La última noche en Twisted River es una vuelta a la más disfrutable de las etapas del escritor estadounidense John Irving: una novela circular con varios motivos que son característicos en su obra
Cualquiera que haya seguido la carrera literaria de John Irving reconocerá en este libro sus motivos, sus ritmos, sus ideas de hombre blanco estadounidense, sus personajes típicos, su manera barroca y bella de contar, su amor por la acción y los personajes. En la literatura de Irving, la acción es el centro y lo es siempre, tanto en sus primeras novelas (frías como el hielo frío) como en los libros de su segunda etapa (Oración por Owen en adelante), en la que supo abrirse a los sentimientos.
Podría decirse (y aquí hablo desde un punto de vista estrictamente personal) que La última noche en Twisted River es una vuelta a la más disfrutable de las etapas de Irving: la más bella, humana y "sentimental", en el mejor sentido de una palabra absurdamente vilipendiada.
Irving cuenta historias muy parecidas unas a otras pero ambientadas en diferentes lugares. Las cuenta con una metodología que también es siempre más o menos la misma; parte de esa metodología es describirse a sí mismo mientras cuenta. Por eso, uno de los personajes principales de La última noche, Danny Baciagalupo, es escritor y reflexiona mucho sobre su oficio. En un giro muy posmoderno y muy típico, esta novela es circular: cuando termina, está empezando de nuevo.
En sus 650 páginas, hay referencias permanentes a la escritura, se describen momentos de creación, se habla de la base de la escritura en general, de la relación entre invención y autobiografía, entre obra y vida, entre sentimientos vividos y sentimientos expresados. También hay guiños a la literatura pasada de Irving (sobre todo a Owen y a mi favorita, Las reglas de la casa de la sidra, también traducida como Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra). Y sin embargo, nada de eso convierte a La última noche en un libro para intelectuales o lectores expertos.
Eso también es Irving puro. Y lo es porque Irving sabe que las historias son poderosas, tienen una fuerza propia que es la que ordena el texto. Ella, no la reflexión sobre las leyes de la escritura.
Como en todas sus novelas, en La última noche, Irving es detallista y muy, muy cuidadoso con los momentos históricos, las épocas, las culturas y las costumbres. La acción transcurre entre los años 1954 y 2005, cincuenta años del siglo XX en Estados Unidos y Canadá. Irving no escribe libros políticos (él lo ha dicho siempre y su personaje escritor lo repite) pero reflexiona bastante sobre el genocidio de los amerindios, el capitalismo posterior a la Segunda Guerra Mundial, los hippies, la guerra de Vietnam, la caída de las Torres Gemelas, George Bush, la guerra de Irak. Su última descripción del país no admite grises: sin entrar en lo que se dice del presidente anterior a Obama, Ketchum define a Estados Unidos como "imperio en decadencia" y "la Nación Perdida".
Si algo puede reprochársele a esta historia (centrada en un cocinero italiano que trabaja en un campamento maderero de Nueva Inglaterra, en su amigo Ketchum y su hijo Danny, el escritor) es cierta repetición en la tipología de los personajes. Es cierto que esta vez el centro es la comunidad italiana (y hay que aclarar que, para los estadounidenses, los italianos son una etnia definida, muy diferente de los "blancos"), pero los motivos son los de siempre: violencia; mujeres grandes, ausentes o malvadas (el machismo de Irving tiene picos difíciles de tragar para las lectoras); la importancia de los cuerpos y lo físico; el rechazo a la militancia política (sobre todo femenina); la importancia de la amistad masculina (y la ausencia absoluta de la amistad entre mujeres); los traumas indelebles de la infancia masculina.
Por supuesto, como todo buen libro de Irving, La última noche es una novela inmensamente divertida y llena de acción, con un esquema temporal que a pesar de ser tan retorcido como el río del título (cuyo nombre yo hubiera traducido), es completamente comprensible para cualquier lector atento.
Como en todas sus novelas, hay ciertos símbolos inolvidables: un Mustang azul que se vuelve terrorífico, una mujer grande que baja, desnuda, en paracaídas, una sartén de hierro fundido. Así, la muerte, la vida, la violencia tejen una historia que atraviesa generaciones hasta convertirla en el tipo de historia que le gusta a Irving: redonda, perfecta, imprevisible sí pero absolutamente lógica.
Y es que Irving sabe que una historia, cuando está bien contada, puede tener tanta fuerza como un río. Que puede matar si se lo propone: "Toda historia era un prodigio, sencillamente era imposible detenerla", se dice en el último párrafo. Tal vez el empuje de Irving se repita un tanto pero su fuerza sigue intacta. Apenas los lectores se dejan caer en su río, el río los arrastra en sus remolinos bellos hasta el final. Perdón, hasta el final no. Hasta el principio.
1942.
Escritor.
Publicó su primera novela a los 26 años, "Libertad para los osos", con poca recepción crítica. El estallido de lectores y las traducciones llegaron con "El mundo según Garp", en 1978. A partir de entonces, sus libros son esperados con fervor por un vasto grupo de fanáticos. Algunas de sus novelas significativas son "Una mujer difícil", "El Hotel New Hampshire", "Oración por Owen" y "Hasta que te encuentre". Hace poco declaró que está escribiendo una nueva novela, basada en fragmentos de "Ricardo II" de Shakespeare, y que por ahora se llama "In One Person".
Qué se dijo
"Hay muchísima evidencia de la agilidad de Irving como escritor en 'La última noche...'. Y algunos de los momentos cómicos son de lo más memorable que escribió". (Joanna Scott. New York Times Review of Books)
La última noche en Twisted River
John Irving
Tusquets
657 páginas
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