sorpresa: un amigo le devolvió el manuscrito de la novela que él le había pedido evaluar más de dos décadas atrás. La revisó en su estructura, volvió a sentir que su aliento y su métrica le daban la esencia para leerla en voz alta, y decidió que era el momento de que fuera de todos. Este domingo 14 de agosto, con el sello de Taller de Edición Rocca ve la luz con el sugestivo título de Narciso en vilo.
La historia de dos hombres cuyos destinos se cruzan en una Bogotá contemporánea que empieza a verse modificada por los vericuetos de la violencia política, y tejen una relación en la que la percepción sensorial, el amor o la simple cotidianidad trazan la ruta de sus almas. La cicatriz del Holocausto del Palacio de Justicia en la intimidad de su encuentro y el protagonismo de una urbe entre acechante y luminosa que despliega su atmósfera como un costumbrismo imaginado.
Una novela sin apologías de género ni predisposición sexual. Más bien fluida entre matices poéticos, desencantos generacionales o calambures bogotanos. El universo que palpó en sus entrañas Ignacio Zuleta a finales de los años 80 y ahora describe dándole vida a sus personajes por la calle 19, la Plaza de Lourdes, Chapinero o el Cementerio Central, en su capital de siempre, que hace 23 años dejó sin muchas esperanzas y hoy redescubre cambiada por el poder de la educación.
Una ciudad donde, a sus 55 años de edad, ha encontrado los escenarios ideales para seguir cultivando su vida espiritual. Su yoga "laico", como denomina a su condición de instructor de esta práctica, independiente de escuelas, proselitismos o líneas de sucesión, personal y auténtico desde su condición de Dharmadeva que considera más sobrenombre que sucedáneo de Ignacio Zuleta Lleras. Y desde su nueva condición de narrador, con una deuda pendiente: 12 años en India que merecen más de un relato.
Y como buen nieto del ex presidente Alberto Lleras, aunque sin ambiciones políticas, está interesado en desempolvar su tarjeta profesional de abogado para recobrar la profesión que nunca ejerció, y que ahora quiere poner al servicio del agua, la tierra o el aire, los invaluables recursos que hoy encuentra más deteriorados que cuando emprendió el camino a Oriente, entre otros aspectos, por la indolencia de "un país arribista ahogado por la mentalidad corrupta y narca".
La palabra de Ignacio Zuleta que regresa del pasado, plena de musicalidad "casi endecasílaba", para actualizarse en una sociedad que sabe llena de dificultades pero también repleta de bondad. Su Colombia de ayer y hoy con sus desigualdades intactas, pero donde el vocabulario fluye tanto como la vida misma. Un destino del que ya está convencido puede ayudar a crecer, no desde las reformas de siempre sino, al estilo de Mandela o Gandhi, desde la abundancia del corazón.
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