Esta población fue reconocida con el Premio Nacional de Bibliotecas Públicas
Gloria Stella Nupán, bibliotecaria de Valle del Guamuez, viajará a hacer una pasantía en España, a sus 45 años./eltiempo.com |
Gloria Stella Nupán, que desde hace 21
años es la bibliotecaria de La Hormiga (Putumayo), está acostumbrada a
trabajar en medio del conflicto que envuelve a esta población. No la
sorprende la presencia de hombres armados y, en cambio, sí lo hace la
inocencia de los niños que acuden en busca de libros. Alguna vez, cuando
llevó una parte de la biblioteca Luis Carlos Galán Sarmiento, del Valle
del Guamuez, a la vereda Las Malvinas, se conmovió con una niña llamada
Camila.
“Ella, con su traje de
campesina, se acercó y nos preguntó si podía leer aunque no estuviera
estudiando –recuerda Nupán–. Yo le pregunté por qué no estudiaba, y ella
respondió: ‘Porque mi papá me retiró, pero yo aprendo todos los días
escuchando desde el andén del colegio’ ”.
Gracias a su labor, Nupán y la
biblioteca en que trabaja fueron los ganadores de la primera edición del
Premio Nacional de Bibliotecas Públicas ‘Daniel Samper Ortega’,
organizado por el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional de
Colombia y la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.
El premio es de 50 millones de pesos,
que servirán para fortalecer su labor de promoción de la lectura,
gracias a la cual sus habitantes afrontan de una manera diferente la
violencia que los rodea.
La biblioteca tiene 5.400 libros, para una población de unos 50 mil habitantes. Sus labores se extienden a las zonas más alejadas del pueblo. |
“Una vez, estábamos saliendo de una de
las jornadas de lectura de cuentos infantiles –cuenta Nupán– y uno de
los voluntarios, José Vallejo, me dijo que no me fuera a asustar, que
íbamos a ver a muchas personas armadas. Yo le dije en broma que ya sabía
que eran cazadores. Pero lo que no me imaginaba es que en ese grupo
estuviera un muchacho que hacía poco tiempo había estado con nosotros en
las lecturas de cuentos... Yo grité ‘Es él’ y me desmoralicé mucho”.
La bibliotecaria, entonces, recuerda que, cuando deja de ir a alguna de las veredas, la gente les reclama por qué no han vuelto.
“Eso nos hace ver que, a pesar
de las adversidades, sí vale la pena caminar las horas que sean
necesarias para llevar la literatura a quienes no tienen acceso a ella”.
Ahora, la librera del Valle del Guamuez,
que tiene 45 años, viajará a España, pues parte del premio consiste en
una pasantía en una biblioteca de ese país. Pese a todo, no deja de
sentirse nerviosa: “Eso es muy lejos y uno no sabe. Espero ir a aprender
muchas cosas, venir a aplicarlas acá y mirar qué cosas se pueden
practicar en las veredas y en la comunidad. Pero igual da mucho miedo
pensar que voy a estar tan lejos de la familia y del pueblo. Me voy por
un mes y el tiempo que más me he alejado de La Hormiga ha sido ocho
días…”.
La letra sin sangre entra
Valle del Guamuez es el nombre oficial
del municipio, cuya cabecera es más conocida como La Hormiga. Tiene más o
menos 50.000 habitantes y, de ellos, 700 son afiliados activos de la
biblioteca. Nupán recuerda que esta empezó a funcionar en 1979, con
carácter ambulante. “El director tenía solo su oficina y dos estantes de
libros. Ahí la gente iba a consultar. En 1992, nombraron a la primera
bibliotecaria y al siguiente año llegué yo”, recuerda Nupán, que al
comienzo atendía solamente a unas siete personas por día.
Hoy, en sus estantes reposan
5.400 títulos (casi un libro por cada diez habitantes) y el número ha
ido creciendo gracias a colecciones gratuitas, como las del programa
Leer es mi cuento, del MinCultura.
En el año 2004, escucharon que su
modesta iniciativa se podía inscribir en la Red de Bibliotecas Públicas,
y así lo hicieron. De esta forma, recibieron apoyo no solo para su
labor primaria, sino también con otras actividades paralelas, como la
revista Katharsis, el programa radial El hormiguero, las tertulias
quincenales y la entrega de libros y momentos culturales en veredas
aledañas al municipio.
El espacio de radio, que en sus
inicios se llamaba El destrabe, tiene entre sus secciones ‘La voz del
autor’, ‘Los niños cuentan’, ‘Escarbando ritmos’, ‘La biblioteca es tu
colonia’ y ‘Escarbando ideas’, donde los jóvenes acuden a debatir un
tema en cada emisión, los domingos de 10 a 11 a. m.
“Para las personas ha sido un espacio
vital lo que la biblioteca les ofrece porque le hemos ganado el espacio a
la guerra, y eso es lo que las personas han valorado mucho”, comenta
Jorge Andrés Cancimance, un joven de 27 años, miembro del Grupo Amigos
de la Biblioteca (GAB), que fue creado en el año 2004 y es conformado
por 14 jóvenes y adultos voluntarios que buscan promover la lectura y la
escritura. Él está terminando un doctorado en Antropología y justamente
su tesis está relacionada con La Hormiga, donde nació.
“Retrocediendo a la época en que yo
vivía allá, recuerdo que las posibilidades que me ofrecía el contexto
eran ser guerrillero o ser paramilitar. Pero cuando fui usuario de la
biblioteca siendo niño, los cuentos me incentivaron a buscar la
posibilidad de estudiar en Bogotá y así lo hice”, confiesa Cancimance.
Gracias a los libros, él viajó a los 17 años a Bogotá, a estudiar
Trabajo Social en la Universidad Nacional de Colombia.
Páginas de desahogo
Cancimance asegura que, además de ser
una entrega cultural que le hacen cada año a la comunidad, la revista
“es también un espacio para hacer catarsis (como el nombre de la
revista), de cosas que la guerra no nos permite. Durante los controles
armados del bloque sur de las AUC, la población no podía expresar su
dolor emocional frente a las pérdidas constantes; la revista nació en
pleno auge del paramilitarismo en la región y lo hizo justamente con la
intención de ser un espacio en el que las personas pudieran expresar
esos dolores que la guerra no les permitía expresar”.
“Creamos secciones donde, de
forma anónima, la gente escribía sus historias dolorosas y de esa forma
se desahogaba. No había otro espacio porque la guerra había invadido
cualquier posibilidad de que se expresaran”, agrega. La revista también incluye poemas, mitos y todo tipo de temas relacionados con la tradición oral de la región.
El voluntario destaca las barreras que
ha logrado derribar la lectura en las veredas: “Nosotros, a pesar de ser
institución del Estado, por ser una biblioteca pública, sí podemos
entrar a zonas vetadas por diferentes grupos armados, como no lo puede
hacer, por ejemplo, el ICBF. La literatura es una práctica muy sutil
para ganarle espacio a la guerra”.
El premio tiene otro sabor especial
porque los hoy ganadores casi no se inscriben. La información llegó
tarde al municipio, apenas dos días antes del cierre de la convocatoria.
“Por lo general, todo ese tipo de información llega
directamente a la Alcaldía, y como ellos no valoran ese tipo de
iniciativas, no las socializan”, explica Cancimance.
Los servicios de la
biblioteca cuentan con 700 afiliados activos. Además del préstamo de
libros, incluyen una revista, un programa de radio, tertulias literarias
y cine foros.
|
La inscripción se logró a pesar de la
premura del tiempo, y por ello no aguardaban mayores esperanzas siquiera
de ser aceptados. “Cuando vimos que quedamos entre los nueve
finalistas, pensamos que eso ya era mucho porque la biblioteca ya se
reconocía en todo el país –apunta Nupán–, pero lo que menos nos
imaginábamos fue lo que nos dijeron en una llamada: que la directora de
la Biblioteca Nacional nos haría una visita”.
“Cuando nos confirmaron que ya
estábamos entre los tres finalistas y nosotros éramos los primeros, no
lo podíamos creer, porque eso nos ayudaría mucho para que nos
reconocieran y para lograr los recursos económicos que nos hacían falta
para la próxima publicación de Katharsis”, agrega la bibliotecaria.
“A nadie le dije que éramos los
ganadores, pero los reuní a todos en el parque para anunciarles que
debíamos hacer un plan de inversión –recuerda Nupán–. Jorge Andrés,
quien además fue el último en enterarse, propuso que hiciéramos dos
planes, uno si nos ganábamos el segundo o tercer lugar, y otro si nos
ganábamos el primero. En ese momento intervine y les dije que no se
preocuparan, que lo hiciéramos sobre 50 millones de pesos, que eso era
lo que nos habíamos ganado. Todos se pusieron a gritar por todo el
parque que habíamos ganado, todos estaban muy emocionados, y hasta las
campanas de la iglesia empezaron a sonar”.
Los habitantes del pueblo (llamados
valleguamuences) se enteraron por la emisora comunitaria y por Facebook
de que la Biblioteca Pública Luis Carlos Galán Sarmiento, la misma de su
municipio, había sido la ganadora de este premio. “Como ahora estamos
entre las mejores bibliotecas de Colombia, la gente ha empezado a decir
que hay que seguir viniendo”, concluye Nupán con una sonrisa.
Un reconocimiento a la promoción de la lectura
De las 127 bibliotecas públicas que se
inscribieron, el segundo y el tercer puesto fueron para la Biblioteca
Municipal Desepaz (Cali) y la Departamental Julio Pérez Ferrero
(Cúcuta), respectivamente. Cada una de ellas recibirá 15
millones de pesos y una pasantía en alguna de las afiliadas a la Red de
Bibliotecas de América Latina.
Este galardón será de carácter anual, y
para cada edición podrán ser postuladas bibliotecas públicas estatales
departamentales, distritales, municipales, rurales, indígenas o de
consejos comunitarios afrocolombianos del país, o bibliotecas, tanto
comunitarias como privadas, que se encuentren registradas en la Red
Nacional de Bibliotecas Públicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario