20.8.10

Enloquecido por el pelo

El escritor argentino Alan Pauls publicó Historia del pelo, segunda entrega de la trilogía en la que habla de su país en los años 70. El protagonista es un obsesionado por el pelo

El autor de 'Historia del pelo', Alan Pauls. foto:GDA.fuente:carrusel

Un hombre al que el pelo lo domina, cómo cortárselo, dónde, con quién, su estilo, su forma, su color. El pelo lo controla. ¿Desde cuándo? No recuerda. No tiene claro en qué momento empezó a pensar en el pelo tanto como otros piensan, por ejemplo, en la muerte. Está dominado por la ley de su pelo. Son los años 70 en su país, Argentina, y la política cruje. Pero él... piensa en el pelo. ¿Son tiempos de pelo largo? Se lo deja. ¿Tiempos de llevar afro? Lo intenta. Pelo, pelo, pelo.

Alan Pauls es el escritor de esta historia. Historia del pelo, una novela corta que hace parte de la trilogía que el autor argentino está desarrollando (primero fue Historia del llanto y pronto vendrá Historia del dinero) y en la que describe la realidad de los años 70 en su país desde esos tres elementos cotidianos. "Son tres cosas que están condenadas a perderse: elementos menores, laterales, relativamente arbitrarios, que uso como puertas de servicio para entrar en una época en la que suele entrarse por la puerta principal (es decir: el guión más o menos estereotipado escrito por la Historia misma, con sus héroes, sus víctimas, sus hazañas, sus derrotas). Como un arqueólogo un poco psicótico, leo toda la época en esos elementos, sin jerarquizar ni distinguir planos", dice Pauls desde su casa en Buenos Aires, desde su estudio en el barrio Palermo. De ahí poco se mueve cuando escribe. Lo que hace, lo que piensa, lo que es, depende del proceso de escritura "Soy un poco intratable", confiesa.

Pauls nació en Buenos Aires hace 51 años y ha trabajado en periodismo (como comentarista de libros en Página 12), ha escrito guiones de cine y es autor de once libros, entre novelas y ensayos. Uno de ellos -El pasado- le dio el Premio Herralde de Novela en el 2003. "Es uno de los mejores escritores latinoamericanos vivos", dijo de Alan Pauls el escritor chileno Roberto Bolaño. Enrique Vila Matas, autor catalán, lo incluyó como personaje en uno de sus libros, lo que por un tiempo llevó a pensar a muchos que su existencia era solo una invención entre escritores. Alan Pauls, como un fantasma. Aunque la verdad es que le cuesta dejarse ver, ser entrevistado, hablar de más.

-¿Por qué escribir del pelo en esta novela?

-"El libro postula que el pelo es historia pura, como lo prueban la subasta del mechón de pelo del Che Guevara y el hecho de que en el corazón de la gran operación guerrillera que inaugura la historia argentina contemporánea (el secuestro y muerte del general Aramburu, 1970) hay una peluca rubia con claritos. En la novela, el pelo (cortes, estilos, significados) es el campo de batalla donde se oponen las mismas fuerzas que se oponen en el campo social, político, histórico, etc. La violencia que desgarra a la sociedad desgarra también un terreno aparentemente insignificante y politiza de un modo radical su carga de frivolidad, igual que los Black Panthers no vacilaban en politizar cuestiones de look cuando a fines de los años 60 reivindicaban la potencia revolucionaria del afro".

Mientras su papá y sus hermanos lo pierden cuando pasan la adolescencia, el protagonista de esta historia tiene pelo de sobra, tiene pelo para regalar si quiere. Pero no sabe qué hacer con él y por eso se pasea de peluquería en peluquería arriesgándose cada vez a un nuevo "¿qué quieres que te hagamos?", dicho por un hombre con tijeras en mano. Sufre. Y sin embargo, no responde. Se deja hacer. "Tener pelo es una condena porque es tener la posibilidad de perderlo. Tener pelo es, además, tener que cortárselo", dice el protagonista, que -como en todos los libros de Pauls- se pierde en pensamientos e imaginaciones más que en acciones.

-Usted prefiere a estos personajes que actúan poco.

- "Sí, porque la verdadera aventura, para mí (como para la mejor ficción literaria moderna, de Proust a Beckett, pasando por Gombrowicz o Robert Walser), empieza con la impotencia, cuando algo obstruye una acción o cuando la acción ya ha terminado y quedan en el aire sus ecos. Alguien no atina a moverse, o llega tarde y se pierde el vivo de los hechos: esos síndromes "negativos", sin embargo, desencadenan para mí los procesos más interesantes: recordar, reconstruir, interpretar, incluso malversar".

Los libros de Pauls no son de los que se leen en una hora, así sean cortos. El propio Pauls prefiere que no sea una lectura fácil, prefiere incomodar al lector, hacerle usar todos los sentidos. Esto lo logra no solo con la historia que cuenta, sino con cómo la cuenta. Historia del llanto está escrita prácticamente en un solo párrafo. Historia del pelo tiene una estructura un poco más convencional, sin embargo, tiene cambios de tiempo inesperados que exigen atención en cada línea. A Pauls le interesa poner a prueba la arquitectura de los libros, dejar en evidencia el material que ha usado para escribirlos.

-Leerlo es como un reto. ¿También es un reto escribir de esa manera?

-"Más bien es un placer, y quizá la única manera en que concibo una narración. Cuando las cosas se organizan de manera lineal, según la ley del antes y el después, la causa y el efecto, el avance y la continuidad, no puedo reprimir un bostezo. Es el mismo tedio que me producen esas frases de sujeto y predicado verbal simple (siempre en ese orden) con que los contadores puros de historias siguen empeñados en reducir la literatura a un compendio de ejemplos gramaticales de escuela primaria. La literatura es la frase, y la frase es un prototipo de mundo, así que yo pretendo que la mía sea lo más múltiple, compleja y lisérgica posible".

Pauls no se reconoce entre los autores que dicen que escriben para contar historias ("como afirma Gabo"). Para él, la literatura es otra cosa. Es discípulo de Brecht en eso de que "puede entusiasmarse con un relato, al mismo tiempo que piensa que es un relato".

Sus libros han usado el género epistolar (El pudor del pornógrafo); el género policial (El coloquio); ha hecho historias de escritores (Wasabi); conflictos de pareja (El pasado), siempre con personajes masculinos que, de alguna manera, son movidos por los femeninos. "¨Por lo general mis personajes femeninos son muy activos: ponen en marcha, marcan -explica el escritor-. Incluso cuando, como en Historia del pelo, novela más bien testosterónica, tienen una participación efímera".

-En Historia del pelo sorprende, además, el grado de precisión con que describe esos momentos previos al corte, la reacción de la persona ante el peluquero, el momento del lavado... ¿Cómo es su proceso de investigación previa para un libro?

-"En mi caso hay muy poco trabajo previo a la escritura. Memoria, observación, análisis: todo se pone en marcha y empieza a existir, en muchos casos retroactivamente, en el momento en que me pongo a escribir. Es la escritura misma la que recuerda, observa, analiza".

Este personaje del libro, del que no sabemos el nombre, encuentra por fin a su peluquero ideal, Celso, un paraguayo que ha inmigrado a Buenos Aires y trabaja en un salón como empleado. Por fin el corte perfecto. Por fin dejar de preocuparse por el remolino que se le arma en la frente, por el largo de más. Nada. Por fin, la felicidad.

Pero Celso un buen día desaparece. Y el protagonista puede enloquecer. Desaparece, también, la tranquilidad de su matrimonio, que termina por derrumbarse. Desaparece su mejor amigo, por cuenta de un cáncer. La enfermedad es otro de los temas que siempre están presentes en los libros de este argentino. Él explica por qué:

"Me interesa la enfermedad porque es un estado de transformación; del cuerpo, del alma, de la mente. Y escribir es dar cuenta de que algo cambia. La enfermedad no es solo un estado deficitario. Es una alteración de la percepción que permite ver las cosas de otro modo".

-Y le interesa tratar la política desde un lugar más íntimo, en años tan agitados como los 70 en Argentina.

-"Sí, una década que probablemente sea el último momento en que la historia argentina fue una verdadera pasión, una apoteosis de intensidad, una mezcla de orgía y de carnicería. La idea es articular política e intimidad. Rastrear la lógica de lo político en zonas generalmente subjetivas, domésticas, "internas", como la emoción, el erotismo, el mundo sensible. En ese sentido, lo íntimo no es un interior a prueba de política sino la escena privilegiada en que la política nace, se forma y despliega sus energías".

"Raparse. ¿Por qué no? A menudo ha pensado que no hay nada que se acerque más a la solución final. Raparse y matar dos pájaros de un tiro: acabar de una vez con la vacilación, el anhelo insatisfecho, la esperanza de dar con la mano, el estilo, el tipo especial de corte que supone que le están destinados, enterrar para siempre -para lo módica eternidad que demora el pelo en revivir, crecer, volver a la carga con sus complicaciones- el sueño de lo único en esa especie de páramo desolado, anónimo, indiferente a que queda reducida la cabeza una vez barrida por la máquina de rapar", se lee en la novela de Alan Pauls.

Raparse. Puede ser la solución para el personaje. Por cierto, hablando de pelo con un argentino, la pregunta al final aparece: ¿por qué es tan común que los hombres de ese país prefieran usar el pelo largo? Se ve en el fútbol, el cine, la televisión. Sin embargo, para Alan Pauls la realidad parece ser otra:

- "Me temo que acá los únicos que todavía usan el pelo largo son los cantantes de heavy metal. Lo extraño -según quiso hacerme notar un periodista brasileño hace algún tiempo- es que mientras en Brasil hay tres o cuatro cortes para todo el mundo, acá hay un corte por habitante. Habrá que estudiarlo".

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